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Populismo bipartidista

Fuentes: Rebelión

Los populismos no son buenos. Los populismos son lo peor de lo peor. Lo más horrible en la historia política de la Humanidad. Luego, cuando no se pudo evitar, se cambió populismos por Podemos. Podemos es una fuerza populista en construcción que roza permanentemente la demagogia. No hay que confiar ni un pelo. Pablo Iglesias […]

Los populismos no son buenos. Los populismos son lo peor de lo peor. Lo más horrible en la historia política de la Humanidad.

Luego, cuando no se pudo evitar, se cambió populismos por Podemos. Podemos es una fuerza populista en construcción que roza permanentemente la demagogia. No hay que confiar ni un pelo. Pablo Iglesias es un populista que recuerda o supera a Perón. A veces, incluso uno piensa en el primer José Antonio. Monedero es peor que Chávez, su maestro, el primer populista entre populistas. Errejón bebe todos los días y casi todas las noches de las fuentes populistas de Laclau, su autor de cabecera desde hace cinco décadas (a pesar de tener menos de 30 años). Luis Alegre Zahonero está inmerso en una triste cosmovisión populista a pesar de su apellido y de ser discípulo y ahora compañero de investigación y trabajo de alguien tan alejado de ese cuerpo doctrinal filosófico como Carlos Fernández Liria.

Y así siguiendo: populistas, populistas, que son unos populistas. ¡Que se callen! Quieren engañar a las gentes y les hablan de cosas tan imposibles como dignidad, resistencia, rebeldía, derechos laborales, humanismo, soberanía, … Pura demagogia. Quieren jalear sus oídos para hacerse con el poder y hacer Diego donde dijeron digo. A ellos no les engañan.

Ellos, en cambio, los partidos del Régimen (CiU incluida por supuesta) están alejados años-luz de ese tipo de prácticas. Véase, por ejemplo, la nueva reforma -más que inconstitucional- del código penal. Nada más y nada menos que la condena perpetua, entierro incluido en la cárcel si fuera necesario. ¡A por ellos! Como se sabe, la mejor forma de prever actos de barbarie. Política de prevención en primer plano.

Por lo demás, y esto no es populismo, uno de los partidos que firma el pacto, uno que dice ser socialista y obrero e incluso español (de populistas nada), dice que recurrirá un acuerdo que él mismo ha firmado y señala, además, para que todo esté claro, que las distancias con el PP son tales que jamás volverán a firmar un acuerdo sobre ninguna otra materia al mismo tiempo que su secretario general sostiene, unas cinco horas después, que sí, que claro que son necesarios los acuerdos en grandes temas de Estado como la educación. ¿Dónde está el problema?

Así, pues, populistas los otros y nosotros, los del PPSOE, los que practicamos de hecho y durante ya tiempo el más soez, inhumano e ineficaz populismo represivo jurídico, nosotros de populistas nada de nada. Pura y equilibrada racionalidad humanista y democrática, ley y orden, como está mandado. Como el cemento, incluso como el hormigón.

Hace unos años, el excelente ojo político de Francisco Fernández Buey ya dijo lo esencial sobre esta manoseada categoría política [1]. «Sobre populismos» es el título de su artículo. Sus primeras líneas:

«Hoy en día, en los principales medios de comunicación occidentales, se llama populismo a movimientos, gobiernos o regímenes muy diferentes y a veces de signo radicalmente contrario. Esto está creando mucha confusión, pues existe la tendencia a meter en ese mismo saco del populismo procesos y tendencias que son muy distintos por su orientación, por los objetivos explícitamente declarados y por la actuación en la práctica de los sujetos de referencia.

Desde el punto de vista de la historia de las ideas políticas, resulta llamativo que al hablar o escribir hoy en día sobre populismo casi nadie se acuerde del primer movimiento socio-político que está en la base del uso del término populismo en Europa. Vale la pena recordarlo. En Europa, el término populismo se usó históricamente para calificar a los narodnik rusos de la segunda mitad del siglo XIX. ¿Por qué un olvido tan generalizado?»

La reflexión a partir de esta pregunta, proseguía, «arrojaría mucha luz acerca de la confusión actual sobre el uso del término populismo, que casi siempre aparece ahora en una acepción peyorativa.»

¿Acertó?

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50593

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.