Biden destaca la importancia del Corredor Lobito en Angola, enmarcado en la competencia entre Washinton y Pekín, una rivalidad que configura nuevas relaciones políticas y acuerdos comerciales en todo el mundo, incluida Europa
2024 va llegando a su fin con un planeta sumergido en cambios e incertidumbres marcados por el genocidio en Gaza, las tensiones en Oriente Medio, la perpetuación de la guerra en Ucrania, la rivalidad comercial entre Estados Unidos y China y la carrera de diversas potencias por adquirir y controlar accesos a materias primas, petróleo, gas, minerales y tierras raras.
La búsqueda de recursos y la cuestión comercial condicionan estrategias. EEUU supo aprovechar la invasión ilegal rusa de Ucrania para erigirse como alternativa al gas de Moscú, y llegó a vender a Europa su gas licuado un cuarenta por ciento más caro que el ruso. En Oriente Medio sigue apoyando activamente a Israel, en una región con fronteras modificadas por la ocupación ilegal israelí y en la que Washington cuenta con numerosas bases militares e intereses.
La anexión de territorio palestino forma parte de las aspiraciones colonialistas y expansionistas de Israel -que también ocupa ilegalmente los Altos del Golán sirios desde 1967- y va acompañada de otros planes, como “la reestructuración de Oriente Medio” -palabras recientes de Netanyahu- o el trazado de rutas que unan Asia con el Mediterráneo, a través de territorio israelí.
Así lo ha manifestado el primer ministro Benjamin Netanyahu en varias ocasiones -septiembre de 2023 y octubre de 2024- mostrando mapas en los que los territorios palestinos no existen y en los que aparecen vías para el transporte de energía, fibra óptica y líneas ferroviarias que unirían India con Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Jordania, Israel y el Mediterráneo.
En la apuesta por la explotación masiva de los recursos, las relaciones globales se trazan en función de estas ambiciones
La carrera por los recursos en otras regiones
En un planeta que continúa apostando por la explotación masiva de sus riquezas, la superación de sus límites físicos tiene consecuencias medioambientales, pero también políticas, sociales y económicas. Las relaciones internacionales y los mapas geopolíticos se trazan en función de estas ambiciones.
En África, China lleva años estableciendo acuerdos para la explotación de minas, construcción de infraestructuras, trazado de vías ferroviarias y pactos comerciales preferenciales, a cambio de préstamos y ayudas. Es, de hecho, el mayor inversor y el mayor socio comercial del continente.
A través de la llamada Nueva Ruta de la Seda, Pekín pretende consolidar un trayecto comercial -terrestre y marítimo- entre Asia central, el sudeste asiático, Oriente Medio y África.
El proyecto estrella de EEUU en África es el Corredor Lobito, con el que busca contrarrestar la influencia china
La visita de Biden a África esta semana
Ante ello Washington busca reconfigurar su presencia en la zona, con la voluntad de competir con China. La estrategia de EEUU en el continente africano ha estado habitualmente liderada por una lectura predominantemente militar. El Mando Combatiente Unificado del Departamento de Defensa de Estados Unidos (AFRICOM) y sus bases militares han sido la cara más visible de Washington en los países africanos, donde aún se mantiene en la memoria colectiva el daño causado por el colonialismo europeo del siglo XX y sus consecuencias.
En la cumbre del G20 del pasado año, Washington y la Unión Europea anunciaron el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa, una ruta para impulsar una red ferroviaria y el comercio naval entre Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Jordania, con el objeto de unir India con Oriente Medio y Europa. Ese proyecto pretende contrarrestar la influencia china en estas zonas.
Dentro de esta competición para el transporte de minerales y materias primas, hay un proyecto estrella al que Joe Biden ha querido dedicar su primer y último viaje a África como presidente. Hace unos días, el aún mandatario de EEUU visitó Angola, un país rico en reservas de gas y petróleo y núcleo central del Corredor Lobito, proyecto estratégico de los acuerdos de Washington con el país africano.
Esta ruta, también conocida como Corredor Transafricano, es un proyecto público-privado liderado por EEUU. Entre sus objetivos figura la extracción de materias primas y su transporte a Occidente. Su plan de trazado conectaría el puerto de Lobito en Angola con países ricos en minerales, como Zambia -sin salida al mar- y la República Democrática del Congo, hasta el Océano Índico.
Estas naciones poseen importantes depósitos de cobalto y cobre, esenciales para producir dispositivos electrónicos, teléfonos inteligentes y ordenadores portátiles. También contienen níquel o coltán, cuya extracción ha deforestado ya grandes extensiones de bosques.
La potencia china en África
La reacción de Estados Unidos llega tras décadas de inversión china en el continente africano. Pekín ha ido ampliando su órbita de influencia y sus negocios en la región. Angola, por ejemplo, es uno de los principales proveedores de petróleo crudo para China. A cambio, el Gobierno chino ha proporcionado al país africano grandes préstamos para el desarrollo de infraestructura.
Este año el presidente chino anunció más de 50.000 millones de dólares en financiación para África durante los tres próximos años, y recientemente ha establecido aranceles cero para los treinta y tres países más pobres del continente.
Hace dos años China condonó la deuda a diecisiete naciones africanas a cambio de influencia y de nuevos contratos. Multitud de empresas chinas explotan minas y terrenos en varios países de la región.
La guerra comercial EEUU-China y los anuncios de Trump explican en parte el acuerdo UE-Mercosur
Restricciones y acuerdos ante la guerra comercial
La rivalidad Washington-Pekín condiciona las dinámicas de las relaciones internacionales y está generando nuevas medidas políticas, con riesgo de mayores tensiones. Hace tan solo unos días el Gobierno Biden anunció una ampliación de las limitaciones en la venta de tecnología avanzada estadounidense a la industria china de semiconductores, lo que supone frenar las exportaciones a 140 empresas chinas. A la espera de su toma de posesión, las promesas de Donald Trump indican pasos más agresivos en este sentido, con imposición de aranceles más altos a los productos chinos.
De momento, como respuesta a las nuevas restricciones de Biden, el Gobierno chino anunció esta semana que restringirá la exportación a Estados Unidos de minerales críticos, como el galio, el germanio, el antimonio y materiales superduros. Todos ellos pueden tener uso militar o civil. El galio y el germanio se usan en semiconductores, y el antimonio también se emplea en tecnología de infrarrojos, cables de fibra óptica y células solares.
China extrae en torno al 70% del cobalto, más del 60% del grafito y más de la mitad de las tierras raras de todo el mundo. Además, lleva más de dos décadas acelerando la construcción de su cadena de valor de las tecnologías limpias, principales demandantes de los minerales críticos. Es capaz de procesar el 35% de todo el níquel del mundo, el 58% del litio, el 65% del cobalto y el 87% de las tierras raras.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China -y sus repercusiones en el mundo- también explica en parte el acuerdo suscrito esta semana entre la Unión Europea y Mercosur, en un momento de pérdida de influencia de Bruselas y de avance de Pekín en Latinoamérica.
Alemania y España han sido los dos países más dispuestos a sacar adelante este pacto, ante la llegada de un presidente estadounidense, Donald Trump, que también ha amenazado a los productos europeos con una escalada de aranceles.
La venta de armas de EEUU a Taiwan o las maniobras militares con Japón y Filipinas son percibidos por China como amenaza
AUKUS y la Estrategia Indo-Pacífico
El Gobierno chino reivindica su derecho a crecer económicamente y a desarrollar avances tecnológicos sin restricciones. Estados Unidos contesta a este crecimiento con estrategias enfocadas en frenar su avance. Algunas se limitan al campo comercial; otras combinan planes militares con alianzas políticas en diferentes puntos del planeta.
Dentro de ellas se enmarca la Estrategia Indo-Pacífico, anunciada por Washington en 2022, en la que se indica que dicha región es el epicentro de la actividad económica mundial y se subraya la importancia de impulsar la posición estratégica de EEUU y de contener el avance de China:
“Nos centraremos en cada esquina de la región, desde el noreste y sudeste de Asia, hasta el sur de Asia y Oceanía, incluidas las islas del Pacífico. (…) Este enfoque estadounidense cada vez más intenso se debe en parte al hecho de que el Indo-Pacífico se enfrenta a desafíos cada vez mayores, en particular de la República Popular China. (…) Ninguna región será más importante para el mundo y para los estadounidenses que el Indo-Pacífico”, señala el documento.
EEUU también impulsó, hace tres años, la alianza estratégica militar AUKUS con Reino Unido y Australia, por la que Londres y Washington se comprometían a ayudar a Australia a adquirir submarinos de propulsión nuclear. El pacto incluye la cooperación en capacidades cibernéticas, inteligencia artificial y tecnologías cuánticas, y contempla la adquisición por Australia de nuevas capacidades de ataque de largo alcance para sus fuerzas militares.
AUKUS se diseñó, además, para fortalecer otros tratados para la zona en los que está involucrado EEUU, como la alianza de los Cinco Ojos, de la que forman parte Australia, Canadá, Washington, Nueva Zelanda y Reino Unido. Tras su constitución, el Gobierno chino señaló que dicho plan estadounidense es un intento de establecer una nueva “OTAN” en la región, con una “mentalidad anticuada de la Guerra Fría” para mantener la posición dominante y el sistema de hegemonía de Estados Unidos.
EEUU contesta al crecimiento chino con planes comerciales pero también políticos y militares que aumentan la tensión
Multipolaridad o guerra
En medio de estas dinámicas de tensión -que no solo se limitan a las relaciones comerciales- muchos países son reacios a tener que comprometerse exclusivamente con Estados Unidos y buscan más margen de maniobra. El Gobierno chino es consciente de esta realidad, y en sus discursos insiste en defender “un mundo multipolar igualitario y ordenado, en el que cada país pueda encontrar su lugar”.
Sin embargo, en EEUU numerosas voces apuestan por una confrontación comercial con China, con el uso también de la estrategia militar y el sometimiento de terceros países a los intereses estadounidenses. Por ejemplo, el embajador estadounidense para China nombrado por Trump, David Perdue, publicó en septiembre un artículo titulado “La nueva guerra de China: la libertad de EEUU depende de enfrentar la amenaza”.
El mundo experimenta cambios de equilibrios de poder entre Estados Unidos y China, y los estrategas de ambos países lo saben. En ese sentido, la venta de armas de EEUU a Taiwan o las maniobras militares conjuntas de Washington con Japón y Filipinas contribuyen a aumentar la tensión y son movimientos percibidos por Pekín como amenazas.
Como ha advertido el exprimer ministro laborista australiano Kevin Rudd, conocedor de las culturas china y estadounidense -habla mandarín con fluidez- nos encontramos en un momento que se perfila como decisivo para las relaciones entre EEUU y China, en una década de la que dice “que viviremos peligrosamente”.
Ante ello existen dos opciones: o asumir el mundo tal y como es -con su multilateralismo- y buscar en ello formas de coexistir combinando intereses propios y respeto mutuo, con un refuerzo de las herramientas de negociación y paz; o el empecinamiento en más confrontación, lo que llevaría a una colisión e incluso a los caminos de “una guerra que reescribiría el futuro en formas que apenas podemos imaginar”.