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¿Por qué perdió el correísmo en Ecuador?

Fuentes: Le Monde Diplomatique

La derrota de Andrés Arauz en la segunda vuelta de las elecciones en Ecuador se explica por la dificultad para articular una alianza con el movimiento indígena, gran protagonista de la primera vuelta, con el que el correísmo mantiene desde hace años una relación tensa. La escasa autocrítica de las gestiones de Rafael Correa, valoradas por un sector de la sociedad pero criticadas por “autoritarias” por otro, le impidieron a Arauz ampliar su núcleo duro de apoyos y superar al banquero conservador Guillermo Lasso.

a victoria de Guillermo Lasso fue una sorpresa. Las encuestadoras no lo daban como ganador, mucho menos por una diferencia cómoda de casi cinco puntos. Si bien en los días previos a la elección había repuntado, el resultado del domingo llamó la atención. ¿Qué pasó en este último tramo de la campaña? ¿En qué falló Andrés Arauz? ¿Cuáles fueron los aciertos de Lasso?

Empecemos por los errores del correísmo. El candidato de Unión por la Esperanza (UNES) resultó incapaz de ampliar su base electoral, de ir un paso más allá de los convencidos y de cerrar acuerdos con organizaciones sociales, excandidatos y partidos políticos de la centroizquierda ecuatoriana. El correísmo sumó tan solo un 15% más al 32% que había alcanzado en la primera vuelta –además de perder 800.000 votos desde la elección de 2017–, mientras que Lasso creció un 32% sobre la base del 20% de febrero. ¿Por qué Arauz no llegó?

El principal motivo fue el desencuentro con un actor central en esta elección: el movimiento indígena. El del domingo fue un ballotage atípico, una segunda vuelta con tres protagonistas en lugar de dos, en el cual el movimiento indígena terminó operando como un gran árbitro. Para Franklin Ramírez, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Ecuador, “existe una desconfianza histórica de buena parte del movimiento indígena con Rafael Correa que Arauz no logró revertir para esta elección”.

El candidato indigenista y anticorreísta Yaku Pérez, que estuvo cerca de alcanzar a Lasso en la primera vuelta, así como la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) pidieron el voto nulo para el ballotage. Sin embargo, solo 700.000 mil votos se sumaron al millón que ya había optado por impugnar su voto en la primera vuelta. Si Pachakutik, el partido que llevó a Yaku Pérez como candidato, consiguió en la primera vuelta más de 1.798.000 votos ¿qué pasó con el resto de los votos en esta segunda vuelta que no fueron al voto nulo? El grueso de esos votos fue, en su mayoría, hacia el candidato conservador. “Hubo un altísimo voto a Lasso en la Amazonía (1), como ya venía sucediendo desde el 2017. Hay heridas que no sanan. Las contradicciones entre Rafael Correa y los pueblos indígenas son tan diversas como intensas, e impiden una alianza entre estos dos sectores”, explica David Suárez, sociólogo ecuatoriano especializado en el estudio de los pueblos indígenas.

Pero no se trata solo una pelea entre correísmo e indigenismo, sino también de las disputas al interior del movimiento indígena. Yaku Pérez fue el candidato del partido, pero no de las bases. Por el contrario, Leónidas Iza, de 39 años, presidente del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi y protagonista de las protestas de octubre de 2019, contaba con más respaldo en las organizaciones. También tenía aspiraciones el presidente de la Confederación, Jaime Vargas. Si bien ambos supieron dar un paso al costado y apoyar la candidatura de Yaku, la unidad se rompió en la segunda vuelta.

Es evidente que este sector no sólo complicó a Arauz, sino que amenaza la estabilidad del nuevo presidente que deberá aprender a negociar con el movimiento indígena. “Lasso tiene en su cabeza con toda claridad que buena parte de la gobernabilidad depende del tipo de relación que tenga con el movimiento indígena”, explica Ramírez.

Otra de las hipótesis, es que el correísmo haya terminado por sobreestimar el valor de las protestas de octubre de 2019. “Para los movimientos sociales esa referencia fue muy valiosa, pero tal vez no para un sector importante de la clase media ecuatoriana”, dice Ramírez. Pachakutik hizo una campaña casi sin mencionar los levantamientos de octubre. Esta posición llegó incluso a molestar a los sectores más radicalizados del movimiento como Vargas e Iza, pero las clases medias urbanas en gran medida terminaron por legitimar el discurso de la “amenaza terrorista” que buscó instalar Lenín Moreno.

Arauz tampoco consiguió los votos de Xavier Hervas, otra de las pocas opciones de centro, que había alcanzado poco más del 15% y anunció que respaldaría a Lasso en la segunda ronda. “No votaré por el modelo autoritarito que nos gobernó y que dejó tan dividida a la sociedad ecuatoriana”, comentó en una entrevista.

Para Suárez, fue el desencuentro entre las izquierdas lo que resultó decisivo para la derrota del correísmo. “Si uno mira los resultados de la primera vuelta, cómo quedó compuesto el Parlamento, confirma que existe una mayoría que se identifica con una centroizquierda que no optó por Arauz. Es un desencuentro entre una izquierda nacionalista y una izquierda indigenista que viene desde el 2009”, explica.

Arauz también perdió votos en lugares tradicionalmente aliados al correísmo, como la provincia de Pichincha, la única provincia en la que ganó Lasso en la primera vuelta y en la que se impuso cómodamente en la segunda. Para Franklin Ramírez, el correísmo perdió el respaldo de las clases medias-bajas del sur de Quito que terminaron votando por Lasso. Entre las causas identifica posiblemente “la huella del correísmo como una expresión política de carácter autoritario que puede haber pesado más en Quito que en otras partes de Ecuador”.

Mirar el pasado

Otro de los errores fue la ausencia de una mirada crítica del correísmo sobre su propio pasado. “En todos estos años, sobre todo estos últimos, la Revolución Ciudadana no terminó de reconciliarse con los antagonismos que había generado antes. Ya cuando Arauz empezó a darse cuenta era tarde. El correísmo se protegió a sí mismo, no tuvo un discurso más sincero con su pasado y eso hizo que se reafirme el voto duro correísta pero que no exista posibilidad de ampliación”, explica Ramírez.

Pero además algunos analistas consideran que Arauz fue un mal candidato. En el equipo de campaña de UNES respiraron aliviados cuando el Consejo Nacional Electoral confirmó a Lasso para pelear la elección. Su imagen desgastada, su vínculo con el sector bancario y con el gobierno de Lenín Moreno lo hacían menos competitivo que Yaku. Pero no alcanzó. Arauz “no es un candidato carismático y su campaña no logró conectar con la indignación de un país”, sostiene Suárez.

Por último, muchos cuestionan el papel de Correa. El expresidente, si bien logró fidelizar al núcleo duro, despierta rechazo en la mitad de la población, que lo ve como el retorno de prácticas autoritarias. Y el vínculo entre Arauz y Correa tampoco fue claro durante la campaña. En un primer tramo, Arauz se apoyó en el expresidente, porque llegaba como un total desconocido para esta elección. Pero en la segunda etapa intentó un giro de autonomía un tanto brusco, que para su electorado fue leído como una toma de distancia. De todos modos, los analistas coinciden en que el expresidente no ocupó el centro de la campaña de Arauz, sino que resultó una voz lejana, aunque con peso político en esta elección.

El contexto también incidió en la elección. Para Suárez, “la sociedad no es la misma que en 2013, cuando Alianza País, con Rafael Correa a la cabeza, barría con el casi el 80% de las bancas en la Asamblea. La crisis económica y el malestar social llevaron a una derechización a la sociedad, a la opinión pública y a los medios de comunicación”. Una dinámica que se profundiza en los centros urbanos de la sierra y que crece mientras la crisis golpea más a las clases medias. Para Suárez, “hay un correísmo que gana en la costa pero no logra entrar en la sierra”.

Pero no hubo solo errores del correísmo, sino también aciertos de Lasso. En primer lugar, Lasso incorporó en la segunda instancia las fórmulas duranbarbianas del marketing político. El candidato conservador dejó de hablar de Maduro y se concentró en los problemas más concretos de los ecuatorianos, se presentó como una opción de “encuentro” frente a la “polarización” y la “beligerancia” de Correa, incorporó el uso de las redes sociales como Tik Tok para convertirse en un candidato menos conservador, más moderno y no tan distante. En este marco, Lasso logró identificar a Lenín Moreno, altamente impopular, con la figura de Arauz.

En suma, una combinación de errores propios y aciertos ajenos, de transformaciones sociales e incapacidades hicieron que al correísmo se le escapara de las manos esta última elección.

1. La región de la Amazonía es un territorio fuerte para el movimiento indígena donde –excepto por la provincia de Sucumbíos– la ventaja fue para Lasso. En Orellana 55%-44%, Napo 75%-25%, Pastaza 74%-26% , Morona Santiago 69%-30% y Zamora 69%-31%

* Politóloga y periodista.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur