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Por una ONG Internacional que ponga nombres y apellidos a los muertos en tragedias migratorias

Fuentes:

Una vez más, como ya es costumbre, el mundo «desarrollado» mira impasible una terrible tragedia sucedida frente a sus costas, sin que ello ocupe horas y horas, páginas y páginas, de noticias, titulares, y demás cobertura mediática en los medios de comunicación habituales. Una vez más, además, la tragedia se sucede en el tiempo con […]

Una vez más, como ya es costumbre, el mundo «desarrollado» mira impasible una terrible tragedia sucedida frente a sus costas, sin que ello ocupe horas y horas, páginas y páginas, de noticias, titulares, y demás cobertura mediática en los medios de comunicación habituales.

Una vez más, además, la tragedia se sucede en el tiempo con otra, esta sí, que implica la muerte de una o varias personas pertenecientes, ellos sí, al mundo desarrollado.

Una vez más, en consecuencia, conocemos los nombres y apellidos de los fallecidos en la tragedia de nuestro mundo occidental, su historia de vida, el sentir de sus familias, pero no tenemos la más remota idea de quiénes eran, cómo se llamaban, qué historia de vida les acompañaba, cómo ha recibido la noticia su familia, si es que la ha recibido, de esos seres humanos que mueren buscando un futuro mejor, lejos de la miseria, el hambre, y la falta de oportunidades al que son relegados por la división del trabajo internacional, por el sistema capitalista mundial, en sus propios países. Como si los únicos seres humanos que importan al morir en una tragedia fuesen los occidentales, como si aquellos que viven en países empobrecidos, no fueran si quiera seres humanos.

Dos trabajadores mueren en Japón, a consecuencia de la catástrofe nuclear en Fukushima, y sus nombres recorren ya a estas horas el mundo entero. Han sido identificados como Kazuhiko Kokubo, de 24 años de edad, y Yoshiki Terashima, de 21. Setenta personas, trabajadores migrantes, mueren frente a las costas libias-italianas, y a estas horas la noticia no pasa de ser una pequeña reseña de segunda categoría en los titulares, las portadas y las emisiones de los principales medios. Por supuesto, enterrados ya, ninguno de ellos ha sido identificado, ninguno tiene nombre, ni nunca lo tendrá.

El objetivo no es otro que reducir a una condición inhumana a las víctimas de estas tragedias migratorias, obra y gracia del sistema capitalista. Los medios de comunicación en manos de la burguesía, no pueden permitir que los espectadores, lectores o radioyentes del mundo occidental puedan sentir el menor sentimiento de identificación o compasión con esas miles de personas que fallecen cada año en el mundo cuando, obligados por la situación en la que se encuentran sus empobrecidos países, toman la decisión de lanzarse por tierra o mar a buscar un futuro mejor en aquello que les han vendido como el paraíso occidental, allí donde van a parar los recursos que les son robados sistemáticamente a sus pueblos por las multinacionales occidentales y los gobiernos títeres y corruptos que las representan en ellos.

El ciudadano de los países occidentales no puede percibir, ni por un instante, que la opulencia en la que vive su sociedad se construye sobre la base de la explotación, el latrocinio y el saqueo a los recursos materiales y humanos de estos países empobrecidos, y, por ende, sobre la base de la miseria, el hambre, y la muerte que los rodea, tanto para los que deciden quedarse en ellos, como para los que optan por arriesgar sus vidas en un viaje migratorio no pocas veces mortal.

s necesario que nada se hable, que nada se diga, que nada se sepa de la vida, el nombre, la historia de vida o cualquier otro rastro de estas personas que pueda convertirlos, de cara al ciudadano occidental, en, precisamente eso, personas. Es necesario para que nuestras consciencias aburguesadas puedan seguir dumiendo tranquilas cada noche, pensando que el mundo es un lugar justo y bonito donde vivir, porque nuestras casas están llenas de comodidades y lujos.

Frente a esto, frente al inmenso poder que tienes los grandes medios de comunicación en manos de la burguesía, esa burguesía imperialista y multinacional que es la mayor beneficiaria de todos aquellos recursos que son robados y expoliados a estos pasíses empobrecidos, la gran vencedora del reparto mundial de la riqueza, la gran privilegiada de la actual división internacional del trabajo, poco podemos hacer los medios de comunicación alternativos. Por desgracia, nosotros tampoco conocemos los nombres, las historias de vida o los dramas familiares que acompañan a estas tragedias, ni tenemos recursos para descubirlos por nuestras propias fuentes, tampoco podemos, pues, publicarlos. Todo lo más, podemos dar a la noticia en nuestras páginas una importancia primordial, destacada, para que, cuando menos, nuestros lectores tengan conocimiento de tan lamentables hechos. Pero nada más, de momento.

Por eso se me hace tan necesario que exista una ONG Internacional que se dedique a poner nombres y apellidos, historias de vida, y demás demostraciones humanas y humanitarias a estas muertes. Creo que urge que alguien se atreva a crear una ONG Internacional de este tipo que, en colaboración con los medios alternativos, el resto de ONG comprometidas, y aquellos medios de comunicación burgueses con un mínimo talante humanitario y progresista, sea capaz de hacer ver al adormecido ciudadano occidental que detrás de esas noticias de cinco segundos en el telediario del medio día, o de esa reseña de tres párrafos en las páginas de la basura de su diario habitual o escondida en la portada de tu web de noticias de referencia, existe un ser humano que, como tal, tiene una vida, un nombre, una familia y un experiencia que contar, de la cual poder aprender, y sobre la cual poder reflexionar y extraer conclusiones. Para evitar más muertes en el futuro.

No sé si lo que estoy pidiendo es un imposible, y desde luego sé que no será a partir de esta nota que algo así pueda crearse, pero sí sé que es algo que se me antoja absolutamente necesario, algo que cualquier persona con un mínimo de talante humanitario, al que le importen más las vidas de las personas que los beneficios de las empresas, debería demandar. Por eso os pido, desde aquí, que mováis esta petición entre vuestros contactos si os es posible, que la hagáis llegar a organizaciones de derechos humanos, a ONGs, a organizaciones políticas, a sindicatos y cuanta persona u colectivo creáis oportuno, y penséis que pueda ayudar a que algo se mueva, en un sitio o en otro, en este sentido. De hecho, desde mi ignorancia, no sé si quiera si hay ya quien hace trabajo en en este sentido, si ya existen organizaciones que se dediquen a ello. Si existen, ayuden entonces a difundir sus informaciones. Si no existen, ayuden a que puedan ser creadas. Ese es mi deseo, desde la profunda indignación que siento cada vez que veo como son tratadas las muertes de estas personas por la prensa y los medios de comunicación occidentales.

Hay que poner rostro humano a los trabajadores y trabajadoras de los países empobrecidos que dejan su vida en el mar, en el desierto o en cualquier otro lugar, hay que ponérselo, y hay que ponérselo ya. Hay que informar de cada muerte con detalles, hay que informar, en definitiva, de todo el sufrimiento que estos dramáticos hecho conllevan, hay que devolverles el carácter humano que les es arrebatado por los medios de comunicación tradicionales, hasta que se abra una brecha, aunque sea pequeña, en la consciencia del ciudadano occidental con este dramático asunto, algo que a día de hoy, ni ocurre, ni se espera que ocurra.

Si los pueblos reaccionaron a Vietnam o Irak, también pueden, algún día, reaccionar, aunque sea minoritariamente, ante esta tragedia que no cesa y que se cobra miles de vidas cada año. Hagámoslo posible. Hagámoslo ya. Una ONG Internacional que ponga nombre y apellido a estas muertes, es urgente, es necesaria.

* Pedro Antonio Honrubia Hurtado, máster en Estudios Migratorios y Cooperación internacional por la Universidad de Granada. Miembro del Consejo editorial de Kaosenlared.net