Es necesario articular alternativas ecuménicas y pastorales frente a los fundamentalismos religiosos y sus agendas antiderechos en Cuba, coincidieron lideresas y líderes cristianos.
«Los derechos sexuales son derechos humanos universales, basados en la libertad, dignidad e igualdad inherentes a todos los seres humanos», reconoce Kirenia Criado Pérez, pastora y profesora del Seminario Evangélico de Teología (SET).
«Para garantizar una sexualidad saludable en los seres humanos y las sociedades los derechos sexuales deben ser reconocidos, promovidos, respetados y defendidos por todas las sociedades», agregó la pastora al iniciar el panel online Derechos Sexuales y fundamentalismos religiosos, trasmitido por la página en Facebook del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el 21 de mayo.
El panel en vivo formó parte de la 14 Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia y reunió voces reconocidas dentro del activismo ecuménico cubano a favor de la plena inclusión y la justicia social en Cuba.
Junto a Criado Pérez, participaron la reverenda Dora Ester Arce Valentín, de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba; el pastor Luis Carlos Marrero Chasbar y Joel Suárez Rodés, coordinador ejecutivo del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.
Al presentar algunos principios recurrentes de los fundamentalismos religiosos, Criado Pérez destacó la inamovilidad de la tradición; la interpretación literal de los textos sagrados; un enfrentamiento al modernismo que se busca extender a toda la sociedad; la dicotomía entre el bien y el mal que se extiende a los creyentes e infieles y la recuperación de lo religioso en lo social, con la implementación de políticas públicas que aseguren esta expansión.
Los fundamentalismos, dijo, excluyen cualquier aceptación y convivencia, ni siquiera consideran la tolerancia.
Por su parte, la teóloga feminista Dora Arce destaca la base binaria y patriarcal de los fundamentalismos religiosos, que asumen la sexualidad humana exclusivamente en el matrimonio y para la procreación. Estos actores se oponen a los avances conquistados por las mujeres y a los derechos de la población LGBTIQ.
Arce apuntó algunos de los derechos sexuales amenazados por las posturas fundamentalistas. Entre ellos: el derecho a autonomía, a la integridad y seguridad del cuerpo, al placer sexual, a la toma de decisiones reproductivas libres y responsables, a la libre asociación sexual y el derecho a recibir una educación sexual basada en el conocimiento científico.
«Llamo la atención sobre esto porque los grupos fundamentalistas cristianos que se mueven hoy en nuestra sociedad levantan la bandera del derecho a la educación como parte de la implementación del Estado de derecho y este es uno de los mayores peligros que enfrentamos, si estos grupos continúan avanzando en su agenda política», alertó la pastora.
Presentar como religiosa una agenda política ha sido una de las estrategias de los fundamentalismos a nivel internacional y también en Cuba, donde salieron al ámbito público y mediático, precisamente, en medio de la reforma constitucional de 2018 y el proceso de transformaciones sociales, económicas y políticas que vive la nación del Caribe.
«La agenda teológica en ocasiones es solo el rostro visible de un posicionamiento que, además de religioso también es político, económico y social. Estos fundamentalismos navegan en el campo de posturas políticas como expresión incipiente entre nosotros de lo que en otros lugares es ya la fusión entre la derecha religiosa y la derecha política», advirtió Criado.
La integrante de la Red Ecuménica Fe por Cuba alertó que los fundamentalismos religiosos están activos en las bases y ahí está su mayor peligro, por la influencia creciente que tienen en las comunidades, ya que apelan a la cultura heteropatriarcal persistente en la sociedad cubana y las necesidades materiales de las personas.
A su expansión territorial se suman alianzas denominacionales, el empleo de medios de comunicación y redes sociales virtuales, principalmente. ¿Qué hacer ante esta compleja realidad?
El pastor Luis Carlos Marrero Chasbar compartió tres principios para una pastoral inclusiva, apuesta que ya asumen iglesias y comunidades de fe diversas.
Se conoce como pastoral la labor religiosa, el cuidado y asesoramiento espiritual que realizan líderes y lideresas a integrantes de sus iglesias o de otras comunidades de fe.
Según Marrero, una pastoral inclusiva necesita «tener siempre presente el estudio minucioso y a tiempo de cualquier texto bíblico, para no caer en la trampa de los literalismos».
Debe ser interseccional, dijo, y estar atenta a las personas, a sus contextos y experiencias y, sobre todo, debe ser una pastoral de los afectos y del amor.
«Una pastoral del amor debe tener en cuenta que somos llamados a dar esperanza y que esta es una virtud teologal, junto a la fe y la caridad», concluyó Marrero, quien es además vicedirector del Centro Oscar Arnulfo Romero.
Desde la experiencia de un activismo ecuménico que supera las dos décadas, Joel Suárez Rodés recalca la importancia pedagógica en los procesos de transformación social y en la respuesta a los antivalores que proponen los fundamentalismos religiosos.
«La experiencia nuestra pasa por el círculo permanente de educación, organización y transformación», explicó Suárez Rodés.
La articulación en las redes sociales, pero sobre todo en las comunidades, es fundamental para el educador popular; una articulación que conecte la vida cotidiana de las personas y ofrezca espacios de encuentro y reconocimiento.
«Si hay un motivo que genera la violencia de los fundamentalismos es el temor al encuentro franco, respetuoso, generoso, abierto con quien es diferente. Ese temor disfrazado de celo religioso es, en el fondo, el temor al encuentro, a aprender, a gozar y a colaborar de la vida plena de todos y todas, sin distinción alguna», concluyó la pastora Kirenia Criado.