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Por una refundación del movimiento sindical y obrero en Chile

Fuentes: Rebelión

La bendita transición democrática, ha sido reutilizada, como andamiaje ideológico y elemento aleccionador de los sectores dominantes en Chile. Se convirtió en la fragancia que impregnó 20 años de experiencia sindical bajo la mirada complaciente y aprobatoria de una coalición de gobierno que direccionó/direcciona a partir de sus cuadros políticos el acontecer, y el desarrollo, […]

La bendita transición democrática, ha sido reutilizada, como andamiaje ideológico y elemento aleccionador de los sectores dominantes en Chile. Se convirtió en la fragancia que impregnó 20 años de experiencia sindical bajo la mirada complaciente y aprobatoria de una coalición de gobierno que direccionó/direcciona a partir de sus cuadros políticos el acontecer, y el desarrollo, cargado de mutismo, del movimiento sindical chileno.

Ha llegado así el tiempo de recriminar a quienes han portado los estandartes de la clase trabajadora, interpelarlos abiertamente e incitarlos a formar parte o ha excluirse de un cambio político, cultural, económico y social, en el cual los/as trabajadores/as deben ser parte esencial, y deben acompañar los procesos en que emergen en el día de hoy las contradicciones más profundamente palpables y a la vez profundas de este sistema de dominación. A esto es a lo que llamamos la Refundación del movimiento sindical y obrero en Chile.

Para comenzar este nuevo proceso de refundación reconstructiva de la acción sindical proponemos los siguientes desafíos:

1) la dictadura ya no puede ser evocada como la culpable de la situación actual de crisis del sindicalismo chileno. Suavizando el tema de crisis, en presencia de nuevas subjetividades y sindicalismos en Chile, debemos enfatizar que las transformaciones en la reestructuración productiva, la metamorfosis que sufrió el trabajo, la persecución, tortura y desaparición de los cuadros sindicales, etc., en el período de dictadura, ya no puede constituir la excusa de un sindicalismo anquilosado y nostálgico que busca resquicios históricos para justificar su inoperancia, su estática, su incapacidad y su política colaboracionista que solo ha generado desprestigio para la clase trabajadora, en pos de acuerdos mediocres y corporativos con empresarios y los gobiernos de la concertación. A la vez, los intelectuales orgánicos no pueden continuar con la misma línea argumentativa y recreativa del sindicalismo como víctima. Deben trasladarse al campo del presente histórico donde los/as trabajadores/as son actores y comenzar a desarrollar propuestas concretas más que diagnósticos pesimistas, cómplices e inmovilizadores de la acción político sindical, fundados en una estructura meta-histórica. el sindicalismo debe afrontar su realidad, la complejidad de su escenario, pero dejando el proceso de victimización traumático: es hora de atravesar su fantasía.

2) hay que clarificar para quién se trabaja: el sindicalismo chileno que dio paso a la transición, a partir de la CUT del 88, los acuerdos y apoyos a la concertación, a sus distintos candidatos, y a la composición partidaria de su comité directivo, doblego los intereses de los trabajadores/as en función de «proteger la democracia». Esa joya de la democracia hoy tiene a los/as trabajadores/as con la misma institucionalidad en las relaciones laborales de la dictadura, e incluso se profundizó con las reformas en flexibilización del trabajo, la legalización del subcontrato, etc. El acuerdo y el apoyo de la CUT a los gobiernos y candidatos de la concertación se ha convertido en uno de los elementos nocivos para el desarrollo de un sindicalismo consecuente, autónomo e independiente de las variantes políticas pro-empresariales de la concertación. Por ello es necesario que en la actualidad estos «liderazgos» queden claros, sean desplazados y no conviertan nuevamente al sindicalismo en un instrumento de los partidos políticos que buscan relegitimarse haciendo pasarse por «amigos del pueblo». Los trabajadores y las trabajadoras deben comenzar a confiar en sus propios métodos de acción, en sus propias medidas de protesta, en sus formas de lucha, así como en los demás actores postergados, explotados, segregados y marginados por el sistema capitalista, para conseguir, tanto los objetivos de corto alcance (cambios en la legislación laboral, por ejemplo), como en medidas que comprenden el escenario político en general (como el apoyo a los demás movimiento sociales, en la salud, educación, etc.) para cambios sociales estructurales.

3) los gestos declarativos ya solo son performances vacías y sin credibilidad: los métodos de la clase trabajadora han sido olvidados. Tapizados de discursos y declaraciones «anti-neoliberales», lo que en la práctica se ha traducido en una nada efectiva en el plano de las reivindicaciones. La CUT lleva el mismo discurso neo-corporativo por 20 años, trata de posar de reformista y ni si quiera eso le resulta. Sus direcciones están completamente cooptadas, por lo que los métodos de paro y huelga nacional, medidas y métodos históricos de la clase trabajadora, han sido guardados en el mismo cajón de los consensos. Hoy son llamados/as a paro los trabajadores/as de Chile, en medio de una crisis profunda de legitimidad de la dirección de la CUT ¿No es acaso esto más que una práctica decidida y políticamente correcta un gesto desesperado por revitalizar a un cadáver?

4) democratización y representatividad son los desafíos de la Unidad Sindical: uno de los grandes problemas en la actualidad ha sido el tema de la unidad sindical. La unidad sindical, pieza clave de la CUT desde el año 1962, donde se supone primarían los intereses de la clase trabajadora sobre los ideológicos (paradójicamente el PC levantaba el paro nacional del 61 a espaldas del presidente de la CUT, Clotario Blest) ha decaído por el mismo problema de hace 50 años: una falta de democratización interna al interior de la estructura de la CUT. Los organismos que se quejan de las estructuras autoritarias que han perdurado de la dictadura no han mostrado ninguna disponibilidad por cambiar las estructuras internas de representación al interior del movimiento sindical, replicando la misma burocracia y verticalidad que termina por alejar a las posiciones contrarias a estas lógicas de organización centralizada y autoritaria. Hasta el momento la CUT sigue un vertiginoso ritmo de descomposición y fragmentación, lo cual repercute en su dinámica de afiliación, participación y acción. En el presente debe ser un imperativo en reformular los métodos de elección en la CUT y una nueva convocatoria a elecciones.

5) los nuevos sindicalismos tienen la responsabilidad de unificarse. las nuevas formas de integración sindicales y de la clase trabajadora se vuelven cada vez más múltiple y diversos, por lo cual requieren iniciar procesos de coordinación que pongan el acento en re-pensar la unidad sindical como una necesidad objetiva de la situación actual, pero cifrándola en un nuevo debate centrado en propuestas de re-organización que vinculen una práctica más activa y comprometida con los intereses de los/as trabajadores/as que con mantener y sostener espacios inamovibles de poder burocrático. Es necesario generar redes entre las organizaciones que están enfocando sus prácticas reivindicativas con un discurso y lectura crítica de la realidad, que de paso a la acción y a la formulación de propuestas desde la misma clase trabajadora.

6) nuevas subjetividades, fragmentadas, atomizadas, pero obreras. La nueva estructura de la clase trabajadora, sentada en distintos cambios de reestructuración económica, la imposición de modelos de acumulación flexible, con la consecuente precarización y flexibilización del trabajo, sientan nuevas coordenadas para entender el mundo laboral hoy en día, y cuáles son los núcleos en los cuales la clase trabajadora está emergiendo. Los espacios de explotación se han duplicado en su diversidad, daño nacimiento a identidades precarias y sujetas constantemente a las oscilaciones flexibles de los intereses empresariales. En este segmento muchos/as trabajadores/as son abandonados por la afiliación sindical, por la negociación colectiva o por cualquier tipo de forma de articular sus demandas y necesidades en el trabajo. Este nivel de desprotección muestra también la necesidad objetiva de acercar las posiciones entre estas formas de trabajo, este tipo de trabajadores/as y una nueva práctica sindical en Chile que logre integrar en su seno esta dimensión, luchando por los derechos de afiliación y de negociación colectiva; y por la eliminación de las formas de contratación precarias y de sobreexplotación.

7) Debemos entender que los errores no solo responde a personas, sino a organizaciones y partidos políticos. El punto anterior nos lleva también a plantear que uno de los errores de la táctica corporativa que ha desarrollado la CUT ha sido el reflejo del programa político de la Concertación durante los 20 años de su gobierno. El error de maniobrar entre las aguas del neoliberalismo y sus diálogos tripartitos sin imponer una posición objetiva que consolidara la fuerza de la clase trabajadora, no es tan solo un error arbitrario de sus dirigentes, sino que detrás de ello hay fuerzas políticas que han instrumentalizado el movimiento sindical hasta la fecha, sin considerar la realidad y los intereses de la clase trabajadora. Esta es una lección que debe sacarse para el presente del movimiento sindical y obrero en Chile.

8) La refundación es necesaria como forma de generar vitalidad a un cambio social. Durante el último tiempo hemos visto como las protestas sociales se toman las calles, se comienzan a generar discusiones y debates sobre la educación, el medioambiente, la política energética, los derechos de la diversidad sexual, etc., que se va sintetizando en la idea de convocar a una Asamblea Constituyente. Hasta el momento los trabajadores parecen estar invisibles en el proceso, ya que las cúpulas marchan y participan, mientras las bases se encuentran desafiliadas de la toma de decisiones, y no se realiza una integración de los debates en una respuesta orgánica como puedo haber sido llamar a un paro nacional para el día 30 de junio de forma de presionar por el salario mínimo, la negociación colectiva, la subcontratación, etc., de demandas que vemos que son necesarias de restituir en el mundo sindical, y de sostener decididamente un proyecto político-social democratizador que no se encuentra ajeno a los conflictos sociales, y a las distintas formas de explotación que ha desarrollado el capitalismo en la actualidad.

La refundación debe ir acompañada de una nueva forma política, en cuanto a generar más lazos con los/as trabajadores/as más precarios, constituir y apoyar la formación de organizaciones ilegales que nucleen a estos sectores; fortalecer la unidad sindical desde la diversidad de formas de trabajo (y trabajadores/as) existentes, potenciar un proyecto democrático y participativo en su seno, con una visión de género que no sea tan solo fetichista y discursiva, y una visión internacional en referencia a los procesos de transnacionalización y mundialización de la economía; que potencie los espacios de formación, encuentro, recreo y ocio de la clase trabajadora desde una visión integral de la cultura; que sea capaz de dialogar horizontalmente con los actores sociales que son parte de la discriminación y explotación del neoliberalismo, de forma de generar un nuevo proyecto político social que esté arraigado en la realidad que viven hoy día la gran mayoría del pueblo y los sectores populares en Chile.

Dasten Julián.
Sociólogo. Doctorante en el Institut für Soziologie
Universidad Friedrich Schiller. Jena. Alemania. .

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