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Postmodernismo filosófico, medicina científica, fascismo y Brigadas Internacionales

Fuentes: Sin Permiso

«Deconstruir el discurso basado en los hechos objetivos en las ciencias de la salud: verdad, poder y fascismo». Ya desde el título se puede conocer que este documento académico de la edición de septiembre del International Journal of Evidence-based Healthcare (Revista internacional de la salud basada en los hechos objetivos) será pistonudo. Y usa la […]

«Deconstruir el discurso basado en los hechos objetivos en las ciencias de la salud: verdad, poder y fascismo». Ya desde el título se puede conocer que este documento académico de la edición de septiembre del International Journal of Evidence-based Healthcare (Revista internacional de la salud basada en los hechos objetivos) será pistonudo. Y usa la palabra «fascista» (o derivados) 28 veces en 6 páginas, de tal manera que incluso Rik Mayall en Young Ones podría haberla descrito como «exagerada».

Los intelectuales postmodernos son, de más está decirlo, miles de veces más inteligentes que yo, que sólo sé de ciencia y de ordenadores, pero encontré este documento tan confuso que pensé que podía tratarse de una parodia. Al fin y al cabo, ¿quién puede olvidar la gran broma de Sokal, donde un catedrático de física de la Universidad de Nueva York envió «Transgressing The Boundaries: Towards A Transformative Hermeneutics Of Quantum Physics», («Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la física cuántica»), un artículo escurril deliberadamente sin sentido que pretendía socavar su propia disciplina, a la revista Social Text, una publicación puntera en este campo, en donde fue aceptado y publicado para regocijo y cuchufleta universales?

Pero esto es muy real, muy ampuloso, espectacularmente ofensivo, y de modo significativo, yerra completamente el tiro. Véase, si no, lo que ponen estos autores en «Objetivos», la sección del resumen: «El trabajo filosófico de Deleuze y Guattari demuestra ser útil al demostrar cómo las ciencias de la salud están colonizadas (territorializadas) por el paradigma de investigación científica -post-positivista- que todo lo abarca, pero también y más importante aún, al mostrar el proceso mediante el cual una ideología dominante excluye formas alternativas de conocimiento, actuando por lo tanto como una estructura fascista.»

Permítanme poner mis credenciales «fascistas» sobre la mesa y decir alto y claro que eso no son «objetivos». Huelga decir, empero, que la nebulosidad académica resulta característica de esos pagos. En el caso de que ustedes no hayan oído nada acerca de la citada autoridad, el filósofo continental Felix Guattari, he aquí una joya de otro trabajo suyo que atestigua su admirable claridad: «Podemos claramente ver que no hay una correspondencia biunívoca entre los enlaces significativos lineales o archiescritura, dependiendo del autor, y esta multireferencial, multidimensional catálisis mecánica». Aunque acaso sea más de su gusto Gilles Deleuze: «En primer lugar, las singularidades-eventos se corresponden con series heterogéneas que están organizadas dentro de un sistema que no es estable ni inestable [¡vaya por Dios!], sino más bien ‘metaestable’, dotado de una energía potencial en la que las diferencias entre series son distribuidas.»

Este tipo de personajes viene a ser reclutado a fin de atacar la noción de medicina basada en los hechos objetivos, y el argumento del texto en cuestión -que, téngase en cuenta, no es precisamente de fácil lectura- parece ser el siguiente: la medicina basada en los hechos objetivos rechaza todo lo que no sea un proceso controlado aleatoriamente (lo que no es verdad); la Biblioteca Cochrane, por alguna oscura razón, es el arquitecto principal de este proyecto; y por último, esto incurre en fascismo, en algún sentido de la palabra que tanto les seduce (28 veces).

Un botón de muestra: «La clasificación de las pruebas empíricas científicas según propone el Grupo Cochrane [sic]… obedece a una lógica fascista… Este ‘régimen de la verdad’ envía al ostracismo a los que siguen formas ‘desviacionistas’ de conocimiento… Cuando el pluralismo de la libertad de palabra se extingue, el habla como tal no tiene sentido; después viene el terror, una violencia totalitaria.» Disparatan en newspeak [la «neolengua» del Ministerio de la Verdad orwelliano]. En algún momento parece que llegan a identificar a los epidemiólogos con George W. Bush. Y así por el estilo.

Por lo pronto, yerran totalmente en lo que atañe a la Biblioteca Cochrane (que simplemente produce buenas reseñas bibliográficas): no usa solamente datos aleatorios, como afirman estos postmodernos, revelando, al sugerir lo contrario, una ignorancia espectacular.

Pero hay un asunto más importante aún. La medicina basada en los hechos objetivos sería ampliamente percibida como carente de alma y algorítmica; la última cosa que queremos de los médicos. Se trata de un error idiota. La medicina basada en los hechos objetivos utiliza con muy buen criterio información cuantitativa, de consuno con todas las demás formas de conocimiento, en un contexto clínico. No denigra a otras formas de conocimiento, como la experiencia clínica o las preferencias del paciente. No pretende las virtudes del autómata. Creo que ustedes, los licenciados en humanidades, llaman a este tipo de argumentos la falacia de inventar, falseándola, la posición del contrario [straw man argument].

Con todo, lo expuesto hasta ahora no deja de tener cierto comedimiento. Pero ¿qué decir de algunas lanzadas más pueriles que involucran idealmente al fascismo? En lo que a mí hace, puedo conllevar su etiqueta de «fascista» con impertérrita sonrisa. Pero Archie Cochrane, epidemiólogo pionero, inspiración fundatriz que fue de la Biblioteca Cochrane, prisionero de guerra durante cuatro años en la Alemania nazi («el principal motivo de mi captura fue mi impericia para nadar a Egipto»), el hombre que, gracias a la puesta por obra de su punto de vista teórico, logró salvar probablemente más vidas que cualquier médico que se conozca, podría verlo de forma harto diferente. En el verano de 1936 dejó sus estudios de medicina y viajó a España para unirse a las Brigadas Internacionales, en donde se batió con ambas manos contra la violenta opresión totalitaria de los fascistas del general Franco. Y díganme, señores postmodernos, ¿qué hacen ustedes en las vacaciones estivales?

Ben Goldacre es un periodista científico británico que escribe regularmente en el cotidiano The Guardian y mantiene una divertida página antiobscurantista en internet (www.badscience.net).

Traducción para www.sinpermiso.info: Julie Wark y Daniel Raventós