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Prácticas de la izquierda que contribuyen al desencanto

Fuentes: Rebelión

1. La gente común y corriente está harta del sistema político tradicional 2. En el artículo anterior nos referimos a como la corrupción afecta la credibilidad de la izquierda y sostuvimos que existen una serie de rasgos en ella que dificultan su papel orientador y articulador. 3. Desconcierta la bastante frecuente adopción por algunos partidos […]

1. La gente común y corriente está harta del sistema político tradicional

2. En el artículo anterior nos referimos a como la corrupción afecta la credibilidad de la izquierda y sostuvimos que existen una serie de rasgos en ella que dificultan su papel orientador y articulador.

3. Desconcierta la bastante frecuente adopción por algunos partidos de izquierda de prácticas partidistas que difícilmente se diferencian de las prácticas habituales de los partidos tradicionales. Y esto ocurre cuando cada vez más la gente rechaza las prácticas partidarias clientelistas, poco transparentes y corruptas, de aquellos que solo se acercan al pueblo en momentos electorales, que pierden energías en luchas intestinas, de fracciones y pequeñas ambiciones; donde las decisiones son adoptadas por las cúpulas partidarias sin una real consulta con las bases y prima el liderazgo unipersonal sobre el colectivo de la gente.

4. La gente común y corriente está harta del sistema político tradicional, los mensajes que se quedan en meras palabras y nunca se traducen en acciones concretas. La gente quiere cosas nuevas, quiere cambios, quiere nuevas formas de hacer política, quiere una política sana, quiere transparencia y participación, quiere recuperar la confianza.

2. Prácticas que contribuyen al desencanto

5. A continuación señalaremos algunas de las prácticas que suelen ser usadas por la izquierda y especialmente por la izquierda partidaria y que -además de la corrupción que señalábamos en el artículo anterior- conducen a que esta pérdida de credibilidad.


6. A la izquierda partidaria le ha costado mucho abrirse a las nuevas realidades. Muchas veces se ha mantenido aferrada a esquemas conceptuales que le han impedido apreciar la potencialidad de los nuevos sujetos sociales , centrando su mirada exclusivamente en los actores que tradicionalmente se movilizaban como los sindicatos, hoy muy debilitados producto de diferentes factores. Ellos deben tener en cuenta el resto de la gente que se mueve.

7. Esta izquierda suele no considerar, por ejemplo, al movimiento juvenil, que luego de haber casi desparecido durante varios años, comienza hoy a repuntar.

8. Por otra parte, la aplicación reduccionista del concepto de clase al campesinado indígena la llevó a considerarlo como una clase social explotada que debía luchar por la tierra como cualquier otro campesino, ignorando la importancia del factor étnico-cultural que hacía de ese campesinado un sector social doblemente explotado, tanto desde el punto de vista de clase, es decir, de la situación que se tiene en relación con los medios de producción, como desde el punto de vista étnico.

b) Subjetivismo en el análisis de la correlación de fuerzas

9. Entre las cosas que hay que rechazar está el subjetivismo en el análisis de la correlación de fuerzas. En relación con este aspecto, Bernardo Jaramillo, dirigente comunista colombiano y presidente de la Unión Patriótica en su época, reconoce que existe en la izquierda una tendencia a «auto engañarse, a decir, por ejemplo, que se logra movilizar a miles cuando sólo se moviliza a centenas.» «¿Cómo puede una fuerza revolucionaria conducir a las masas de esa manera?» se pregunta y agrega que él estuvo en el paro de octubre de 1988 en Bogotá, que recorrió durante todo el día la ciudad; que estuvo con dirigentes de la CUT [Única de Trabajadores] en la zona industrial de Bogotá, y el paro no se dio. «¿Cómo puede aparecer luego la prensa revolucionaria diciendo que el paro fue un éxito?» «Sobre esta base -afirma- nunca vamos a ir a ningún lado. Pero es que ese tipo de concepciones que se reflejan en la prensa nuestra son producto de las concepciones estalinistas que afirman que siempre tenemos la razón, que siempre somos los mejores, que todo lo que hacemos nos da resultado. Ese es el quid del estalinismo, es el criterio que yo considero que hay que combatir; ése es el criterio que nos lleva a cometer graves errores.»

10. Suele ocurrir que los dirigentes movidos por su pasión revolucionaria tienden a confun dir los deseos con la realidad. No hacen una valoración objetiva de la situación, tienden a subestimar las posibilidades del enemigo, y, por otro lado, a sobrestimar las posibilidades propias.

11. «Confundimos en parte, nuestro estado de ánimo con el de las masas», reconoce autocríticamente el comandante salvadoreño, Roberto Roca. «Yo creo que, sobre todo a finales del 88, el apasionamiento subjetivista impregnó un tanto a la Comandancia General. No tengo problema en reconocerlo.» En enero del 89 la información que recibieron les hizo ver que la realidad era diferente. La «incorrecta apreciación de la situación impidió que se aprovechara óptimamente la coyuntura desencadenada por la propuesta electoral del FMLN».

12. «La única garantía de no cometer estos errores -según Roca- es asegurar que la organización política sea capaz de evaluar la situación, no en función de su estado de ánimo, sino a partir de tomarle el pulso al estado de ánimo de las masas, al estado de ánimo del enemigo, a la realidad internacional. Una vez hecha esa evaluación es preciso buscar la fórmula política, militar, operativa, y diseñar las líneas de acción que permitan capitalizar toda esa situación. Pero, como se trata de un proceso tan dinámico, ésa debe ser una labor cotidiana. Y debe realizarse sin perder de vista jamás que el sujeto de la revolución son las masas, porque la revolución no se hace a partir de la intriga, de la maniobra política, o de las iniciativas en el plano diplomático. En eso se prueba el arte, la capacidad de conducción.» 

13. Pero también es importante que los militantes y dirigentes intermedios sean objetivos al entregar la información a su dirección evitando esa tendencia a contar los hechos como esta quiere que sean. Algunas veces éstos desinforman en lugar de informar al proporcionar, por ejemplo, cifras abultadas de determinadas movilizaciones o acciones.

14. Con ello, se está poniendo en peligro la capacidad de los dirigentes para evaluar la situación en la que hay que operar.

c) Generalizar a partir de la experiencia personal sin tener en cuenta la situación en su conjunto

15. Es lógico que sean distintas las visiones de la realidad según el lugar donde se vive y el sector en el que se trabaja. Es diferente la apreciación de la situación que tienen del país los dirigentes que trabajan con los sectores más radicalizados, de la que tienen los que realizan su actividad política entre los sectores más retrasados.

16. No tienen la misma visión de Chile los cuadros revolucionarios que trabajan en un barrio popular combativo, que los que lo hacen con los sectores medios. Esto mismo ocurre en los países donde existen zonas de guerra y espacios políticos. Los guerrilleros que viven enfrentamientos reales con el enemigo, que han logrado obtener gracias a sus victorias militares el control de determinadas zonas, tienden a creer que el proceso revolucionario está más avanzado de lo que realmente está. Aquellos militantes que participan en los espacios legales en los grandes centros urbanos tienen visión diferente, en esos lugares el poder ideológico y el control militar del régimen es todavía muy grande.

17. «Las valoraciones de la Unión Patriótica y de las FARC sobre lo que ocurre en el país son completamente diferentes -reconoce Bernardo Jaramillo y agrega-: Esto me parece lógico. Yo estoy desarrollando la política a campo abierto, en contacto permanente con las masas urbanas de la sociedad colombiana; estoy actuando en la vida política de un país de democracia restringida y las FARC están desarrollando una acción armada donde su contacto es con las masas campesinas, donde sus acciones tienen otras consecuencias políticas que las que tienen para mí…»

18. A veces los revolucionarios se deslumbran con pequeños destellos de poder local que logran promover en algunos lugares del país. Estos son perfectamente tolerados por el enemigo, porque no ponen en peligro la reproducción global de su sistema. Por otro lado, éxitos locales les hacen olvidar que el enemigo controla todavía los puntos estratégicos en los cuales se asienta su poder.

19. Por eso es muy importante, que, al analizar la situación, se superen las apreciaciones subjetivas nacidas de la sola experiencia personal y se contemple el conjunto del país con sus áreas y sectores más avanzados y retrasados.


20. Los movimientos populares y, en general, los diferentes actores sociales que hoy están en las principales trincheras de lucha por construir una sociedad alternativa a la sociedad capitalista tanto a nivel de sus propios países, como a nivel internacional rechazan, con razón, las conductas hegemonistas. No aceptan que se intente imponer en forma autoritaria la dirección desde arriba; que se pretenda conducir al movimiento por órdenes por muy correctas que éstas sean.

b) No saber escuchar

21. Parecería una perogrullada decir que es importante que los dirigentes máximos aprendan a escuchar. Pero es fundamental que sean capaces de asimilar las informaciones y opiniones ajenas sobre todo cuando no coincidan con las suyas.

22. Si el líder no se sabe escuchar -dice el comandante Roca-, para lo cual se requiere de una gran dosis de modestia revolucionaria, y, por otro lado, se reciben informaciones falseadas, lo que ocurre luego es que se bajan líneas de acción que no se ajustan a las posibilidades reales de movilización. Entonces después resulta más fácil atribuir el fracaso en la consecución de los objetivos a una falta de madurez del pueblo. Si el pueblo no te va acompañando en el nivel que vos querés, tenés que preguntarte por qué, qué es lo que anda mal, y hay que tener la modestia de reconocer en lo que se anda mal, y no descargar la responsabilidad sobre otros.»

c) Actitudes sectarias

23. Este es un error que se arrastra desde la izquierda marxista tradicional cuando. Desde la presunta preeminencia que le daba su condición de guardián de la ortodoxia marxista, el partido tendía a minusvalorar los aportes de sus «compañeros de viaje»

24. En su forma más extrema sólo las acciones dirigidas por el Partido tenían valor. Una victoria derivada de la iniciativa de otra fuerza, aunque fuera aliada, era peor que una derrota.

25. Y en la práctica el trabajo político se sustituía por maniobras de salón para copar directivas de organizaciones de masas y eliminar rivales de otras fuerzas de izquierda, destruyendo cualquier posibilidad de colaboración entre estas fuerzas.

26. Este error, que se dio en muchas ocasiones en los partidos comunistas ortodoxos, reapareció con más frecuencia si cabe en los grupos escindidos de aquéllos que pretenden defender la pureza revolucionaria, y, por desgracia persiste en la nueva izquierda, en la que el «patriotismo de partido» se impone muchas veces a la lealtad con los compañeros de lucha.

27. Es mal recibido que la izquierda partidaria tienda a «partidizar» -como dicen los uruguayos Enrique Rubio y Marcelo Pereira- todas las iniciativas y los acciones de quienes luchan por la emancipación, en lugar de esforzarse por articular sus prácticas en un proyecto político único. Se partidiza la lucha cuando ésta se subordina a la preeminencia del partido y su línea política.

28. Pero este error, muy grave cuando se trata de conflictos entre partidos de origen obrero o marxista, es más grave aún cuando se tiende a desconocer el aporte de fuerzas que expresamente pretenden representar otras clases o sectores como los campesinos o indígenas.

29. Esta izquierda parece haber olvidado que Lenin siempre subrayó que la clase obrera no puede adquirir conciencia de clase si no es capaz de comprender y asumir como propios los intereses de todas las clases, capas y grupos de la población que son oprimidos por el régimen imperante. «Quien oriente la atención, la capacidad de observación y la conciencia de la clase obrera exclusivamente, o aunque sólo sea con preferencia, hacia ella misma, no es un social­demócrata [1] -escribía el dirigente bolchevique en Qué hacer – , pues el conocimiento de sí misma, por parte de la clase obrera, está inseparablemente ligado a la completa nitidez no sólo de los conceptos teóricos… o mejor dicho: no tanto de los conceptos teóricos, como de las ideas elaboradas sobre la base de la experiencia de la vida política, acerca de las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual.»

d) Manipulación de las organizaciones populares

30. Muy ligado a lo anterior ha existido una tendencia a considerar a las organizaciones populares como elementos manipulables, como meras correas de transmisión de la línea del partido. La dirección del movimiento, los cargos en los organismos de dirección, la plataforma lucha, en fin, todo, se resuelve en las direcciones partidarias y luego se baja la línea a seguir por el movimiento social en de cuestión, sin que éste pueda participar en la gestación de ninguno de los asuntos que más le atañen.

31. Esta posición se ha apoyado en la tesis de Lenin en relación con los sindicatos de los inicios de la revolución rusa, cuando parecía existir una muy estrecha relación entre clase obrera, partido de vanguardia y estado.

32. Sin embargo, pocos saben ¾ por la forma a histórica e incompleta en que se ha leído a este autor ¾ que esta concepción fue abandonada por el dirigente ruso en los años finales de su vida, cuando ¾ en medio de la aplicación de la Nueva Política Económica (NEP) y sus consecuencias en el ámbito laboral ¾ prevé el surgimiento de posibles contradicciones entre los trabajadores de las empresas estatales y los directores de dichas empresas y sostiene que el sindicato debe defender los intereses de clase de los trabajadores contra los empleadores utilizando, si considera necesario, la lucha huelguística que, en un estado proletario no estaría dirigida a destruirlo sino a corregir sus desviaciones burocráticas.

33. Este cambio pasó desapercibido para los partidos marxistas‑leninistas quienes hasta hace muy poco pensaban que la cuestión de la correa de transmisión era la tesis leninista para la relación partido‑organización social.

e) Trabajar sin tener en cuenta las diferencias

34. Todavía existe en la izquierda una dificultad para trabajar con las diferencias. La tendencia de las organizaciones políticas del pasado, especialmente de los partidos que se autodenominaban partidos de la clase obrera, fue siempre tender a homogeneizar la base social en la que actuaban. Si esta actitud se justificó alguna vez dada la identidad y homogeneidad de la clase obrera de épocas pasadas, en este momento es anacrónica frente a la presencia de una clase obrera muy diferenciada y el surgimiento de otros actores sociales muy diversos entre sí. Hoy se trata cada vez más de la unidad en la diversidad, del respeto a las diferencias étnicas, culturales, de género, y de sentimiento de pertenencia a colectivos específicos.

35. Se hace necesario realizar un esfuerzo por encauzar los compromisos militantes partiendo de las potencialidades propias de cada sector y aún de cada persona que está dispuesta a comprometerse en la lucha, sin buscar homogeneizar a los actores. Es importante tener una especial sensibilidad para percibir también todos aquellos puntos de encuentro que puedan permitir levantar, a partir de la consideración de las diferencias, una plataforma de lucha común .


36. El trabajo de la militancia se delega progresivamente en las personas que detentan cargos públicos y administrativos. La política se transforma en una acción exclusivamente administrativa o institucional. El esfuerzo prioritario deja de ser la acción colectiva para convertirse en la acción parlamentaria o en la presencia mediática .

b) Dejar que la derecha fije el calendario de las luchas de la izquierda

37. La izquierda que respeta las instancias democráticas suele estar a la defensiva. Al limitar el trabajo político, salvo escasas excepciones, al uso de la institucionalidad vigente casi exclusivamente, es decir, al adaptarse a las reglas del juego del enemigo, casi nunca lo toma por sorpresa. Se cae en el absurdo de que el calendario de las luchas de la izquierda lo fija la derecha.

c) Ir a elecciones en el marco heredado sin denunciarlo

38. ¿Cuántas veces no hemos escuchado quejas de la izquierda contra las condiciones adversas en las que tuvo que dar la contienda electoral, luego de constatar que no ha logrado en las urnas los resultados electorales esperados? Sin embargo, esa misma izquierda muy pocas veces denuncia en su campaña electoral las reglas del juego que se le imponen y plantea como parte de esa campaña una propuesta de reforma electoral. Por el contrario, suele ocurrir que en búsqueda de los votos ¾ en lugar de hacer una campaña educativa, pedagógica, que sirva para que el pueblo crezca en organización y conciencia ¾ utilice las mismas técnicas para vender sus candidatos que las que usan las clases dominantes.

39. Y esto determina que, en caso de un fracaso electoral, además de la frustración, el desgaste y el endeudamiento productos de la campaña, el esfuerzo electoral no se traduzca en un crecimiento político de quienes fueron receptores y actores, dejando la amarga sensación de que todo ha sido en vano. Muy distinta sería la situación si la campaña se pensase fundamentalmente desde el ángulo pedagógico, usando el espacio electoral para fortalecer la conciencia y la organización popular. Entonces, aunque los resultados en las urnas no fuesen los mejores, el tiempo y los esfuerzos invertidos en la campaña no serían algo perdido.

40. Con razón algunos sostienen que el culto a la institución ha sido el caballo de Troya que el sistema dominante logró introducir en la misma fortaleza de la izquierda transformado logrando minarla por dentro.

41. La acción militante tiende entonces a reducirse a la fecha electoral, pegadas de carteles y algún que otro acto público.

d) Someterse a reglas institucionales que fomentan el personalismo y afectan la unidad

42. Por otra parte, las propias reglas del juego electoral impuestas por las clases dominantes dificultan la unidad de la izquierda y fomentan el personalismo . Obligan en algunos países a trabajar por el propio partido en lugar de hacerlo por un frente más amplio.

43. La izquierda tiene que ser consciente de este problema y debe elaborar reglas internas que desactiven los efectos de este tipo de reglas institucionales.

e) Depender en cuanto al financiamiento de la organización política casi exclusivamente de los cargos institucionales

44. Por desgracia, el financiamiento de los partidos proviene cada vez más de la participación de sus cuadros en las instituciones Izquierda del estado: parlamento, gobiernos locales, tribunales de control electoral, etcétera; con todo lo que ello entraña de dependencia y de presiones.


45. Muchos activistas de la izquierda suelen limitarse a repetir mecánicamente mensajes y consignas sin considerar a quien se están dirigiendo, ni si han ocurrido hechos que ameritarían una modificación de ellos.

46. Refiriéndose a la práctica del FMLN en este sentido, uno de sus comandantes – Eduardo Sancho – escribía: «Cuando todos los discursos y los mensajes vienen hechos de la misma tela y se trasmiten de la misma forma y con las mismas palabras, pronunciadas en el mismo tono y por el mismo megáfono, cuando pasan los años y la pinta y la consigna no cambian, la palabra se devalúa. Es moneda que ya no compra la imaginación de nadie.

47. «Esto ha pasado en buena medida con la propaganda revolucionaria. La gente se aburre de los textos de manual, en los cuales los conceptos se aplican mecánicamente y la realidad parece no cambiar. Nada es más idealista que esto, nada tan falto de materialismo como este inmovilismo teórico, abstracto, este hueso sin carne. ¿Cómo es posible leer un libro de hace 20 años y encontrar que dice lo mismo que nuestro mensaje de hoy? ¿Cómo es posible que nuestro discurso no cambie? […] ¿Es que no existen problemas nuevos en la revolución? ¿Cómo es posible que no seamos capaces de crear nuevas consignas? A veces tenemos síntomas de arterioesclerosis ideológica. […] Debemos evitar toda forma de adoctrinamiento que simplifique la verdad, convirtiéndola en simples consignas o escondiéndola o manipulándola. A veces hemos caído en esta engañosa trocha del adoctrinamiento por comodidad, por ganar tiempo, por impaciencia.

b) Mensajes uniformes no adaptados a la gente que se quiere movilizar

48. Muchas veces dirigentes de izquierda transmiten mensajes no adaptados a la gente que se quiere movilizar.

49. Nos parece de interés recordar aquí lo que nos narrara Facundo Guardado en mayo de 1989, en relación con las banderas de lucha y el tipo de gente que, de acuerdo a ello, se mueve. «Hasta hace unos pocos días atrás -decía- estuve trabajando con un compañero que es el responsable del trabajo del barrio nuestro, y le pregunté: «¿Cuánta gente de la que tenemos en los barrios es una base segura que podés movilizar a cualquier marcha de contenido reivindicativo o político, o lo que sea?» ‘Nosotros ahí aseguramos 300 gentes’, me respondió. ‘¿Cuántas bases tenemos que podés sacar a las calles de San Salvador por las reivindicaciones del barrio?’ ‘¡Ah, bueno! -me dijo-, ahí nosotros aseguramos que salgan mil gentes Y esas mil gentes pueden salir también en una situación de un movimiento más amplio. Ahora bien, si el llamado lo hacen sólo las organizaciones más radicales esas mil gentes no salen; pero si lo hacen al mismo tiempo otros sectores podés lograr esa cifra o más’.»

50. Cuando se planifica una movilización es fundamental determinar cuál es el tipo de gente que queremos mover. El mensaje debe ser muy diferente si lo que se busca el dinamizar a los más radicalizados o si se pretende movilizar a amplios sectores de la población.

51. Pero también es importante que los militantes y dirigentes intermedios sean objetivos al entregar la información. Algunas veces éstos desinforman en lugar de informar al proporcionar, por ejemplo, cifras abultadas de determinadas movilizaciones o acciones.

5) El tema económico: un elemento clave en la crisis de la izquierda

52. El actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, ha analizado en forma brillante aspectos objetivos de esta crisis de la izquierda en su Conferencia del 27 mayo del 2016 en la Universidad de Buenos Aires.

53. Aquí quisiéramos aludir a uno de los temas que él aborda: el tema económico que, en general, está ausente del discurso de la izquierda.

54. Concuerdo con el señalamiento que hace el vicepresidente boliviano de que en estos procesos de construcción de alternativas al neoliberalismo la «economía es decisiva.» Según él en «la economía nos jugamos nuestro destino como gobiernos progresistas y revolucionarios.»

55. Tenemos que tener claro que no hay discurso que valga si no va acompañado de la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Y por eso la derecha ha decidido aprovecharse de esta debilidad de la izquierda para atacarla en este terreno. 

 



[1] . Lenin emplea este término como el equivalente de militante revolucionario. Este significado no tiene nada que ver con el uso actual del término de socialdemócrata.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.