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Premio Nobel a la intención

Fuentes: Canarias Socialista/Rebelión

En el mismo año en que las ordas fascistas de Pinochet derrumbaban a golpe de bomba y fusil el orden constitucional en Chile, Henry Kissinger fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz por sus negociaciones durante la guerra de Vietnam. Se trata de un galardonado que participó en la organización del golpe de […]

En el mismo año en que las ordas fascistas de Pinochet derrumbaban a golpe de bomba y fusil el orden constitucional en Chile, Henry Kissinger fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz por sus negociaciones durante la guerra de Vietnam. Se trata de un galardonado que participó en la organización del golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Salvador Allende y en el pronunciamiento contra la democracia en Uruguay cuando la izquierda aglutinada en el Frente Amplio daba pasos de gigante hacia el poder. 1990 y 1985 fueron las fechas hasta las que se prolongaron sendas dictaduras. Desde 1976 a 1983 sufrieron las argentinas (1) la cruel junta militar del «Proceso de Reorganización Nacional» al que también apoyó Kissinger. Fue cómplice de los bombardeos sobre Laos y Camboya, así como colaborador del genocida indonesio Suharto. Este ejemplar luchador contra el comunismo, que tan efectivas -además de ilícitas- armas empleó en su tarea de reducir cualquier gobierno de carácter popular fue considerado un «héroe por la paz».

Fue también Sájarov, físico soviético, premiado con un Nobel de la Paz, concretamente y sin más rodeos que por ser disidente de la política de su país. En 1975, todavía en plena Guerra Fría, era todo un arma propagandístico para el entonces presidente de los EEUU Gerald Ford. Hasta hoy ningún personaje norteamericano ha sido condecorado con este premio por su disidencia frente al Imperio. Hay que tener en cuenta que Sájarov da nombre a otros premios, otorgados por el Parlamento Europeo, que han recibido elementos como Osvaldo Payá, las Damas de Blanco o Reporteros Sin Fronteras en honor a la supuesta libertad de conciencia .

En 1978, el premio Nobel agradece al egipcio Sadat su acercamiento a la política estadounidense en detrimento de las históricas relaciones con la URSS, el reconocimiento del Estado de Israel, su política económica plenamente liberal y la represión contra los focos musulmanes de resistencia.

Óscar Arias, el gran conductor de Costa Rica hacia el neoliberalismo, fue condecorado también con este prestigioso premio en 1987, un año antes de que los Cascos Azules fueran reconocidos por su participación en numerosos conflictos bélicos.

Gorbachov recogió también un Nobel en 1990 por considerar que la corrección de errores en su país pasaba por la erradicación de un sistema político para abrazar el triunfante capitalismo, que hoy deriva en unos índices de pobreza y marginación inéditos durante la etapa del bloque socialista en esa zona.

La lista continúa en los años siguientes manteniendo una línea similar, que se vio alterada cuando en 2007 también se consideró como un gesto magnífico de paz hacer una película sobre el cambio climático que generó ganancias multimillonarias para Al Gore.

En 2009, más de cien años después de que se comenzaran a conceder los premios Nobel de la Paz, un presidente con menos de diez meses de mandato, que no ha conseguido poner fin al bloqueo contra Cuba, que sigue enviando tropas militares a Irak y Afganistán, que lidera el país más armado del planeta y la cabeza mundial en la venta de armas, que instaura bases militares en América Latina para controlar una región que no le pertenece, que no logra mediar en la insostenible situación de asedio que sufre Palestina y no realiza políticas efectivas que presionen a un gobierno golpista que lleva más de cien días sentado en la poltrona hondureña, es mencionado Premio Nobel de la Paz. Su logro parece ser luchar por la restauración de la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos; es decir, le premian por hacer su trabajo, el trabajo que le encomendaron las frágiles urnas estadounidenses. Es indignante que en el mundo en que vivimos y en los tiempos que corren, sean las intenciones lo que cuenten, cuando es la acción la que corre prisa.

Quizás, y muy probablemente, sea Obama un hombre ideas nobles. Seguramente quiere hacer más de lo que la política de su país y la situación internacional le permiten. Pero hoy hay en el mundo millones de personas que hacen, día a día, muchísimo más esfuerzo y trabajo en aras de una sociedad más justa y pacífica, y no es el amigo Barak la vanguardia de la Paz, precisamente.

Fuente: http://canarias-socialista.blogspot.com/2009/10/premio-nobel-la-intencion.html

(1) Permítase el uso del femenino para referirse a las (personas) argentinas .

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.