Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens
«Los gobiernos occidentales solían creer que elecciones libres y limpias aseguraban una legitimidad total, pero sobrevinieron las elecciones palestinas y Hamas.»
Le lectura de todas las diatribas de Washington, Londres y otras capitales de la UE después de la aplastante victoria de Hamas, me llevó a pensar en cómo se las arreglan para aguantar la risa mientras contravienen consecuentemente sus propios principios. Pero no tendrán razón, preguntarán, seguramente un partido que ahora ha sido elegido al gobierno debe abstenerse de toda violencia y renunciar a su creencia en un cambio de régimen. La ironía de semejantes argumentos falaces no es apreciada por los partidarios del Partido Republicano neoconservador de George Bush que no han hecho otra cosa que lanzarse a una violencia perpetua desde 2001. Tampoco es realmente creíble que haya quien se queje en Tel Aviv de un cambio de régimen mientras trabajan por iniciar cambios de régimen en Teherán y Damasco. Desde luego, el hecho de que Israel barrió del mapa violentamente al Estado palestino unitario existente en 1948 no aparece por ninguna parte.
Sin embargo, los puntos mencionados no son los cruciales; lo que es más serio es la depredación omnipresente de los principios que vemos estos días, sea la rendición de Google ante China, el vacío ético en Washington, o la reducción de los valores fundamentales en la Guerra Contra el Terror. Es importante, porque la fuerza fundamental de un principio es probar su resistencia cuando se ve confrontado por dificultades y desafíos, la prueba de fuego es que un principio es sólo un principio cuando no conviene aplicarlo.
Los principios que tienen que ser constantemente diluidos se convierten entonces en un barómetro del estado calamitoso de un cierto modo de vida. A medida que cada día pasa en la Guerra Contra el Terror, más y más vacas sagradas son sacrificadas con tanta regularidad que es difícil saber qué hacer con toda la carne.
Los gobiernos occidentales solían creer que la gente tiene derecho a un juicio justo, pero vino Guantánamo.
Los gobiernos occidentales solían creer que la gente no debe ser sometida a arrestos arbitrarios, pero vino la «Entrega Extraordinaria».
Los gobiernos occidentales solían creer que la vigencia del derecho internacional era sacrosanta, pero vino la invasión unilateral de Iraq.
Los gobiernos occidentales solían creer que la gente no debía ser sometida a torturas bajo ninguna circunstancia, pero vino la subcontratación de prisioneros a las mazmorras egipcias y sirias.
Los gobiernos occidentales solían creer que los prisioneros de guerra no debían ser sometidos a tratos inhumanos, pero vino Abu Ghraib.
Los gobiernos occidentales solían creer que los individuos tenían derecho a la privacidad, pero vinieron las escuchas y la vigilancia sin autorización.
Los gobiernos occidentales solían creer que los individuos tenían derecho a que se les dijera de qué se les acusaba, pero vinieron los 28 días de detención sin acusación.
Los gobiernos occidentales solían creer en la libertad de expresión, pero vino la ofensa planificada por «glorificación del terrorismo» y la prohibición de grupos no violentos.
Los gobiernos occidentales solían creer que la gente podía defenderse si era atacada, pero vino la clasificación de la resistencia afgana e iraquí como terroristas.
Los gobiernos occidentales solían creer que los civiles debían ser protegidos de los horrores de la guerra, pero vino el uso del fósforo blanco y del uranio empobrecido.
Los gobiernos occidentales solían creer que la no proliferación nuclear valía para todos los Estados, tal como lo dice el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero vinieron las minibombas atómicas y los escudos de defensa antibalística.
Los gobiernos occidentales solían creer que elecciones libres y limpias aseguraban la legitimidad total, pero sobrevinieron las elecciones palestinas y Hamas.
Claro que sobreviven uno o dos ideales, por ejemplo el culto de la conveniencia por sobre los principios.
By courtesy & © 2006 Sajjad Khan
http://americas.mediamonitors.net/content/view/full/25872
Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft.