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Psicología del espíritu militante y filosofía política ante el sujeto burgués

Fuentes: Rebelión

En todos estos años de militancia social y cultural, sucesivamente vamos observando cómo proyectos de organizaciones y de personas de todo tipo van corrompiéndose, con incoherencias, populismos y traiciones a supuestos valores e ideales que se dicen defender. En estos ámbitos culturales, sociales y políticos, el cáncer de la buena vida burguesa con los privilegios […]

En todos estos años de militancia social y cultural, sucesivamente vamos observando cómo proyectos de organizaciones y de personas de todo tipo van corrompiéndose, con incoherencias, populismos y traiciones a supuestos valores e ideales que se dicen defender. En estos ámbitos culturales, sociales y políticos, el cáncer de la buena vida burguesa con los privilegios y el lujo, los ídolos de la riqueza-ser rico y del poder, van enfermando a los seres humanos, movimientos u organizaciones con estas patologías de dominar, poseer y tener. Y es que cuando no se cultiva el espíritu militante, la ética y la cultura de una militancia honrada, las burocracias corporativistas y los elitismos económicos van pudriendo todo.

León Bloy hizo ya, en su tiempo, esta crítica a esa frivolidad burguesa del culto al dinero, una crítica moral a la ideología capitalista de la supremacía del dinero sobre la dignidad humana. En este sentido, Chesterton afirmaba que «lo característico del capitalismo y del mercantilismo, según su desarrollo reciente, es que en realidad predicaron la extensión de los negocios más que la preservación de las posesiones». Y Sombart localiza la génesis del capitalismo en el lujo y el hedonismo. «El hecho decisivo es que la pasión por el dinero se asocia al ánimo de empresa, de cuya unión es de donde nace realmente el espíritu empresarial capitalista» (Sombart).

Junto con otro clásico de la ciencia social como es Weber, Sombart y los autores citados u otros -como los pensadores latinoamericanos- han visto que lo que mueve al ser humano es ese espíritu: el conjunto de motivaciones, afectos y creencias. El problema de nuestra era moderna no son sólo los sistemas económicos o políticos, como el capitalismo o el colectivismo, sino este espíritu burgués que anida en ellos. Con su pasión por estas idolatrías de la riqueza-ser rico, del poder y de la violencia. En esta línea, inspirada en perspectivas como las de Weber, la teoría crítica con Horkheimer y Adorno o el mismo Benjamin, visibilizaron todas estas patologías de la razón instrumental. Esa razón que, a la búsqueda de la dominación y el utilitarismo, infectaban a los sistemas económicos y políticos.

Por lo tanto, si no cultivamos este espíritu militante contrario al burgués, tal como nos legó el movimiento obrero, todo intento de cambio social y transformación histórica será en vano. No basta querer transformar el sistema económico y político para pretender una sociedad nueva, sino que al mismo tiempo hay que cambiar (conversión) a nivel personal. Un cambio de mentalidad y de corazón, de las creencias y afectos que nos mueven para no dejarnos seducir ni atrapar por estos ídolos de la codicia, del placer hedonista y del éxito. Como afirmaba Mounier, «la revolución será económica  o no será, la revolución económica será  moral o no será nada«.

El problema de fondo del capitalismo, como nos enseña L. Proaño, es que «como todo lo metálico es frio. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos, en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, devoran hombres y pueblos. Es frío, no tiene corazón». El triunfo del capitalismo es que se hace amar, que manipula las conciencias y las mentalidades junto con las emociones: haciéndonos desear ser ese hombre burgués que justifica todo, como es la vida de lujo y de amor al dinero, incluso en nombre de un pretendido cambio o revolución. Como vio muy bien G. Rovirosa, «el día que se lo propongan, los capitalistas invadirán todo el planeta de coches, televisiones y artefactos inútiles de toda clase, como las mejores armas para destruir el mundo obrero». Y eso es, como ya hemos indicado, la muerte de toda militancia obrera y social. Cuyos homicidas son todos estos falsos dioses del poseer y del tener que devoran al ser persona fraterna, solidaria y militante por la justicia con los pobres de la tierra. Por ello, desde todo lo anterior y en la línea de Mounier, además de impulsar la civilización del trabajo sobre la del capital, nos mostraba I. Ellacuría, hay que promover la civilización de la pobreza frente a la de la riqueza.

En contra de «la prosperidad, ansiada hoy en día con verdadera compulsión de vivir mejor, de bienestar sin límites, sin pensar en que eso pueda ser también deshumanizante para quienes lo disfrutan y en los gastos que otros tienen que pagar. Esta neurosis se expresa, además, en innumerables signos de boato y faraonismo, sociales… Singapur, mundiales, nupcias… Esta prosperidad y estos alardes no están guiados por la voluntad de humanización. Hacen que la mirada se desvíe de la realidad de las mayorías, que no son beneficiarios directos de la prosperidad y su apoteosis, y se dirija hacia las minorías, que son presentadas como bienhechores económicos, quienes, además, posibilitan entretenimiento, felicidad en suma… La civilización de la pobreza es la que realmente da espacio al espíritu, que ya no se verá ahogado por el ansia de tener más que el otro, por el ansia concupiscente de tener toda suerte de superfluidades, cuando a la mayor parte de la humanidad le falta lo necesario. Podrá entonces florecer el espíritu, la inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del Tercer Mundo, hoy ahogada por la miseria y por la imposición de modelos culturales más desarrollados en algunos aspectos, pero no por eso más plenamente humanos»(I. Ellacuría).

De tal forma, todos estos pensadores y testimonios mencionados como Mounier o Rovirosa e I. Ellacuría, junto a otros como L Milani o S. Weil, lo que nos muestran es este espíritu de solidaridad militante en la comunión fraterna de vida, de bienes y luchas por la justicia con los pobres de la tierra. Esta vida espiritual, solidaria y militante es la que va logrando el sentido y felicidad de la existencia; frente al vacío e infelicidad de esa esclavitud de los ídolos de la riqueza-ser rico y del poder. El propio revolucionario calculador y autoritario se dio cuenta que el ser humano de la revolución era un Francisco de Asís, «el poverello», al que no se le puede corromper ni violentar. Ya que es y quiere ser pobre para la verdadera libertad en el amor, la paz y la fraternidad solidaria con los pobres.

Es el espíritu de militancia solidaria, estando siempre con los últimos y con los pobres. La vida de pobreza fraterna y solidaria con los crucificados, empobrecidos y víctimas de la historia. Y ello aunque haya pobres que se van liberando de la injusticia de la pobreza. Si eso pasara, si pobres u oprimidos ya dejaran de ser pobres y tuvieran la dignidad que les correspondía, cuando revolucionarios y revoluciones lograran justicia e igualdad, el militante sigue en el último lugar. En fidelidad a la militancia solidaria y por la justicia con los pobres. Como nos comunica Milani, «cuando por cada una de tus miserias yo sufra dos miserias, cuando por cada una de tus derrotas yo sufra dos derrotas, Pipetta, ese día -deja que te lo diga enseguida- ya no volveré a decirte como ahora te digo: tienes razón. Ese día podré, por fin, volver a abrir la boca para el único grito de victoria digno: Pipetta, te has equivocado. Bienaventurados los pobres… Acuérdate de esto, Pipetta, no te fíes de mí; ese día te traicionaré. Ese día yo no me quedaré allí contigo. Me volveré a tu casucha húmeda y maloliente… Cuando tú ya no tengas más hambre ni más sed, recuérdalo Pipetta, ese día te traicionaré. Ese día podré cantar, por fin, el único grito de victoria digno: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia» (Carta a Pipetta, un joven comunista).

Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Departamento de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y actualmente de la Universidad Nacional de Educación (UNAE-Ecuador), así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.