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Qatar, la multinacional Barça y las nuevas elecciones a la presidencia

Fuentes: Rebelión

Provoca una hilaridad imposible de contener leer unas reientes declaraciones del candidato Joan Laporta, uno de los independentistas que fundó «Solidaritat catalana» (Solidaritat era una broma), en las que hablaba de la necesidad de «volver a hacer la revolución» (¡revolución!) en el Barça y en las que manifiesta sentirse útil en el intento de unir […]

Provoca una hilaridad imposible de contener leer unas reientes declaraciones del candidato Joan Laporta, uno de los independentistas que fundó «Solidaritat catalana» (Solidaritat era una broma), en las que hablaba de la necesidad de «volver a hacer la revolución» (¡revolución!) en el Barça y en las que manifiesta sentirse útil en el intento de unir al catalanismo político [1]. Quin riure, quin riure, senyor Laporta! Verle el martes, en el debate televisivo de unos 90 minutos de una TV3 a su servicio y al de los grandes poderes catalanes, hablar del Barça y de los niños, de UNICEF y de los más desfavorecidos con cara de circunstancias demuestra que lo suyo, como sabíamos hace tiempo, es puro teatro. Al loro diría don Laporta. Ni que decir tiene que las intervenciones de Bartomeu son si cabe (y cabe poco) peores.

Pero no es esta la cuestión. Qatar es la cuestión. Todos abominan ahora del acuerdo. ¡Echan cocodrilos por su boca! Todos o la mayoría echan pestes del Estado de Qatar, del trato a los trabajadores migrantes, de las durísimas y antihumanas relaciones laborales (algunos hablan de crímenes), de su nefasta política exterior, etc. En definitiva, un monstruo con el que el Barça no puede pactar. El Barça es un club democrático de solera. Tras él una gran historia.

Mitificada, mil veces mitificada. Pero tampoco es este el punto. Qatar es nuestro asunto.

Volvamos al pasado, tres o cuatro años atrás, no puedo precisar. Recordemos cuando se defendía, descalificando a los disidentes, el acuerdo Qatar-Barça. Se llegó a hablar de cambiar el nombre del estadio. No había otra, realismo en beneficio del Barça. Recordemos, sobre todo, la defensa, acaso solicitada y compensada, del acuerdo por parte de algunos grandes nombres independentistas de «la nación oprimida» con probada sensibilidad social. Herr Josep Guardiola intocable en lugar destacado. Torció muchas voluntades. A él le habían tratado muy bien, argumentó. No tenía ningún motivo de queja. Todo era perfecto en Qatar. Nada que objetar a aquel acuerdo.

Para que se hagan idea de la nefasta influencia cultural neoliberal y competitiva del Barça que como lluvia insistente penetra todos los días en un 20% de los hogares catalanes gracias a TV3 y sus prolongaciones, vale la pena dar un ejemplo. Cuando manifesté en un claustro de profesores, no de entusiastas ni culés, de un Instituto de Santa Coloma de Gramenet donde trabajo (IES Puig Castellar en su nombre, en el extrarradio de Barcelona) lo que podía significar ver a alumnos y alumnas con la camiseta de Qatar en un centro de instrucción, de formación pública, varios profesores se levantaron y se marcharon con cara de muy pocos amigos y dejándome con la palabra en la boca. Era indignante, totalmente indignante, que un profesor hablara en estos términos. ¡Pues claro que había que llegar a un acuerdo! ¡Con quien fuera! Si no, los socios (las socias también) tendrían que pagar más cuota. I això sí que no! La pela és la pela.

En síntesis: no se crean nada de lo que lean o escuchen durante el período electoral Barça-Qatar. Mienten como bellacos. Les importa un bledo todo. Aspiración descarnada al poder. Todos son de la misma condición. ¿De qué condición? De la de Herr Wolfgang Schäuble Strangelove. Es su ídolo.

¿Qué es la poesía preguntaba el poeta? La poesía eres tú respondía. ¿Qué es la eurozona actual? La eurozona actual es esa cara dándonos lecciones, cómodo con realidades como las de Qatar. Es el ídolo, dicen las malas lenguas, de los presidenciables de la multinacional Barça-Qatar.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.