Ha fallecido Kirk Douglas , uno de los últimos clásicos de los años dorados de Hollywood. Tenía 103 años; mucho tiempo en el que habrá cabida para todo tipo de gestos, pero hoy quería fijarme en uno en especial, uno que deberíamos abrazar en los tiempos que corren si no queremos que se impongan otros […]
Ha fallecido Kirk Douglas , uno de los últimos clásicos de los años dorados de Hollywood. Tenía 103 años; mucho tiempo en el que habrá cabida para todo tipo de gestos, pero hoy quería fijarme en uno en especial, uno que deberíamos abrazar en los tiempos que corren si no queremos que se impongan otros más oscuros. El punto de partida de la lección de Douglas está en la película Espartaco.
El largometraje en la que Douglas encarna a un esclavo que lucha contra los romanos por su libertad se basa en una novela de Howard Fast publicada nueve años antes del estreno de la cinta dirigida por Stanley Kubrick en 1960. La adaptación del guión fue realizada por Dalton Trumb, incluido en la lista negra de los diez de Hollywood. Así se conocía al listado confeccionado durante la caza de brujas contra el comunismo emprendida por el senador Joseph McCarthy y su infame Comité de Actividades Antiamericanas (House of Un-american Activities Committee, HUAC).
A pesar del miedo, de las amenazas y de las represalias, Douglas jamás cedió a ellas y apoyó en todo momento el mantenimiento de Dalton en el equipo de la película, así como su aparición en los créditos. Una auténtica provocación para el mccarthismo que, probablemente, le costó no ganar un solo Óscar en toda su carrera, con la excepción del honorífico en 1996. Douglas debió de pensar que sus principios valían más que la estatuilla dorada.
Aquel gesto es un ejemplo que podríamos trasladar a la época actual, en la que la tibieza, las equidistancias y, en resumen, la cobardía pueden dar alas a ideologías reñidas con la democracia y las libertades civiles que tanto trabajo y sacrificio costó conseguir. En la actualidad es importante dar un paso adelante, enfrentar esas posturas que pretenden imponer la sinrazón, la censura, la opresión.
Afortunadamente hay personas como Kirk Douglas pero, como él, pagan un alto precio por ello. Amenazas de muerte, insultos, campañas de desprestigio, querellas criminales y pérdidas de oportunidades laborales se suceden con todas estas personas que no se doblegan en su defensa de las libertades. Seguramente, esas personas vivirían de manera mucho más desahogada si se entregaran a la tibieza… más desahogada económicamente pero, al mismo tiempo, sin aire, asfixiadas porque traicionar a sus principios priva de aire puro.
Al otro lado, se encuentran quienes viven en ese espacio cómodo de equidistancia que, a la postre, se benefician del sacrificio de los Kirk Douglas, que cuando están con ellos se ponen gallitos para, después, agachar la cabeza, sino adular, a quienes pretenden llevarnos a tiempos pretéritos. Ni siquiera se pueden comparar con aquellos terratenientes que mandaban a cada hijo con un bando en guerra para, en cualquier caso, estar a bien con el vencedor. En aquellos casos, sacrificaban algo querido, pero los amantes de la tibieza no sacrifican nada apreciado, pues hace tiempo que perdieron su dignidad , incluso, quienes se amparan en sus circunstancias personales.
Douglas ha llegado a los 103 años y ya en sus 90 no dejó de dar guerra, convirtiéndose en estrella de MySpace , reclamando a presidentes que Estados Unidos emitiera una disculpa formal a la comunidad negra por la esclavitud, luchando por l@s más jóvenes… Va a resultar que ser fiel a los principios puede alargar la vida pero, claro, para eso es preciso tener principios y, hoy en día, hay demasiada gente que no los tiene.
Fuente: https://blogs.publico.es/david-bollero/2020/02/06/que-aprender-de-kirk-douglas/