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¿Qué es revolución? Un millón de picaduras de abejas, un millón de dignidades

Fuentes: Herramienta

En estas notas, el autor del libro Cambiar el mundo sin tomar el poder plantea, sucinta pero profundamente, un desafío a pensar el concepto actual de revolución como urgente necesidad en el aquí y el ahora.
A partir del impulso hacia la autodeterminación del hacer colectivo que diferentes movimientos y procesos sociales están desarrollando en su lucha contra y más allá del capital, Holloway despliega la idea de la revolución en términos de intersticios, de innumerables grietas, de infinitas picaduras en la dominación capitalista.

1. Hoy, la revolución es más urgente que nunca: esto es evidente.

2. La única manera posible de concebir la revolución es en términos de grietas en el tejido de la dominación capitalista: como el reconocimiento, la creación, expansión, multiplicación y confluencia de los espacios o momentos de negación-y-creación; espacios o momentos en los cuales las personas dicen: «¡No! ¡Ya basta! ¡Aquí no! Aquí no vamos a subordinar nuestras vidas al dominio del capital; aquí vamos a hacer sólo aquello que nosotros mismos consideramos necesario o deseable hacer!».

3. La revolución es forzosamente intersticial. Es muy improbable que la abolición del capitalismo tenga lugar en todo el mundo al mismo tiempo.

4. En el pasado, dicho carácter intersticial de la revolución fue encubierto por la falsa idea de que cada Estado constituía su propia sociedad, sin comprender que cada Estado se corresponde apenas con un fragmento de la sociedad capitalista global. La conquista de un Estado fue entendida como una revolución en sí misma, en lugar de ser vista como un intento de transformar las relaciones sociales en tan sólo una parte de la sociedad capitalista global.

5. Si aceptamos que la revolución es inevitablemente intersticial, surge entonces la pregunta: ¿cuáles son los espacios o intersticios relevantes? Muchos revolucionarios se centran en el Estado como el espacio significativo, pero esto tiene la desventaja de que el Estado es una forma de organización desarrollada para apoyar el capital y para excluir a las personas de la determinación de sus propias vidas. La historia del último siglo, y también la reflexión teórica, demuestran que no es posible crear una sociedad autodeterminada (o comunista) utilizando una forma de organización diseñada para la represión de la autodeterminación. No es posible la transformación radical de la sociedad a través del Estado.

6. Al pensar en grietas en la dominación capitalista, estamos pensando en dimensiones no estatales. Las grietas se presentan en muchas formas diferentes en todo el mundo. Pueden ser territoriales: «aquí en este espacio (la selva Lacandona en Chiapas, una fábrica ocupada o un café alternativo) no vamos a aceptar la lógica del capital, aquí vamos a crear otro tipo de relaciones sociales». O bien, pueden ser grietas en el tiempo: «aquí en este evento, mientras estemos juntos, vamos a hacer las cosas de otra manera, vamos a abrir ventanas hacia otro mundo». O también pueden ser relacionadas con actividades o recursos particulares: «en la cuestión del agua, o del software, o de la educación vamos a luchar para excluir el dominio del dinero y del capital, estas actividades tienen que seguir otra lógica».

7. La muerte del capitalismo no sobrevendrá como consecuencia de una puñalada al corazón, sino a partir de un millón de picaduras de abejas. Somos nosotros esas picaduras.

8. Un millón de picaduras de abejas significa un millón de dignidades. Nuestros espacios o momentos de negación son, al mismo tiempo, espacios o momentos de creación, de hacer aquello que consideramos necesario o deseable. Emancipamos nuestro poder-hacer del poder-sobre que lo mantiene en cautiverio. En el proceso de destruir la sociabilidad capitalista (porque ella está destruyéndonos), creamos otra sociabilidad basada en la autodeterminación colectiva de nuestro hacer. Desatar-y-crear nuestro propio poder-hacer es el núcleo de la revolución comunista. También es necesario como manera de confrontar la amenaza de pobreza material, que es la recompensa a la dignidad en una sociedad basada en la negación de la dignidad.

9. Nuestras dignidades son piedras arrojadas a través del cristal de la dominación capitalista. Crean hoyos, pero, más que eso, generan grietas que corren. El movimiento es crucial. El capital se mueve constantemente en un intento de clausurar dichas grietas, reabsorbiendo nuestras rebeldías. De modo que nuestra rebeldía, para mantenerse viva, tiene que moverse más rápidamente que el capital. Un espacio autónomo que no se expande, que no deviene grieta, corre el riesgo de convertirse en su contrario, una institución.

10. El capitalismo está lleno de grietas, ya sean pequeñas (tal como la rebeldía que está dentro de todos nosotros o en un reducido grupo de personas que se reúne para generar un espacio anticapitalista) o grandes (como por ejemplo las rebeliones en la selva Lacandona, el movimiento social en Bolivia, los disturbios en Francia). A veces son tan pequeñas, y aparentemente tan apolíticas, que no logramos reconocerlas. La revolución comienza con el reconocimiento de las grietas existentes y crece con la generación de grietas nuevas, con su expansión, su multiplicación y su confluencia. La confluencia entre las grietas depende más de ondas de choque, resonancias y afinidades que de estructuras organizativas formales.

11. La revolución por medio de las grietas es revolución aquí y ahora. La puñalada al corazón necesita ser preparada, está siempre en el futuro. El millón de picaduras de abejas, el millón de dignidades están presentes aquí y ahora. La cuestión no radica en cómo construir el movimiento para el futuro, sino en cómo quebrar las relaciones sociales capitalistas aquí y ahora. Ruptura, negación-y-creación aquí y ahora: éste es el desafío de la revolución.

12. No somos locos o, si lo somos, no estamos solos en nuestra locura. El arraigado concepto leninista de revolución está en crisis. Algunos pudieron pensar que la idea misma de revolución estaba en crisis, pero hoy está claro que solamente una idea particular de revolución es la que está en crisis, y que la revolución es más urgente que nunca.

13. El viejo concepto de revolución está en crisis porque su esencia, el trabajo abstracto o trabajo alienado, está en crisis. Este concepto conformaba la teoría revolucionaria del movimiento obrero, la lucha del trabajo asalariado contra el capital. Su lucha era limitada porque el trabajo asalariado es el complemento del capital y no su negación. La crisis del movimiento obrero -y del trabajo asalariado mismo- abre un nivel más profundo de la lucha de clases: la lucha del hacer en contra del trabajo abstracto -y por lo tanto, en contra del capital-. Esta nueva y más profunda lucha de clases busca formas originales de avanzar, tanto práctica como teóricamente. Nosotros somos la crisis del trabajo abstracto, la crisis del trabajo asalariado. Somos la revuelta del hacer en contra de la determinación ajena, el empuje del hacer hacia la autodeterminación. Nuestro hacer es el desbordamiento de la creatividad respecto al trabajo abstracto. Somos la respuesta y la pregunta de la nueva lucha de clases, en su orden correcto: primero la respuesta y después la pregunta.

14. Los problemas que conlleva este enfoque parecen obvios: este punto, sin duda, puede confiarse al lector. Sin embargo, no se vislumbra otra manera de avanzar. Abandonar la revolución no es una opción.

15. Preguntando caminamos.

Nota:

Trabajo inédito en español, enviado a Herramienta por su autor. Originalmente fue publicado en Estambul, Turquía, bajo el título «Devrim nedir? Bir milyon ari sokmasi, bir milyon erdem», en la revista Birikim, núm. 205-206, págs. 61-62.

* John Holloway es investigador y profesor del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Ediciones Herramienta, ha publicado sus libros: Cambiar el mundo sin tomar el poder, 2002; Keynesianismo: una peligrosa ilusión, 2003; su compilación Clase = lucha, antagonismo social y marxismo crítico, 2004; y Contra y más allá del capital, 2006.