Lo confieso una vez más. No puedo con el nombre de «España». No puedo con nuestro himno monárquico-fascista. No puedo con jugadores como Raúl o Villa (aunque éste, bien aconsejado, ha negado esa interpretación) haciendo gestos taurinos para la galería de hooligangs españolistas. Pero no oculto al mismo tiempo mi admiración por el juego, el […]
Lo confieso una vez más. No puedo con el nombre de «España». No puedo con nuestro himno monárquico-fascista. No puedo con jugadores como Raúl o Villa (aunque éste, bien aconsejado, ha negado esa interpretación) haciendo gestos taurinos para la galería de hooligangs españolistas. Pero no oculto al mismo tiempo mi admiración por el juego, el que hasta hace muy poco han realizado, y por muchos jugadores de la selección española. La inmensa seguridad y limpieza, y polivalencia de Piqué; la capacidad de ordenación del juego de Xavi; el esfuerzo destructivo constructor de Busquets; la efectividad y tenacidad incansable de Villa; las galopadas inalcanzables de Torres,… pero, sobre todo, la elegancia, la sobrenatural capacidad de invención de Andrés Iniesta. Muy pocos jugadores como él para hacer amar el fútbol. A veces, viéndole hacer lo que parece imposible hacer, piensa uno en mundos muy alejados. Aunque suene cursi, lo sé, en un movimiento del concierto para clarinete mozartiano. El segundo por ejemplo.
Sin embargo, a pesar de todo ello, y admitiendo que no he visto jugar la selección de Chile, de cuyo juego tengo magníficas referencias, desearía que la selección que dirige el señor Bielsa pase a los octavos y avance en el Mundial. Si pueden pasar ambas selecciones, mejor que mejor; si es necesario elegir en este ámbito desiderativo, que Chile siga adelante a costa del infortunio de la selección de Del Bosque.
¿Por qué? Pues no sólo porque la selección chilena, según dicen, no juega con oportunismo sino que sale al campo a jugar bien y defendiendo y practicando un estilo propio ofensivo de juego, sino porque su entrenador se ha manifestado con dignidad en varias ocasiones. Y no era fácil. Impidió, por ejemplo, que el derechista Piñera utilizara el éxito de la selección durante su campaña electoral a la presidencia. Bielsa detesta a un empresario sin escrúpulos que se enriqueció durante la dictadura del general asesino y golpista. El presidente pinochetista respondió a su gesto con un comentario que está a la altura de su abyección. El día en que, en el Parlamento chileno, quiso felicitar a la selección por su clasificación para el Mundial lo hizo así: «Gracias a nuestro Loco… el seleccionador» [1]. El señor Bielsa, con razón, tomó la pausa como un menosprecio. Aguantó el tipo. En Sudáfrica sólo ha permitido abrir el lugar de la concentración (¡vamos a ser generosos!) para recibir a la ex presidenta chilena.
Así, pues, ¡que la suerte y el buen juego acompañen a la selección chilena!
No oculto que hay otra razón más de base. Para los ciudadanos de Sefarad que seguimos llevando a Chile en nuestro corazón, el territorio andino sigue siendo, lo será hasta el final de nuestras vidas, el país de Salvador Allende, de Neruda, de doña Violeta Parra y del inolvidable Volodia Teitelboim ¡Qué viva Chile socialista!
Hablamos de otra cosa, dirán. Todo lo sólido se desvanece en el aire y todo está relacionado con todo, responderé.
PS. Un argumento por oposición se suma al nudo anterior. La mesa del Congreso de los Diputados de España (y quinta de Alemania) denegó ayer por unanimidad el permiso del diputado de IU para reproducir en una sala del hemiciclo los vídeos de la Plataforma Contra la Impunidad, aquellas filmaciones en las que varios artistas dan su voz a represaliados por el fascismo español. La Cámara, apuntó a Europa Press un miembro de la Mesa del Congreso del que lamento no poder dar el nombre, «no se puede convertir en un Palacio de Congresos». Emilio Silva ya le ha respondido: la comparación es indignante, una infamia. ¿Alguien en su sano juicio político-histórico puede sentirse representado por una selección emanada de un país con este tipo de instituciones, con este personal tan afable y acogedor, con estos diputados tan sensibles? ¡Qué les den…! A los diputados neofranquistas, por supuesto.
Notas:
[1] Ladislao Javier Moñino, «Monólogos tácticos del ‘Loco’ Bielsa». Público, 24 de junio de 2010, p. 46.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR