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Que no nos arrastren a su guerra

Fuentes: Rebelión

Vivimos un momento crítico. El imperialismo belicista occidental, liderado por Estados Unidos y sus súbditos europeos (a pesar de su apariencia de rebelión frente a Trump), busca aplastar el mundo multipolar que emerge con China, Rusia e Irán como principales baluartes.

En este mundo en ascenso, Venezuela resiste con heroísmo las criminales sanciones imperialistas; Cuba y Nicaragua sostienen sus proyectos socialistas y soberanos y el panafricanismo del Sahel, inspirado en Sankara, desafía el neocolonialismo, especialmente al francés.

Para que todo esto suceda, Rusia y China son esenciales: sin su respaldo, los procesos de liberación en América Latina y África colapsarían, así como la posibilidad de nuevas revoluciones anticoloniales.

El mundo multipolar: Venezuela, El Sahel y el eje Rusia-China

El imperio occidental se derrumba y un mundo multipolar surge liderado por China, Rusia e Irán. Venezuela brilla como vanguardia: su proceso revolucionario, con el pueblo organizado en comunas como protagonista, enfrenta con heroísmo las sanciones organizando la producción colectiva desde las bases. También en Nuestra América, Cuba y Nicaragua resisten bloqueos con socialismo firme y consciente.

Mientras tanto, en África, los pueblos del Sahel se levantan: Burkina Faso, con Ibrahim Traoré al frente, expulsa a Francia, nacionalizando sus recursos para ponerlos al servicio del pueblo, siguiendo el ejemplo de Sankara. Por su parte, Níger y Malí, bajo Tchiani y Goita, rechazan las bases extranjeras y forjan la Alianza de Estados del Sahel (AES) con apoyo ruso.

Rusia y China son el pilar de esta resistencia. China ofrece cooperación sin sometimiento y Rusia, fuerza contra la OTAN. Sin ellos, Venezuela no sostendría sus comunas, ni el Sahel podría alzarse frente al neocolonialismo. Este eje alumbra nuevas revoluciones, desde pueblos que despiertan en América Latina hasta masas africanas que sueñan con la unidad que, entre otros, proclamara Kwame Nkrumah.

Sankara lo sabía: “el imperialismo es el enemigo”. Apoyar con firmeza a Rusia y a China es fortalecer la lucha antiimperialista global, desde Caracas hasta Uagadugú. Venezuela y el Sahel prueban que los pueblos pueden vencer, pero solo con aliados que desafíen el unipolarismo. El mundo multipolar es la esperanza de un futuro sin amos.

Convertir la guerra imperialista en lucha de clases

Lenin nos enseñó que las guerras imperialistas pueden convertirse en chispas revolucionarias. Mientras en Europa las élites nos arrastran a un conflicto antiruso que enriquece al capital mientras empobrece y amenaza con llevar a la muerte a los pueblos, los pueblos del Sur Global nos marcan el camino: necesitamos forjar amplias alianzas con ellos para apuntar hacia nuestras burguesías en la vía hacia la liberación.

Además, necesitamos tener claro que Rusia y China son la condición de posibilidad de cualquier lucha antiimperialista. Sin el comercio chino, Venezuela caería; sin Rusia, el Sahel no podría liberarse. Estos aliados sostienen resistencias y despiertan nuevas rebeliones en el históricamente condenado Sur Global.

Por ello en Europa debemos aprender para actuar: rechazar la OTAN, desmantelar la propaganda antirrusa y movilizarnos contra nuestras élites como nos mostró Lenin hace más de un siglo. Para ello, apoyar a Rusia y China es crucial. Y fijarnos en experiencias concretas como la venezolana, con sus comunas como corazón, nos urge a transformar la guerra imperialista en una lucha global contra los opresores, por un mundo de justicia y soberanía.

La resistencia anticolonial: Palestina y el Sur Global

La resistencia armada es un derecho, como enseñaron Fanon o Ho Chi Minh y como establece la propia ONU. En Palestina, la Resistencia enfrenta al sionismo genocida con un coraje y una perseverancia que asombra al mundo, apoyados por el eje de la Resistencia encabezado por Irán, Hezbollah y Ansarullah en Yemen. Fanon afirmó que el colonialismo, por su carácter intrinsicamente violento, cede solo ante la violencia (en la que el colonizado se libera) y Palestina lo prueba, resistiendo con la sonrisa de los niños contra un enemigo superior que comete un genocidio cotidiano.

Venezuela y el Sahel comparten esta lucha. En Caracas, las comunas enfrentan sanciones con la misma dignidad que Palestina resiste la ocupación. En Burkina Faso, Níger y Malí los pueblos rechazan el saqueo colonial, guiados por Sankara. Rusia y China son vitales: su apoyo fortalece estas resistencias e impulsa nuevas luchas. Apoyarlos es apoyar la emancipación global.

Denunciemos el genocidio en Gaza, las bases en África y los bloqueos en América Latina. Y aprendamos del heróico pueblo yemení que, al golpear las rutas imperialistas, muestra que la solidaridad hiere al opresor y mantiene viva la llama de la liberación.

El triste papel de la izquierda europea

La izquierda europea continúa con su triste legado. Su eurocentrismo la lleva a respaldar el militarismo antiruso, ignorando la resistencia de los pueblos y el mundo multipolar emergente. Como en 1914, cuando la socialdemocracia votó los créditos de guerra, hoy muchos autodenominados progresistas aplauden sanciones contra Rusia, callan ante el genocidio en Palestina condenando su lucha armada en legítima defensa, mientras demonizan a Venezuela, Cuba o Nicaragua, países que demuestran cada día ser capaces de resistir al imperialismo aun en las más difíciles condiciones.

Césaire nos advirtió: el colonialismo nos deshumaniza a todos. Y a los europeos ya casi no nos queda ni rastro de humanidad. Nuestra tarea es rechazar la ola belicista que recorre Europa, descolonizar nuestras mentes y unirnos al Sur Global. Debemos defender a Venezuela, cuyo pueblo resiste con fuerza, y al Sahel, que rompe las cadenas neocoloniales. Apoyar a Rusia y China esfortalecer la lucha global. Desde Europa, nuestro deber es movilizarnos por un mundo sin opresores, en solidaridad con Caracas, Bamako y Palestina.

Un llamamiento a la acción

No dejemos que nos arrastren a su guerra. El belicismo occidental amenaza la supervivencia de la humanidad pero el mundo multipolar, liderado por China y Rusia, trae esperanza. Venezuela, con sus comunas, resiste el asedio; el Sahel, guiado por Sankara, rechaza el colonialismo. Apoyar a Rusia y China es vital: sin ellos, estos procesos y las nuevas revoluciones morirían.

Inspirados por Lenin y Fanon, debemos combatir la OTAN y el militarismo antiruso. Defendamos a Palestina, Venezuela y el Sahel, y denunciemos el eurocentrismo. El futuro está en la lucha de los pueblos, no en las armas de Occidente. La lucha es una: por la libertad, contra el colonialismo, hacia un mundo donde los pueblos decidan. Transformemos su guerra en una revolución global.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.