Ursula K. Le Guin es una de las escritoras de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos. La novelas de Le Guin se mueven con soltura entre la fábula política, la antropología, la teoría feminista y, por supuesto, la mejor tradición de literatura fantástica. Ganadora de todos los grandes premios del género y de […]
Ursula K. Le Guin es una de las escritoras de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos. La novelas de Le Guin se mueven con soltura entre la fábula política, la antropología, la teoría feminista y, por supuesto, la mejor tradición de literatura fantástica. Ganadora de todos los grandes premios del género y de numerosos premios literarios «convencionales», en 2003 fue elegida «gran maestra» por la Asociación de Escritores Norteamericanos de Ciencia Ficción. A sus setenta y ocho años Le Guin sigue publicando: recientemente se han editado en castellano Los dones (Minotauro, 2006) y la edición completa de sus Historias de Terramar (Minotauro, 2006)
Los dones contiene una valoración ambigua del mundo rural. Por un lado, refleja la riqueza de un universo antiguo pero, por otro, no oculta algunas de sus desventajas. ¿Cree posible una combinación de ambos? ¿Una hibridación fértil de las sociedades «frías» y las sociedades «desarrolladas»? Sí, creo que es posible. Es más, en algunos de mis libros -de forma particularmente clara en Always Coming Home- he intentado explorar esa mezcla de sociedad «fría» y «caliente». Sin embargo, en Los dones (un libro de fantasía, no de ciencia ficción) la indagación se centra más en un orden psicológico y paradójico. La pobreza real constituye un hecho central en las vidas de estas personas. ¿Qué papel puede desempeñar un joven poeta en una sociedad analfabeta? ¿Cómo podría emplear en ella sus habilidades?
Es usted una de las escritoras que mejor ha aplicado las ciencias humanas, en particular la antropología, a la ciencia ficción. ¿Cree que el recurso a las ciencias físicas ha sido negativo para la literatura fantástica? No, para nada. No obstante, cuando se considera que la limitación de la literatura fantástica o de la ciencia ficción a un único campo de interés o a una modalidad de conocimiento constituye una auténtica virtud o un dogma que hay que seguir rígidamente -tal y como hacen los partidarios de la ciencia ficción «dura»- el resultado es muy empobrecedor. Deberíamos mantener abiertas las puertas de la casa de la imaginación.
En sus universos literarios la conciencia ecológica es uno de los principales puntos de diferenciación respecto a nuestro propio mundo. ¿Esta centralidad de la ecología es un reflejo de sus propias preocupaciones políticas? Sí, exactamente. Me parece que la destrucción del mundo por la explotación industrial incontrolada es el hecho más terrible que he tenido que presenciar durante mi vida y el que más me ha marcado.
¿Y cree que la ciencia ficción tiene una dimensión política más intensa que otros géneros literarios? Ahora no me refiero tanto a la forma en que las posiciones ideológicas de un autor se reflejan en su escritura cuanto a las características generales, si es que existen, de la ciencia ficción. Lo cierto es que la gente a menudo habla de ciencia ficción de derechas y de izquierdas, algo no muy usual en otros contextos literarios. Esta es una cuestión importante y muy interesante. En efecto, la ciencia ficción está más políticamente polarizada que cualquier otro género literario que yo conozca. Tal vez esto sea así, al menos en parte, porque cuando un escritor de ciencia ficción imagina una sociedad alienígena o las transformaciones futuras de una sociedad terrícola, necesariamente concibe estos cambios o alternativas como progresistas o reaccionarios y, del mismo modo, sus lectores las reciben o bien como críticas de la sociedad actual o bien como sanciones de ciertos aspectos de la política o de las normas sociales contemporáneas.
Uno de los aspectos más interesantes de la utopía anarquista de Los desposeídos es la importancia que se concede al ideal de moderación, de autocontención. ¿Cree que una sociedad igualitaria es incompatible con el desarrollismo? En la utopía marciana de Kim Stanley Robinson, por ejemplo, se hace un uso intensivo de la tecnología avanzada. Para mí, los libros marcianos de Mr. Robinson reflejan una distopía, así que la verdad es que creo que no estoy en condiciones de responder a su pregunta.
Las cuestiones relacionadas con la identidad sexual ocupan un lugar destacado en su narrativa. ¿Cree que la literatura fantástica es un buen instrumento para explorar posibilidades generalmente no tenidas en cuenta en ese campo? ¿Se parece en esto a la antropología? La literatura fantástica y la ciencia ficción son dos de las mejores herramientas de las que disponemos para explorar no sólo las distintas posibilidades relacionadas con el género sino, más en general, todas las posibilidades sociales. En la medida en que la invención sea seria y responsable, y no una mera expresión de anhelos bienintencionados, probablemente, resulta más útil para más gente que todos esos fervorosos libros de ensayo dedicados a predicar la tolerancia. Cuando escribí La mano izquierda de la oscuridad, yo era una de aquellas feministas primerizas que trataban de romper las fronteras de género convencionales (realmente primeriza, la verdad). Aunque desde entonces ha llovido mucho, mi fidelidad a la idea de que la evaluación de los méritos humanos en virtud del género constituye un error no ha hecho más que acrecentarse.
La mayor parte de la ciencia ficción ha sido escrita por hombres anglosajones. Usted ha demostrado que una cierta conciencia de género puede abrir territorios literarios insospechados. ¿Cree usted que hay un sesgo geográfico similar? ¿Sería muy diferente una ciencia ficción árabe o africana? Por ejemplo, Fredric Jameson considera que los hermanos Strugatski han aportado una interesante renovación al género. Hoy en día, tenemos un montón de ciencia ficción escrita por mujeres pero parece que se sigue escribiendo casi exclusivamente en Norteamérica y Europa (hay que señalar, no obstante, que se lee muy ampliamente en algunos países asiáticos). ¿Por qué esta limitación social o geográfica? No lo sé. En efecto, cuando la ciencia ficción rusa llegó a Occidente por primera vez, a muchos sus diferencias nos resultaron enormemente sugerentes. ¿Cómo sería una ciencia ficción árabe o africana? ¿Es imaginable? En cualquier caso, no hay que olvidarse de Sudamérica donde, aunque no ha habido mucha literatura de ciencia ficción en sentido estricto, existe una deslumbrante tradición de literatura fantástica entendida en sentido amplio, desde Borges hasta Angélica Gorodischer.
¿Qué opinión le merece la aproximación de la teoría literaria a la ciencia ficción y a la fantasía? ¿La encuentra útil o interesante? La teoría feminista me resultó muy útil en sus primeros tiempos. Ahora que la academia la ha asimilado y se ha visto aprisionada en las horribles mazmorras de la jerga especializada, carece de cualquier utilidad. La única finalidad de la mayor parte de la teoría literaria que se ha escrito desde 1960 parece haber sido contribuir a la fama y el autobombo de sus principales representantes, en particular si son franceses, y resulta manifiestamente carente de utilidad, si no perniciosa, para la lectura y comprensión de las obras literarias.