Hubo una época en que parecía que la diferencia entre izquierdas y derechas era puramente retórica. Los grandes partidos comunistas habían caído, el anarquismo era un residuo casi folclórico y los izquierdismos sectas marginales. Los partidos socialistas o socialdemócratas eran simples gestores del capitalismo, como los liberales o los conservadores. Como dice Rancière ,estábamos en […]
Hubo una época en que parecía que la diferencia entre izquierdas y derechas era puramente retórica. Los grandes partidos comunistas habían caído, el anarquismo era un residuo casi folclórico y los izquierdismos sectas marginales. Los partidos socialistas o socialdemócratas eran simples gestores del capitalismo, como los liberales o los conservadores. Como dice Rancière ,estábamos en la post-democracia, en una ideología del consenso que había eliminado la política. No había desacuerdo y si lo había se le criminalizaba como defensor del totalitarismo. Este malestar e insatisfacción producido por la falta de opciones políticas alternativas creaba un espacio que podían ocupar el fundamentalismo de todo tipo o la extrema derecha populista.
La crisis ha vuelto a poner las cosas sobre la mesa y se han recuperado los dilemas básicos. Para mí ser de izquierdas significa luchar por la emancipación. Lo que es la emancipación lo podemos recoger de diversas formulaciones que vienen de distintas tradiciones : a cada cual cual según necesidad, de cada cual según su capacidad (Marx) y el Principio de la Mayor Felicidad (Mill). Se trata en definitiva de defender una sociedad en la que el máximo número de personas vivan de la mejor manera posible y lo hagan desarrollando su libertad, su creatividad. Diversos pensadores actuales como Amartya Sen o Martha C. Nusbaum que se definen como socialdemócratas o liberales han defendido que el ideal de la sociedad es desarrollar al máximo las capacidades de todos. Cornelius Castoriadis entiende la democracia como autonomía y autogestión, desarrollo individual y colectivo de la creatividad human. Todo esto está muy bien pero me parece que luchar por la emancipación debe plantearse como la opción de la izquierda. Lo que es debe plantearse es como se ésta define delante de los dilemas básicos. Empezaremos por la opción de la derecha y seguiremos por la réplica de la izquierda.
Primer dilema: Liberalismo económico/ Socialización económica. ¿ Que quiere decir liberalismo económico ? Defensa del mercado, libre empresa, individualismo competitivo y consumista. Servicios privados y Estado Policía. Socialización quiere decir : Regulación del mercado por parte de las instituciones públicas. Socialización servicios públicos y de la banca. Sistema fiscal progresivo que redistribuya la riqueza. Estas son las condiciones básicas de la izquierda.
Segundo dilema : Liberalismo político/Democracia real. Liberalismo político quiere decir delegación de poder en los profesionales de política. Democracia quiere decir formas políticas de participación máxima del ciudadano ( en su dimensión más universalizable) en el gobierno de la sociedad. Formación política de los ciudadanos. Criterios no elitistas para los responsables políticos, no profesionalización de la política.
Tercer dilema: Crecimiento económico/sostenibilidad equitativa. Crecimiento económico quiere decir que el criterio de prosperidad es el aumento de bienes materiales, del Producto Interior Bruto (P.I.B), la productividad. Sostenibilidad quiere decir poner límites en función de criterios ecológicos, de criterios cualitativos de los bienes, de reparto del trabajo y de distribución equitativa.
Quizás estos son los tres dilemas básicos. Podemos reunirlos en una idea de máxima autonomía personal y máxima autogestión colectiva. Sociedad de todos y para todos. Sociedad que acepta el desacuerdo y lo gestiona.
«La Declaración de Derechos Humanos» es hoy, por otra parte, un instrumento inmejorable, ya que son unos derechos que para llevarlos a la práctica hay que partir de las soluciones que apunto como de izquierda. Pero hay que entenderlos en sentido global y desde la base que solo son posibles desde unas condiciones de vida dignas para todos.
La vida cotidiana de un ciudadano de izquierdas en los países «ricos» del capitalismo globalizado están llenos de contradicciones, sobre todo si disputamos de ciertos privilegios en relación con la inmensa mayoría de trabajadores del mundo, que viven en la miseria o en la pobreza. Participar o leer en la página de Rebelión ya quiere decir disponer de unos recursos inaccesibles para la mayoría de la población mundial. Hay que intentar, como mínimo, no caer en la impostura, es decir que nuestro día a día no sea lo contrario que lo que apuntamos como ideal a partir de estos tres dilemas.
De todas maneras no creo que haya una ética ni una moral de izquierdas. La ética es un proyecto de vida singular, para mí, de cada persona. No creo demasiado en el «hombre nuevo» como proyecto político, aunque evidentemente hay un vínculo entre lo singular individual, que no es una cuestión privada como dicen los liberales, y lo político. Me parece también que la moral, como obligaciones con respecto al otro, debe basarse en un principio universal de reconocimiento y de respeto del otro, pero está igualmente vinculado a creencias y valores. La relación entre la ética singular, la moral universal y la política como proyecto emancipador es profunda, pero debe mantenerse la autonomía de cada aspecto. Una sociedad más justa no crea un hombre nuevo, lo que hace es posibilitar el desarrollo de las capacidades y la creatividad de cada cual. El sujeto ético, el moral y el político ni coinciden ni se confunden, simplemente se entrelazan. Hay un sujeto político de izquierdas pero no un sujeto ético ni moral de izquierdas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.