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Pregunta el rector Ennio Vivaldi

¿Qué quiere hacer Chile con su Universidad?

Fuentes: Punto Final

El médico cirujano Ennio Vivaldi Véjar (64 años, nacido en Concepción), asumió el 16 de junio la Rectoría de la Universidad de Chile. Fue elegido para ese cargo con más del 58% de los votos. Graduado en 1974, Vivaldi fue dirigente estudiantil vinculado a la Juventud Socialista y compañero de carrera de la actual presidenta […]

El médico cirujano Ennio Vivaldi Véjar (64 años, nacido en Concepción), asumió el 16 de junio la Rectoría de la Universidad de Chile. Fue elegido para ese cargo con más del 58% de los votos. Graduado en 1974, Vivaldi fue dirigente estudiantil vinculado a la Juventud Socialista y compañero de carrera de la actual presidenta de la República, Dra. Michelle Bachelet, que asistió a la ceremonia en que Vivaldi asumió la Rectoría.

Ex vicedecano de Medicina, Vivaldi es reconocido como autoridad mundial en fisiología del sueño. Hizo estudios en esa especialidad en la Universidad de Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Fue dirigente de los académicos, vicepresidente del Senado Universitario y asesor presidencial para la educación, en 2008.

Al siguiente día de tomar posesión como 31º rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi aceptó una entrevista con Punto Final . Estas fueron nuestras preguntas y sus respuestas.

En su campaña planteó ideas que significan profundos cambios para la Universidad de Chile y su papel en la sociedad. ¿Podría hablarse de una refundación?

«Tal vez sonaría pretencioso. Efectivamente son cambios profundos que tienen que ver con la inserción de la Universidad en el espacio público, asumiendo que de una u otra manera está vinculada al aparato del Estado con el cual tiene interrelación. Alguna vez me pidieron que emitiera un juicio respecto del trabajo del rector: utilicé la imagen de un bailarín de tango que no tiene pareja y por lo tanto, no puede juzgarse cómo baila. Esa era la situación existente, y lo fue durante mucho tiempo. No había intención por parte del Estado de incorporar a la Universidad de Chile a proyectos de trascendencia nacional y amplia repercusión social. No la hubo y ni siquiera se esbozó la intención de que ocurriera así. La Universidad fue activamente inhibida y se creó un clima que intentó aplastarla. Por eso una pregunta esencial es: dado que nuestra Universidad es parte del Estado, ¿qué quiere hacer Chile con esta universidad que le pertenece? ¿Para qué la quiere?».

 

CONTEXTO FAVORABLE AL CAMBIO

Usted asume que ese contexto hoy existe…

«Hay tres razones que lo indican. En primer lugar hay en Chile una disposición más abierta al diálogo. El movimiento que se inició en 2011 empezó a cuestionar muchas cosas y a criticar experiencias como la Universidad del Mar, que falló en forma lamentable e hizo que cayeran muchos dogmas. Desde luego, el que sostiene que lo privado y la libre competencia son garantía de que todo marcha bien. El ejemplo demostró que no siempre es así. Existe una necesidad ineludible de fiscalizar para evitar los endeudamientos en que debe incurrir la gente modesta para estudiar, endeudamientos que finalmente resultan inútiles debido a la mala calidad de la formación impartida. Hay toda una configuración de vicios y abusos que explotó en las manifestaciones callejeras y en las gigantescas movilizaciones de esos años. Se produjo una expresión muy articulada del movimiento estudiantil que de alguna manera invita a reflexionar, asumiendo nuevos puntos de vista. No estoy haciendo un juicio de nada. Lo que corresponde hoy no es emitir juicios taxativos, sino abrir un espacio de reflexión para cuestionar asuntos que no se consideran dogmas en ninguna parte del mundo.

Una segunda razón para ser optimista respecto a las posibilidades de un nuevo contexto es este gobierno, que tiene un apoyo muy importante y que declara con mucha convicción que quiere hacer reformas profundas. Planteamiento que merece, a lo menos, el beneficio de la buena intención y la credibilidad. Y la demanda por una nueva Constitución que apela a la soberanía popular, que la legitime, para abordar las cuestiones de fondo que nos afectan como país y ciudadanos.

La tercera razón, que creo muy importante, es la conciencia transversal de la necesidad de abordar el tema de los espacios públicos de la desigualdad. Recurro dos anécdotas: Mañalich fue uno de los ministros que más enfatizó en ese punto. Sostuvo que en Chile nunca más del 20% de la población estará afiliado a las Isapres y que, por lo tanto, todo gobierno, cualquiera sea su signo, deberá tener en cuenta el tema de la salud del 80% real. Otro ejemplo, cuando Francisco de la Maza iba a ser el encargado de la campaña presidencial de Pablo Longueira, se le preguntó cuál sería el eslogan de la campaña, respondió: ‘Por un Chile más justo’. Un eslogan que claramente no era propio de la derecha, o que se esperara de ella. Son las tres razones principales que deberían impulsar a todos los sectores políticos a conversar de temas como desigualdad, justicia y avance, que están en el centro de las preocupaciones de todos».

En esa línea, destaca sin duda la relación con los estudiantes, que en el plano universitario tiene que ver con la triestamentalidad…

«Obviamente, con una salvedad: la triestamentalidad cae dentro del marco de la institucionalidad de la Universidad de Chile y sería resorte del Senado Universitario que fuera discutida por la comunidad. La relación con el movimiento estudiantil es un tema de fondo. Y es ajeno a mi voluntad que sus dirigentes no hayan estado presentes en la ceremonia en que me hice cargo de la Rectoría. Tenemos que articular un ámbito de diálogo permanente entre el movimiento estudiantil, el gobierno y la Universidad. He utilizado una metáfora que no tiene nada de primoroso: si tienes un bidón de bencina puedes hacer dos cosas, acercarle un fósforo y ver cómo se incendia o vaciarlo en un motor para que haga un trabajo útil. Creo que la motivación y la energía de los estudiantes es enorme. Es responsabilidad nuestra encontrar los caminos para que esa energía cristalice en realizaciones positivas. Si no logramos hacerlo, esa energía se disipará sin éxito. Estamos conscientes de las necesidades de los estudiantes y sus familias, del sentido profundo de la gratuidad, que marca la diferencia entre un joven que tiene una deuda con un banco y un joven que tiene una deuda emocional con el país. En ese orden, mi rectoría presentará al Consejo y Senado Universitario un proyecto de congelamiento de aranceles a partir de 2015, financiado por fondos centrales, como un gesto unilateral de compromiso con la gratuidad de la educación universitaria».

 

GRATUIDAD: TEMA ETICO

Mirando la educación en su conjunto, ¿en qué sectores debería ponerse énfasis: en la educación superior o en la educación preescolar, básica y media?

«Sin duda, en las segundas. Teniendo en cuenta la circularidad de que hablábamos, para tener una buena educación desde las primeras etapas del niño y el joven, necesitamos también buenos pedagogos y para eso, están las universidades. En la Universidad de Chile, pensamos que hay que considerar tres planos: la formación de pedagogos, la investigación en Pedagogía y un tercer aspecto muy importante, y que va más allá del currículum básico: ciudadanía, democracia, participación, pluralismo, confianza. El tema de la confianza tiene la mayor importancia. Diversas investigaciones demuestran que en Chile la confianza está en crisis. La norma fundamental parece ser ‘arrégleselas solo, como pueda’. Es muy alarmante (y por lo mismo, interesante) el cambio brutal que la dictadura produjo en la mentalidad de los chilenos. Creó un individualismo egoísta que no existía antes, en el Chile republicano. Por eso mismo, la educación gratuita, por ejemplo, es mucho más que un tema político, es un tema ético y debe ser abordado como tal. Queda pendiente la respuesta a la pregunta siguiente: ¿por qué las fuerzas que triunfaron en el plebiscito que derrotó a la dictadura no se esforzaron por reivindicar el tema ético y no lo plantearon como un asunto abierto que sigue pendiente? Digamos, una vez más, que los estudiantes han tenido razón al levantar la ética como una de sus banderas».

¿Cuáles serán los factores principales para el cambio en la Universidad?

«A nuestra Universidad se la obligó a autofinanciarse. Y poco menos que se nos culpa por haber sobrevivido. Es una situación que obliga a optar por cosas que llevan al distorsionamiento, entre otros factores por la diferenciación, en los hechos, entre Facultades ricas y pobres. Es natural tratar de obtener recursos de la actividad económica y productiva. Ingeniería es mucho más rentable que Arte, y Economía mucho más que Humanidades. El autofinanciamiento lleva a la pauperización de la idea de interacción entre los distintos sectores, y eso produjo mucho daño. Pretendemos corregirlo a fondo. Queremos participar en proyectos de trascendencia nacional en diálogo y eventual alianza con el gobierno, con el Congreso Nacional, grupos de estudio y otras estructuras sociales, que nos permitirían también combinar el trabajo de Facultades con experiencia y recursos, con otras que tienen menos relevancia en esos planos. Un ejemplo: la crisis del hospital José Joaquín Aguirre podría abordarse en parte con la formación de especialistas para todo el país, o también por el desarrollo de la telemedicina para mantener al día a médicos de las regiones y localidades remotas, o para enriquecer su formación académica. Hay muchos proyectos. Lo más importante es pensar que la Universidad de Chile no pide plata para sí misma. Pedimos fondos para Chile, por intermedio de la Universidad de Chile. Esperamos que eso se convierta en un nuevo sello de la Universidad de Chile. Una línea que coincide con ideas del ministro Nicolás Eyzaguirre de hacer proyectos conjuntos de significación nacional para el sistema público.

Nos parece muy importante la relación con universidades de provincias, especialmente con las que fueron en su momento sedes de la Universidad de Chile. Reconocemos que pudimos haber hecho más. Así como es obvia, en otro plano, la investigación científica en todas las áreas, incluyendo la ciencia pura y el arte, para asegurar la autonomía del acervo intelectual del país, buscaremos fortalecer nuestras relaciones con universidades extranjeras, campo en el cual la Universidad de Chile tiene ventajas comparativas».

 

ROL DEL ESTADO

«El problema de los recursos es decisivo. En la Universidad se mueven cantidades enormes de dinero que no tienen que ver con sueldos, insumos o inversiones directamente orientadas a la Universidad. El mejor ejemplo es el del hospital J.J. Aguirre. Un hospital docente, como se sabe, cuesta a lo menos 30% más que un hospital normal, porque forma alumnos y también especialistas. Además, es un centro en el que se hace investigación y, claro, también actúa como hospital normal. Todo eso tiene que financiarse con recursos propios. Es una locura.

Si se piensa cómo funciona el capitalismo, se ve todavía mejor. En Estados Unidos, desde antes de Keynes, se aceptaba que el Estado tiene un rol central en el funcionamiento del sistema económico. Y los ejemplos abundan en el campo de la medicina. ¿Qué podría hacer una clínica dotada de todos los adelantos si no contara con especialistas calificados? Nada. En Chile la mayoría de los especialistas se ha formado en la Universidad de Chile, que no ha recibido dinero por esa formación. Y eso está mal. Se está matando la gallina de los huevos de oro si no se le alimenta y cuida. Ese gasto en formación debería ser financiado por el Estado, a través del Ministerio de Salud, y directa o indirectamente por el sector privado que se beneficia.

En Estados Unidos se hizo un trabajo fantástico con la Biblioteca Nacional de Medicina: generó una base de datos a la que se puede acceder desde cualquier parte del mundo y manejar con facilidad para obtener gratuitamente información actualizada sobre cualquier tema. Cuesta imaginar la importancia que tiene esta información para la atención médica en todo el mundo. Y todo eso financiado de una y otra manera por el gobierno».

 

ESTADIO DE LA «U»

¿Qué pasará con el estadio que se construiría para el club de la Universidad, y con los terrenos que estaban destinados a un proyecto que no ha resultado?

«En cuanto al estadio, habiendo sido resuelto por la administración del rector anterior, lo decidido está decidido, porque lo hizo dentro de su potestad, que debe ser respetada. En cuanto al resto de los terrenos, que constituyen la mayor parte de la superficie del predio, no podemos negar que estamos en deuda. Hay, sin embargo, proyectos alternativos que deberían ser estudiados por el Senado Universitario y tomar una decisión en un tiempo razonable».

 

 

 

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 807, 27 de junio, 2014

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