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«Queimada», latinoamericano paradigma

Fuentes: Rebelión

Perfectamente lograda. Pocas veces el «tercer cine» (movimiento fílmico anti-burgués, políticamente militante, de origen latinoamericano) puede presumir de trabajos cuyo resultado final supere las expectativas originales. La película Queimada (Burn!, 1969), dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo y protagonizada por Marlon Brando, más allá de los aspectos técnicos-narrativos-estructurales tan magistralmente efectuados, tiene un doble mérito: […]

Perfectamente lograda. Pocas veces el «tercer cine» (movimiento fílmico anti-burgués, políticamente militante, de origen latinoamericano) puede presumir de trabajos cuyo resultado final supere las expectativas originales. La película Queimada (Burn!, 1969), dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo y protagonizada por Marlon Brando, más allá de los aspectos técnicos-narrativos-estructurales tan magistralmente efectuados, tiene un doble mérito: por un lado, describe, reconstruye, retrata el drama político de América Latina y el Caribe, y por otro, sin incurrir en fórmulas panfletarias, evoca e invoca el invaluable patrimonio ético-filosófico, en materia de rebelión, atesorado en este lado del hemisferio, la región de las más acentuadas contradicciones, Latinoamérica. Ahora que la izquierda somete a debate sus estrategias, alcances e idearios, vale la pena desenterrar el registro de flagelos, el compendio de agravios, que explican parcialmente el presente latinoamericano. La película consigue este propósito. Corresponde analizar críticamente el film referido, y paralelamente coligarlo con la histórica realidad continental.

La película relata el arribo de un agente británico a una isla en el Caribe, Queimada, (que bien podría ser cualquier país latinoamericano) con la intención de fomentar una revolución nativa para derrocar a los conquistadores portugueses, y conseguir para sus patronos -Gran Bretaña y la empresa subsidiaria Royal Sugar Company- el control de la economía local, concretamente la producción de caña de azúcar, aún sujeta a cánones productivos esclavistas. Después del derrocamiento de la administración portuguesa, Queimada declara su independencia, aunque sólo formalmente. En la práctica, el nuevo régimen constituido a capricho de los británicos, integrado por latifundistas blancos y políticos titiriteros corruptos, se ocupa de satisfacer intereses privados extraterritoriales. Con la venia de Gran Bretaña, se inaugura un proceso de transición a fin de establecer una economía de libre mercado, un régimen de salarios, en suma, una proletarización de la fuerza de trabajo. William Walker, el agente británico (Marlon Brando), se vale de una analogía altamente ilustrativa para exponer al gobierno emergente las bondades de un sistema económico proto-capitalista. En términos estrictamente económicos, pregunta Walker, ¿qué es más retributivo, rentable: una esposa (refiriéndose al esclavo) con todos los dispendios onerosos que supone una manutención vitalicia, ó una prostituta (refiriéndose al asalariado), que tan sólo implica un gasto intermitente, allí cuando sus servicios son requeridos?

Pero el factor imprevisto en esta trama de neocolonialismo, persistentemente presente en la historia de nuestros pueblos, también figura de manera destacada en el film: a saber, la radicalización de la rebelión, ya no contra un poder esclavista, sino contra el anónimo poder del capital. José Dolores, líder de la primera insurrección, más tarde dirigente de la guerrilla nativa, personifica la peculiar fuerza de resistencia, el espíritu libertario, que tantos triunfos simbólicos y tantas derrotas materiales ha cosechado en la historia de la América descolonizada. A través de la lucha de este mártir, el film rememora este patrimonio inmaterial de resistencia, y saca a la superficie esa flama de indignación latente que todavía al presente amenaza felizmente con subvertir la realidad de nuestros pueblos. Válgase la enunciación de las valiosas lecciones que desentierra Queimada:

  -Es mejor saber a dónde ir y no saber cómo, que saber cómo ir y no saber a dónde;

  -Si un trabajador labora para otro, permanece como esclavo, aunque se le identifique como obrero y no como peón;

  -Si un hombre te da libertad, no es libertad. La libertad es algo que uno, uno solo debe buscar;

  -Las clases dominantes tratarán de asesinar los valores e ideas, y no sólo a los hombres que los detentan, pues la naturaleza de la idea es imperecedera, mientras que los hombres perecen naturalmente.

Blog del autor: http://lavoznet.blogspot.com/2013/02/queimada-paradigma-latinoamericano.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.