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(Tomado del libro en gestación “Cuentos que no nos contaron”, a medias entre Koldo Campos Sagaseta e Irene Campos Fernández)

¿Quién fue La Cenicienta?

Fuentes: Rebelión

Escena 1-Interior/Oficia CSI/Noche Bien entrada la noche, la forense Catherine Willows conversa con Nick Stokes, otro de los miembros del equipo de investigación forense del CSI (Crime Scene Investigation) mientras toman café en su oficina. Catherine -Sigo sin entenderlo Nick… He analizado tres veces las huellas recogidas junto al horno de la bruja y ninguna […]

Escena 1-Interior/Oficia CSI/Noche

Bien entrada la noche, la forense Catherine Willows conversa con Nick Stokes, otro de los miembros del equipo de investigación forense del CSI (Crime Scene Investigation) mientras toman café en su oficina.

Catherine

-Sigo sin entenderlo Nick… He analizado tres veces las huellas recogidas junto al horno de la bruja y ninguna corresponde a Hensel o Gretel. Si arrojaron dentro a la bruja, como han declarado, sus huellas tendrían que estar alrededor del horno. Tuvieron que apoyarse en algún momento en el horno para lograr meterla dentro.

Nick Stokes

-Pudieron usar guantes…

Catherine

-¿Y dónde están los guantes?

Nick Stokes

-Tal vez los hicieron desaparecer… Quizás los metieron también al horno.

Catherine

-¿Y por qué iban a deshacerse de los guantes si, como quiera, estaban dispuestos a entregarse y confesar? Hay algo que no encaja en esta historia. Y los análisis de las muestras de ADN de los niños tampoco aclaran nada.

Entra en la oficina el químico Greg Sanders sosteniendo una humeante probeta.

Greg Sanders

-Creo que tengo la respuesta a todas vuestras dudas. He analizado el chocolate del que estaba hecho el techo de la casa y el resultado no deja lugar a dudas: no es chocolate. Se trata de una extraña pasta de color marrón, compuesta por distintos elementos como lecitina de soja, extracto de malta de cebada, leche desnatada en polvo y manteca de cacao con aroma de vainilla, además de varios aditivos y colorantes.

Catherine

-¿Y cuál es el problema? A esa pasta es que Nestlé llama chocolate. De todas formas ¿qué tiene que ver con el caso?

Greg Sanders

-Que si fue esa pasta lo único con lo que la bruja estuvo alimentando a esos niños para que engordaran, además de cebarlos los intoxicó.

Catherine

-Eso sólo probaría que el chocolate Nestlé es una mierda y que consumirlo perjudica seriamente la salud.

Greg Sanders

-Sí… pero también establecería un atenuante para Hensel y Gretel que cualquier jurado consideraría.

La discusión es interrumpida por Gil Grisson, jefe del CSI, que entra en la oficina precipitadamente.

Grisson

¿Qué casos tenemos pendientes?

Catherine

-El de la casa de chocolate y los dos hermanos…

Grisson

-Olvídense de Hensel y Gretel porque tenemos un caso especial.

Nick Stokes

-¿Y qué hacemos con el cazador que supuestamente mató al lobo feroz? Sólo nos falta recibir el informe de balística y volver a interrogar a la abuela de Caperucita que, dicho sea de paso, era la que tenía registrada a su nombre la escopeta…

Grisson

-Os repito que tenemos entre manos un caso especial y hay que ponerse en marcha inmediatamente. Os lo explicaré por el camino… ¡Vamos, no perdamos tiempo!

Rápidamente, Grisson, Catherine, Stokes y Sanders recogen su equipo y salen de la oficina.

Escena 2- Exterior/Noche/Coche

A toda velocidad, Grisson conduce el coche mientras pone al corriente de la misión a su equipo.

Grisson

-Vamos al Palacio Real. Esta noche se celebró un gran baile de gala organizado por el rey con el propósito de encontrar, entre las damas que asistieran, novia para el príncipe. Al parecer, cuando ya el príncipe había dado con ella… la elegida, a eso de las doce de la noche, salió corriendo y desapareció.

Sanders

-No me extraña. Cualquiera hubiera hecho lo mismo. Lo que no me explico es qué hacía en el baile.

Grisson

-¡Sanders… no bromees con la familia real! Además, parece que nada le había comunicado a ella con respecto a sus planes y que, hasta ese momento, tampoco la mujer parecía encontrarse a disgusto.

Nick Stokes

-¿Y a nosotros nos corresponde encontrarla?

Grisson

-De eso se trata Nick… Hay que dar con el paradero de esa mujer desconocida.

Catherine

-¿Y no podríamos iniciar la búsqueda mañana? Ya son las 3 de la madrugada.

Grisson

-Cuanto antes nos pongamos a trabajar más posibilidades tendremos de hallarla. Y se trata de un asunto real. De hecho, todavía el príncipe sigue en Palacio y, por lo que me han dicho, sumamente deprimido.

Catherine

-Estamos sin dormir y sin cenar Grisson…

Grisson

-Y si no encontramos a esa mujer también nos quedaremos sin empleo. ¡Vamos Catherine… piensa en los demás, somos un equipo!

Escena 3- Exterior/Palacio/Noche

 

Grisson detiene el vehículo frente a la escalinata principal del Palacio Real. La zona está acordonada y algunos guardias vigilan que nadie irrumpa en la escena. A prudente distancia, algunos curiosos y periodistas observan la llegada del equipo del CSI que, con la celeridad que su trabajo requiere, sacan los equipos del automóvil, se enfundan sus guantes asépticos y corren hacia un tramo de la escalinata en la que un potente foco ilumina un negro zapato de tacón. El príncipe, compungido, se acerca a Grisson.

Príncipe

-Ese era su zapato… Es todo lo que me ha quedado de ella.

Grisson

-¿Cómo ocurrió alteza?

Príncipe

-Estábamos bailando, aunque no recuerdo si era un vals o un pasodoble. Recuerdo sí que era medianoche porque en ese momento comenzaron a sonar las campanas de palacio. Yo acariciaba su sedosa cabellera negra cuando ella, abruptamente, retiró su mano izquierda de mi entrepierna y echó a correr. Yo también quise correr detrás de ella… y hasta lo hice cuando me levanté.

Grisson

-No se preocupe alteza… Encontremos a esa mujer. ¿Podría describírnosla?

Príncipe

-(Entre sollozos) ¿Y cómo describir lo indescriptible? ¿Cómo explicar lo inexplicable?

Sólo puedo deciros que era bella, que era divina y que yo estaba borracho.

Grisson

-¿Muy bella?

Príncipe

-Muy borracho

Grisson

Bien, por el momento es suficiente. Tranquilícese alteza. Si esa mujer existe daremos con ella.

En cuclillas sobre la escalinata Stokes, hace varias fotografías del zapato y, finalmente, con ayuda de unas pinzas, lo guarda en una bolsa de plástico. Sanders, valiéndose de unos bastoncillos de algodón, recoge muestras del lugar. Muy cerca, Catherine interroga a algunos testigos mientras toma nota de sus declaraciones.

Escena 4- Interior/Oficina/Día

Alrededor de la mesa de trabajo Grisson y su equipo investigan el caso y comparten dudas y resultados.

Grisson

-Ya van a dar las 9 y todavía no tenemos nada.

Catherine

-(Mientras repasa sus notas) Uno de los testigos declaró haber visto corriendo a una mujer blanca como de veinte años envuelta en un vestido negro. Otro dice haber visto a una mujer negra vestida de blanco y que cojeaba ostensiblemente. Y un tercer testigo asegura que una loca semidesnuda que había bajado trastabillando las escaleras, paró una carroza de servicio y desapareció. ¿A quién creer?

Grisson

-Mientras no tengamos otros testimonios más creíbles habrá que confirmarlos todos. Dile a Jim que se ocupe de investigar entre las compañías de carrozas si alguna dio un servicio ayer, alrededor de las 12, cerca del Palacio Real. Y que interrogue a todas las mujeres negras y blancas que asistieron al baile… también a las locas.

Mientras Catherine pone al corriente por teléfono al detective Jim Brass de las órdenes de Grisson, Sanders pone al corriente a los demás de sus averiguaciones.

Sanders

-Las muestras de saliva que recogí en las escaleras son tantas que dudo hubiera alguien que asistiera a la fiesta que no soltara algún escupitajo al entrar o salir. Pero hay algo, sin embargo, que puede servirnos. Cerca de donde se encontraba el zapato encontré esta plantilla de goma blanda que, obviamente, estuvo dentro de ese zapato. Es de la misma talla, corresponde al mismo pie y, además, he hallado fibra de la plantilla en el zapato.

Grisson

-Hay que ponerse cuanto antes en contacto con el fabricante de esa plantilla.

Sanders

-Ya lo hice Grisson, y me ha dicho que un par de la misma clase fue vendida a un zapatero de la ciudad hace unos días.

Grisson

-Entonces, de lo que se trata ahora es de averiguar que zapatero la vendió y a quien.

Sanders

-También lo hice Grisson., pero el fabricante no conserva registro de esa venta y debe haber una docena de zapaterías en esta ciudad.

Grisson

-Pues estamos otra vez como al principio… y sigue corriendo el tiempo.

Stokes

-Tal vez no. Le practiqué una fotogrametría al zapato, una moderna disciplina que nos permite calcular las dimensiones y posiciones de los objetos en el espacio, a partir de medidas realizadas sobre fotografías…

Grisson

-Sí… ya sabemos qué es una fotogrametría…

Stokes

-Tú sí, pero los lectores no.

Grisson

-¿Y qué es lo que descubriste?

Stokes

-Nada, al principio nada, después tampoco, pero cuando le hice la fotogrametría por tercera vez menos aún.

Grisson

-¿Tú quieres seguir trabajando en el CSI?

Stokes

-Tranquilo Grisson, déjame terminar. Cuando iba a realizar una cuarta prueba, al coger el zapato, me fijé en que había unos extraños residuos adheridos al tacón y, una vez analizados, han resultado ser restos de cardo amarillo.

Grisson

-¿Y a dónde nos lleva eso?

Catherine

-Al sur de la ciudad y al zapatero remendón. Ese es el único lugar donde crece el cardo amarillo. No existe ese tipo de cardo en el Palacio Real y menos en el salón donde tuvo lugar el baile. Y la zapatería del remendón es la única ubicada en esa zona.

Stokes

-La mujer que se puso ese zapato probablemente vive cerca.

Grisson

-¡Vamos allá ahora mismo! El príncipe está dispuesto a ir casa por casa probándole el zapato a todo el mundo hasta encontrar quien lo calce… y nos ha dado de tiempo hasta mañana.

Catherine

-No me parece tan mala idea. ¿Y por qué entonces no dejar el caso en sus manos?

Grisson

-Porque después también podría ocurrírsele que dejáramos en sus manos nuestros cargos. ¿Lo entiendes ahora?

Catherine

-¡Estoy cansada, jefe…. No puedo más!

Grisson

-¡Vamos Catherine… piensa en los demás, somos un equipo!

 

Escena 5- Interior/Zapatería/Día

En el interior de la única zapatería del sur de la ciudad, un viejo zapatero se desespera tratando de envolver en papel de regalo una caja con zapatos, cuando entra Grisson. El resto del equipo del CSI permanece en la calle.

Grisson

-¿No se dejan envolver esos zapatos?

Zapatero

-Para una maldita venta que hago en el día, encima quieren que se los envuelva. He tenido que ir a buscar la caja y el lazo a otra zapatería… pero, en fin, hasta la tarde no vendrán a buscarlos y para entonces confío en haberlo conseguido. ¿Qué se le ofrece?

Grisson

-(Al tiempo que muestra la plantilla al zapatero) Sabemos que usted vendió esta plantilla…

Zapatero

-Sí, yo la vendí, pero no tiene garantía y no acepto devoluciones.

Grisson

-(Mientras se identifica) Sólo quiero que me muestre su recibo de venta.

Zapatero

-¿Recibo de venta? Le tengo una mala y una buena noticia… La mala es que no tengo recibo de la venta de esa plantilla… pero la buena noticia es que podría hacer memoria. Al fin y al cabo, es la única plantilla que he vendido.

Grisson

-Estoy esperando su nombre.

Zapatero

-He dicho que podría hacer memoria no que la haya hecho. En cualquier caso, sigo teniendo una mala y una buena noticia. La mala es que este negocio, y más con esta crisis, es una ruina. La buena es que usted podría ayudarme a cuadrar el mes.

Grisson agarra por las solapas al zapatero y, a bocajarro, le deletrea la última hora del informativo.

Grisson

-Yo también te tengo dos noticias… pero si una es mala la otra es peor. La mala es que ahora mismo me dices su nombre y yo me olvido de romperte las narices.

Temeroso, el zapatero parece reconsiderar su estrategia para sacar a flote su negocio.

Zapatero

-¿Y la peor?

Grisson

-La peor es que yo te rompo las narices y tú me das el nombre antes de que te cierre este tugurio y te lleve preso por evasión de impuestos y resistencia a la autoridad.

Zapatero

-¡Ya lo recuerdo sí, fue el Hada Madrina. Y no van a tener que ir muy lejos porque vive en la casa de al lado, la pintada de lila.

Antes de salir de la zapatería, Grisson registra y selecciona unas cuantas cajas de zapatos y con ellas bajo el brazo, ya desde la puerta, se vuelve hacia el zapatero.

Grisson

-Te tengo dos noticias, una mala y otra buena. La mala es que no te voy a pagar estos zapatos.

Zapatero

-¿Y la buena?

Grisson

-Que tampoco me los vas a tener que envolver.

Escena 6-Interior/Casa Hada Madrina/Día

 

Recostada en una mecedora que en su vaivén cruje y denuncia su generosa sobrecarga, una anciana de alrededor de 80 años, teje unos llamativos calcetines de lana en la cocina, junto a la encendida chimenea.

De improviso, la puerta de la vivienda se viene abajo y entran, pistola en mano, Grisson y Catherine, mientras Sanders irrumpe por una ventana haciendo añicos su cristal y Stokes se descuelga por la chimenea.

Antes de que la anciana pueda expresar su espanto ya ha sido rodeada por el equipo del CSI, a excepción de Stokes que, a gritos, todavía pugna por apagar las llamas de su pantalón.

Grisson

-¡No se mueva… somos el CSI! ¡Sólo queremos hablar con usted!

Hada Madrina

-¿Y por qué no llamaron a la puerta?

Catherine

-Para que esta película tenga un poco de acción.

Grisson

-¿Dónde está el Hada Madrina?

Hada Madrina

-¿Cómo que dónde estoy? ¡Yo soy el Hada Madrina!

Todo el equipo del CSI, sorprendido por la respuesta de la anciana, queda sin habla. Sólo Stokes sigue tratando a gritos de apagar las llamas.

Una vez reaccionan, toman asiento alrededor del Hada Madrina. Catherine le muestra a la anciana el zapato de tacón.

 

Catherine

-¿Este zapato es suyo?

Hada Madrina

-¡Oh… que suerte que lo encontraron! Lo perdí ayer en la calle y me hubiera dolido no recuperarlo, aunque hubiera bastado que me llamaran y yo misma pasaba a recogerlo.

Grisson

-¿Y se puede saber en dónde lo perdió?

Hada Madrina

-No estoy segura…tal vez en la rotonda de la esquina… o quizás cuando volvía del mercado…La verdad es que sólo me di cuenta al llegar a casa.

Grisson

-Está mintiendo y no me gusta perder el tiempo.

Hada Madrina

-¡Oiga… sin faltar eh! ¡Le digo que ese zapato es mío!

Catherine toma el pie de la anciana, le quita la pantufla y le calza el zapato.

Catherine

-¿Le importaría levantarse y dar unos pasos?

El Hada Madrina se incorpora, saca de un armario el otro zapato negro de tacón y, una vez se lo pone, va y viene por la cocina mientras repara y se lamenta por los destrozos causados y le ayuda a Stokes a apagar las llamas de su pantalón. Finalmente vuelve a hacer crujir la mecedora. Grisson confirma sus temores directamente, comprobando con sus manos la perfecta adecuación de los zapatos a los pies de la anciana.

Grisson

-No hay ninguna duda: ese zapato es suyo.

Catherine

-Pero no puede ser ella… Es cierto que el príncipe estaba bebido… pero no tan borracho.

Grisson

-¿Dónde se encontraba usted anoche…entre las 9 y las 12?

Hada Madrina

-Estuve aquí, en mi casa, viendo televisión… uno de esos idiotas programas de corazón

Catherine

-¿No estuvo usted en el baile del Palacio Real?

Hada Madrina

-¿Yo? Es verdad que a pesar de mis 80 años todavía puedo hacer muchas cosas, pero créame si le digo que ya no estoy para bailes… y menos reales. Le repito que estuve en casa viendo, precisamente, una de esas tertulias insoportables sobre el príncipe y sus deseos de tener un hijo heredero…

Sanders

-Es cierto, yo también estuve viendo ese programa mientras trabajaba en el laboratorio.

Grisson

-Pues no entiendo nada… ¿Cómo se explica que estuvieran sus zapatos y no estuviera ella?

Un denso silencio en el que por fin participa Stokes responde a la pregunta de Grisson, hasta que Catherine da con la respuesta.

Catherine

-Se me ocurre una forma de explicar cómo es que los zapatos asistieron al baile mientras su propietaria permanecía en su casa…Tal vez se los puso otra persona… ¿Es eso lo que pasó?

Visiblemente turbada, la anciana parece desmoronarse. Su coartada televisiva ya no le sirve e intenta cambiar la estrategia.

Hada Madrina

-Tal vez… ese no sea mi zapato… quizás sólo se parecen o…

Grisson

-¿A quién le prestó los zapatos?

Catherine

-¡Vamos…dígalo, no va a pasarle nada, ni a usted ni a la mujer que acudió al baile del Palacio Real!

Sanders

-¡El príncipe sólo quiere conocerla… más! ¡Igual hasta casarse!

Hada Madrina

-Les repito que yo no sé nada. La última vez que ví esos zapatos estaban ahí, dentro del armario.

Grisson

-¡Vamos confiese! Sabemos que compró un par de plantillas para los zapatos…y usted no las necesitaba. ¿Para quién compró esas plantillas?

Catherine

-Los zapatos le entran perfectamente y no hay en sus pies la menor huella de rozaduras o lesiones que hicieran necesarias unas plantillas… ¿Eran para otra persona… verdad?

Hada Madrina

-Les digo que no sé de qué me hablan…

Grisson

-¿Quién vive con usted?

La pregunta de Grisson vuelve a turbar a la anciana, cada vez más acorralada por las evidencias.

Hada Madrina

-Yo… vivo sola.

Catherine

-¿Y para quién son esos coloridos calcetines que está tejiendo?

Hada Madrina

-Bueno… para nadie en particular… lo hago por ejercitar mis dedos…es que tengo artritis… sí, por eso.

Rápidamente, Sanders toma los calcetines y los coteja con los zapatos.

Sanders

-La misma longitud, la misma anchura… estos calcetines son para estos zapatos. Sólo necesitamos saber quién se los pone.

Grisson

-¡No nos haga perder más tiempo y confiese quién llevaba esos zapatos!

Catherine

-¡Y para quién son estos calcetines!

Hada Madrina

-¡Ya basta! ¡Quiero un abogado!

El detective Jim Brass entra en la cocina. Lleva un envoltorio en la mano y le acompaña un atractivo joven como de veinte años, de pelo corto y facciones suaves.

Todos se vuelven sorprendidos hacia ellos. También la anciana que, finalmente, se derrumba en la mecedora mientras se cubre el rostro con las manos tratando de esconder el llanto.

Jim Brass

-Creo que ya no hay necesidad de seguir interrogando a esta mujer. Una compañía de carrozas me confirmó un servicio ayer a las 12 de la noche y a las puertas del Palacio Real. Cuando interrogué al chofer me dijo que ya iba de regreso a su casa cuando lo abordó una mujer semidesnuda, muy excitada, a la que le faltaba un zapato de tacón negro. El chofer recordaba perfectamente la dirección a la que llevó a la mujer porque ni siquiera le pagó la carrera. La trajo a esta casa. Antes de desmontarse, la mujer se quitó su larga peluca negra…

Brass saca del envoltorio una larga peluca negra y se la pone al joven que tiene al lado.

Jim Brass

-Os presento a Ceniciento… la mujer con la que el príncipe se quiere casar y tener un heredero.

El estupor general sólo es roto por la anciana que, entre sollozos, se levanta de la mecedora y corre a abrazarse con Ceniciento.

Jim Brass

-A él me lo encontré en la entrada…ella es su abuela.

Escena 7- Interior/oficina CSI/Día

Alrededor de la mesa, Grisson y su equipo tratan de encontrar una solución al problema que enfrentan. Por si no fuera suficiente el cansancio acumulado, el desánimo es evidente en todos los miembros. Stokes se esfuerza en permanecer despierto, Catherine entretiene su tedio probándose los zapatos negros, Sanders se cambia de pantalones, Brass se distrae peinando la peluca… sólo Grisson se empeña en repasar notas e informes.

Catherine

-Lo que no entiendo es porqué salió corriendo Ceniciento del palacio.

Jim Brass

-Según ha declarado se le estaba corriendo el maquillaje y el príncipe se mostraba demasiado efusivo. Ceniciento temía que le acabara arrancando la peluca y antes de que el fraude quedara al descubierto echó a correr.

Sanders

-¿Y por qué fue al baile? ¿Qué hacía Ceniciento en el Palacio Real?

Grisson

-Bueno… aunque pueda parecernos extraño, le gusta el príncipe casi tanto como la buena vida palaciega.

Jim Brass

-Pensó que con el tiempo, tal vez, lo acabaría aceptando. Además, Ceniciento se encuentra sin trabajo, no tiene donde caerse muerto. Nada perdía con intentarlo.

Grisson

-El problema es qué vamos a hacer ahora. Sólo tenemos dos opciones y cualquiera de las dos nos lleva al paro, al cese fulminante de todo el equipo. Antes de que termine el día tengo que presentarle al príncipe a su futura esposa y, o bien le digo que una decrépita anciana de más de 80 años y cien kilos de peso es la propietaria de los zapatos, o le confieso que la mujer de sus sueños es un gey.

Catherine

-¿Qué va a ser de nosotros? ¿Dónde vamos a encontrar trabajo?

Grisson

-Como están las cosas… en ninguna parte. Y eso si sólo es el trabajo que perdemos, porque también podría el príncipe tomar otras medidas…que ya sabéis como las gasta.

Sanders

-¿Y si nos vamos del país?

Jim Brass

-¿Y a dónde vamos a ir? Ni en el País de las Maravillas quieren ya emigrantes…

De improviso, a Grisson parece ocurrírsele una idea que transforma su apesadumbrado semblante en una risueña expresión.

Grisson

-¡Catherine, hazme el favor… camina, da unos pasos!

Catherine

-¿Yo?

Grisson

-¡Sí… muévete, vamos!

Catherine comienza a andar por la oficina con los zapatos negros de tacón. El resto del equipo, antes de que Grisson les descubra su ocurrencia, comienzan a valorar la idea.

Jim Brass

-¡Eso es Catherine…y ponte también la peluca!

Catherine

-¿No estaréis pensando…?

Sanders

-¡Sí… es perfecta!

Stokes

-¡Nunca te lo había dicho antes… pero podrías pasar como modelo, como actriz… como princesa!

Catherine

-Pero es que a mi el príncipe me da arcadas…

Jim Brass

-Eso será al principio… después te acostumbras.

Grisson

-Más náuseas te va a dar el desempleo. ¡Vamos Catherine…piensa en los demás. Somos un equipo!

Y colorín colorado, caso resuelto. Catherine aceptó el reto, el príncipe se hizo cargo y el CSI conservó el trabajo. Se cree que todos, menos el Hada Madrina y Ceniciento, comieron perdices.