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¿Quién se atreve a analizar?

Fuentes: Rebelión

¿Quién será el atrevido o el necio que tendrá el humor de intentar poner un poco de orden en un avispero, o de introducir un poco de armonía en una jaula de grillos? Pues a eso, a un avispero o a una jaula de grillos, es justamente a lo que se asemeja el ambiente político […]

¿Quién será el atrevido o el necio que tendrá el humor de intentar poner un poco de orden en un avispero, o de introducir un poco de armonía en una jaula de grillos? Pues a eso, a un avispero o a una jaula de grillos, es justamente a lo que se asemeja el ambiente político y social que se viene respirando en España desde hace al menos dos décadas, si bien se ha agudizado considerablemente en lo que va de año y especialmente en lo que afecta a la situación precaria de millones de españoles…

Por eso, quizá, se ve con claridad meridiana que no hay ninguna persona suficientemente despejada o lúcida, tampoco ningún intelectual al que se le tenga por tal oficialmente, en fin, que tenga la tentación de hacer el más mí nimo análisis, no ya de  ndole politica ni social, sino tan siquiera de carácter histórico en forma de crónica, interesado en dejar para la posteridad la imprompta de sus análisis acerca de un país invertebrado como ahora aparece al mundo éste.

Porque la situación destartalada, deslavazada, dislocada, más bien caótica que atraviesa este país (pese a que la gente vive y consume y va de acá para allá como un zombi con un móvil en la mano), no sólo afecta a la política y a la penuria social de millones de personas, sino también a la enseñanza, a la sanidad, a la religión, a la moral pública y a la grave amputación del deseo de procrear. Es tan evidente que no hay normas sociales, ni reglas de referencia, ni leyes que bien examinadas no sean favorables sólo a unas clases sociales en la medida que oprimen a otras, ni siquiera pautas… que podemos decir que reina entre nosotros lo que sociología se llama anomia. Así pues, la única crónica que encaja en la situación actual sería la que exhortase a todo el país a una infinita paciencia en espera del paso del tiempo cifrado en no menos de medio siglo. Pues, empezamos por que ese valiente que se animase a analizar o a hacer un estudio a fondo de lo que aquí sucede, o pensase en escribir una crónica que valga la pena, no sabría por dónde empezar…

Veamos. Dudo que alguien que se proponga hacer ese monográfico de la situación y clima social y político que se vive en España, pero ya digo, si se atreviese, estoy convencido de que no sabría por dónde empezar, sobre todo después de tanto y lo ya largamente analizado por miles de superexpertos y superentendidos a medida que se iban produciendo los acontecimientos, y a pesar de todo nada ha cambiado…

Pues… ¿empezaría acaso por el escandaloso caso del desvalijamiento durante décadas de las arcas públicas a cargo de equipos de gobierno del Estado, de ciertas Autonomías o de numerosos municipios?

¿O empezaría por el espantoso fenómeno de 8 millones de votantes que dieron su apoyo a esa misma facción política que gracias a ellos retiene el gobierno, tras ser calificada por la justicia como organización creada para delinquir, es decir, como una banda delincuente? ¿Empezaría por el caso del desmantelamiento virtual de la sanidad y de la enseñanza públicas y la privatización o el intento de privatización de los bienes esenciales llevado a cabo por el gobierno conservador con la complicidad del partido principal de la oposición?

O ¿empezaría por el cinismo ya insoportable de tantos de la clase política de esa misma facción, como esa mujer que, censurando haber retirado su nombre de una calle de Madrid, públicamente justifica y vitorea desde su poltrona política ultraconservadora a ese general franquista quien, aparte de decir cosas como ¡muera la inteligencia! o ¡cuando oigo la palabra cultura, cojo mi pistola! fue tan sanguinario como el mismo dictador y por consiguiente justifica y vitorea la propia dictadura?

O ¿empezaría por hacer una radiografía a una justicia a nivel de tribunal (pues el juez unipersonal tiene cara y responsabilidad directa de su propia imagen), lamentable y visiblemente aliada al poder político conservador (por llamarlo de una manera suave), a través de una prevaricación continuada en el modo de tratar los procesos incoados contra multitud de políticos ladrones, valiéndose también de la dilación de dichos procesos, pudiendo y debiendo hace mucho tiempo haberlos elevado a juicio oral, sin perjuicio de que continuasen las investigaciones y la instrucción de muchos de ellos por el eventual conocimiento de nuevos hechos y de nuevas sumas apropiadas o defraudadas relacionados con los políticos o empresarios ya procesados?

O ¿empezaría afirmando, sin temor a equivocarse, que la mayor parte de los medios de información viven de los escándalos políticos, cuando no los provocan, pero que con mayor o menor disimulo todos están a favor de los poderes fácticos, neoliberales o no, y en contra de las transformaciones hondas que muchas leyes necesitan, como la ley electoral u otras de largo alcance?

O ¿empezaría hablando de ese periodista radiofónico que trató de lavar el cerebro a los oyentes al cuestionar la legitimidad de la justicia venezolana enjuiciando al opositor de la política de aquel país como responsable intelectual de 48 muertos tras las elecciones legislativas, que no ganó, después de instigar a las multitudes a la rebelión y al rechazo del resultado electoral, ignorando que en España varios ciudadanos han entrado en la cárcel por formar parte de insignificantes algaradas?

O ¿empezaría refiriéndose a ese otro dudoso periodista con el don de ubicuidad, el cual, tras manifestarse hace años como neocons persigue sañudamente en su repulsiva presencia en todos los platós de televisión, a todo aquél nuevo político que a él se le antoja comunista?…

Desde luego debiéramos jurar todos los bien nacidos quien jura ante el altar de ese dios en que no creemos, que no volveremos a decir públicamente ni una palabra sobre política o sociedad, hasta que se restablezca la cordura colectiva suficiente; la cordura necesaria para que el mundo pueda empezar a pensar que este país ha sido limpiado de ladrones, de acaparadores, de defraudadores, de ventajistas, de prevaricadores, de proxenetas políticos y de toda clases; y que se ha iniciado en él una nueva Era donde las infinitas ganas de maldecir y de vomitar, así como las causas que las provocan, han sido reemplazadas por el armisticio, por el diálogo civilizado y por la honradez generalizada. Un tiempo en que a todos esos chulos desde el poder y a esos periodistas agitadores desde los medios que aún hacen más convulso al país, les hagamos callarse para siempre. Pero que si no se consigue ni una cosa ni la otra, y como ya se ha hecho en otros lugares, nos movilicemos toda la gente de bien para hacer la revolución que permita asentar de una vez en esta sociedad española un solo rasero…

Jaime Richart, Antropólogo y jurista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.