En el auge de la euforia neoliberal, algunos gobernantes dolarizaron sus economías, en medio de la crisis financieras, creyendo que con el sello del billete verde vendrían todas las bondades que el Imperio promete. El Salvador y Ecuador fueron víctimas de ese embuste. (El otro país que usa el dólar es Panamá, país postizo, creado […]
En el auge de la euforia neoliberal, algunos gobernantes dolarizaron sus economías, en medio de la crisis financieras, creyendo que con el sello del billete verde vendrían todas las bondades que el Imperio promete. El Salvador y Ecuador fueron víctimas de ese embuste. (El otro país que usa el dólar es Panamá, país postizo, creado por la inducción de Estados Unidos para que la región norte de Colombia se separara y se prestara para la construcción del Canal de Panamá, con moneda también impuesta por Estados Unidos)
El Salvador y Ecuador fueron inmediatamente afectados por el resquebrajamiento aún mayor de sus economías y por las enormes olas de inmigración hacia Estados Unidos y Europa. Los países renunciaban a hacer política monetaria -su Banco Central pasó a ser la Reserva Federal de Estados Unidos-, sin tener beneficios, sólo efectos negativos.
Años después, los dos países están presididos por gobiernos progresistas -Rafael Correa en Ecuador, Mauricio Funes en El Salvador- también por las dramáticas consecuencias de esas políticas neoliberales.
Ecuador conmemora esta semana los 5 años del gobierno de Rafael Correa. Tras una serie de presidentes que, a lo largo de una década, no pudieron siquiera terminar sus mandatos, por el repudio popular, Correa consigue una estabilidad institucional y legitimidad por el apoyo popular, que ningún otro presidente había conseguido en la historia de Ecuador.
Desde 2000 -de forma similar a Bolivia- sucesivos gobiernos neoliberales fueron derrocados por la ira popular. El último de ellos, el de Lucio Gutiérrez, militar que había apoyado uno de los levantamientos populares anteriores, incluso había participado en el Foro Social Mundial en Porto Alegre. Fue apoyado por la izquierda y el conjunto de los movimientos sociales, triunfó, pero aún antes de tomar posesión fue a Estados Unidos y renunció a todo lo que había prometido, firmando varios acuerdos con Bush.
La izquierda inmediatamente le retiró el apoyo y pasó a hacerle dura oposición. El movimiento indígena se dividió, oficialmente se retiró, pero algunos de los ministros indígenas se quedaron en el gobierno.
La oposición esta vez no estuvo dirigida por los movimientos indígenas, sino por movimientos populares urbanos, ciudadanos, que terminaron también por derrumbar a Lucio Gutiérrez. En ese movimiento se destacó Rafael Correa, que fue ministro de Finanzas durante cuatro meses en el gobierno de Alfredo Palacio, que le sucedió a Gutiérrez.
Hace cinco años fue elegido Correa y declaró que Ecuador «salía de las tinieblas del neoliberalismo» y que se pasaba «de una época de cambio a un cambio de época». Y Ecuador se sumó al grupo de gobiernos progresistas de América Latina, que incluyó el ingreso del país a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Se convocó a una Asamblea Constituyente, de forma similar a la Bolivia, y se pasó a la construcción de un nuevo Estado, republicano, multiétnico, multicultural, ciudadano. El proceso de transformaciones liderado por Correa pasó a llamarse Revolución Ciudadana y comenzó la organización de un partido, el Movimiento País.
Ese proceso de transformaciones, como la de todos los gobiernos progresistas de América Latina, privilegia las políticas sociales y no el ajuste fiscal, privilegia los procesos de integración regional y las alianzas entre el Sur del mundo, y un Estado fuerte, inductor del crecimiento económico y garantía de los derechos sociales y no el Estado mínimo, que renuncia en favor del mercado. Además de eso, el gobierno retomó las inversiones básicas – como carreteras, energía, puertos, infraestructura en general -, que permitieron inculcar dinamismo a la economía ecuatoriana. En 2011 la economía, a pesar de las presiones externas negativas – disminución del crédito internacional, variaciones de los precios del petróleo, disminución drástica del envío de las remesas de los inmigrantes a sus familias – la economía creció en un 8%, uno de los índices más altos, sino el más alto de toda a América Latina.
El gobierno mantiene un mecanismo de consultas populares, que somete al veredicto popular ya sea la convocatoria a la Asamblea Constituyente, que refundó el Estado, como la aprobación de la nueva Constitución, así como orientaciones políticas centrales, como la reforma a la Judicatura, cuestiones de seguridad pública, entre otros.
Con certeza Rafael Correa será reelegido presidente el próximo año, quedando pendiente sólo la cuestión del nivel de la mayoría parlamentaria que va a obtener. La oposición congrega a la derecha tradicional y sectores de la ultra izquierda, apoyados por grupos del movimiento indígena.
Ecuador cambió como nunca en estos 5 años que conmemoran ahora el gobierno de Rafael Correa y el Movimiento País, en torno a su proyecto de Revolución Ciudadana.
Emir Sader, sociólogo y cientista brasileño, es secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Fuente: http://alainet.org/active/52161