El sábado en EEUU se volvió a manifestar el más criminal racismo en una manifestación organizada por grupos de extrema derecha, supremacistas blancos y miembros del Ku Klux Klan en Virginia; luego ésta se transformó en un drama luego de que un automóvil embistió a una multitud de contra manifestantes antirracistas, dejando -según información- al […]
El sábado en EEUU se volvió a manifestar el más criminal racismo en una manifestación organizada por grupos de extrema derecha, supremacistas blancos y miembros del Ku Klux Klan en Virginia; luego ésta se transformó en un drama luego de que un automóvil embistió a una multitud de contra manifestantes antirracistas, dejando -según información- al menos una mujer muerta y 34 personas heridas. ¿Qué dijo el presidente Trump? Condenó los hechos, pero silenció la culpabilidad de la derecha radical diciendo que es un hecho viejo y no resultado de su actual gestión. Se informó que en las horas que siguieron, cientos de personas manifestaron en Twitter su enojo porque el presidente se negó a mencionar a los supremacistas blancos.
Racismo no solo es Hitler, Mussolini, Franco o Pinochet, por más asesinatos que hayan causado. No solo es represión y asesinato de negros en los EEUU. El racismo es mucho más amplio en el mundo porque se manifiesta en desprecio y combate contra las migraciones desesperadas por hambre y por guerras que se registran de África a toda Europa, que se cuentan de Centroamérica a México y EEUU. ¿Cuánto racismo existe en las fronteras, en las puertas cerradas a seres humanos que buscan auxilio o ayudas que tardan en llegar o nunca aparecen? Pero EEUU, se reconoce en todo el mundo, se mantiene en primer lugar de racismo porque al sentirse amo del mundo, cree que todos los demás debemos servirlo.
En los años sesenta vi por primera vez la película «Misisipi en Llamas», así como la cinta «El Cardenal», en las que conocí los asesinatos del Kukluxklan contra miles de negros. Así comencé a enterarme de la llamada «democracia de los EEUU» y del racismo, no sólo contra los negros, sino contra todos los ciudadanos de otros países que viajaban a esa nación en busca de trabajo. Comprendí que no sólo era un problema de raza, sino esencialmente de trabajo y condiciones socioeconómicas. ¿Cuántos mexicanos, puertorriqueños, centroamericanos, han sido asesinados por policías gringos racistas al servicio del gobierno y empresarios yanquis? Pienso que en todos los países del mundo se registra el racismo, pero mucho más en aquellos países que se consideran superiores a los demás.
¿Quién le dijo a EEUU, a ingleses, alemanes, franceses, que eran superiores en raza, cultura y armas; muy superiores a los demás países, sino fue el poder político, militar, económico e ideológico conquistado? ¿Por qué no se iban a considerar superiores los habitantes de aquellas naciones si habían tenido toda la fuerza para dominar al mundo de los blancos pobres, negros, cafés y cobrizos? ¿Por qué no sentirse superiores si ellos triunfan en todas las guerras y mantienen el control político, económico y militar? ¿Por qué no se iban a sentir superiores si toda la ideología de dominación fue impuesta y controlada por quienes siempre han tenido el poder? En estas condiciones nadie, o casi nadie, podrá escapar sentirse superior a quienes siempre han sido esclavos, explotados y oprimidos.
¿Podrá acabarse el racismo con consejos, ideologías, con consignas socialistas? Nada de eso. El racismo sólo podrá acabarse con el fin de las desigualdades de todo tipo. Aunque quiera esconderse, no manifestarse en la práctica, el racismo sobrevivirá junto con la desigualdad social, política y cultural entre las naciones, los pueblos, los seres humanos. Por ello, además de condenarlo y luchar contra él, debemos acabar con la desigualdad de todo tipo para que todos los seres humanos seamos realmente humanos. Trump debe condenar a los KKK, la supremacía blanca y a la derecha reaccionaria; pero todos los gobernantes, los grandes empresarios, los yanquis, lo tienen metido hasta en sus huesos.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
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