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Reseña del libro Decadencia en la Historia Occidental, de Arthur Herman

Razón e Intuición (la tecnología como instrumento anti vitalidad)

Fuentes: Rebelión

En su «provocador» libro La idea de Decadencia en la Historia Occidental, el escritor y ensayista Arthur Herman, hace un excelente análisis del entuerto socio-cultural contemporáneo, apoyado, entre otros, en la obra de Aimé Césaire, Louis Senghor (movimiento de la negritud) y de Frantz Fanon. De este último, hace un riguroso análisis acerca de su […]

En su «provocador» libro La idea de Decadencia en la Historia Occidental, el escritor y ensayista Arthur Herman, hace un excelente análisis del entuerto socio-cultural contemporáneo, apoyado, entre otros, en la obra de Aimé Césaire, Louis Senghor (movimiento de la negritud) y de Frantz Fanon. De este último, hace un riguroso análisis acerca de su obra Caras negras, máscaras blancas (1954), donde el autor de Los condenados de la tierra, establece una brillante reflexión freudiana (dada su condición de psiquiatra) acerca de la represión -no sólo de sus propias pasiones-, sino las pasiones de los pueblos colonizados por parte de Occidente. Fanon concluía en su análisis, que «los europeos blancos intuian la vitalidad y la salud cultural de las razas no blancas»; y sentenciaba que es, a partir de ahí, donde comienza el proceso de sometimiento, denigración y esclavitud de una cultura vital como la africana, por un Occidente reprimido a través de sus «valores civilizados». Herman, resalta el aporte de los estudios psicológicos de Fanon, en cuanto a la imposición de opciones vitales ajenas -por parte del hombre blanco- ante el temor que sentía por la vitalidad no reprimida y libre del africano en una sociedad no organizada a semejanza de Occidente.

Y es precisamente en el exceso de organización y el desenfrenado desarrollo tecnológico, donde radica el éxito de la cultura occidental en cuanto al sometimiento y el despojo de la identidad y culturas ajenas. Occidente, con sus torcidos «valores», ha logrado metamorfosear a etnias, razas y entidades libres convirtiéndolas en un ente unidimensional despojado de la razón y, lo peor de todo, en muchos casos hasta de la intuición. Y es que cuando la barbarie tecnológica y la sutil y sofisticada imagen logran reducir la intuición del ser, arrancándole las raíces y su esencia, entonces podemos entender el nivel actual de decadencia en que se encuentra el mundo. No podemos más que sentir una tristeza infinita, al observar en lo que la «civilización» ha convertido a ciudades como Mumbai, Beijin y Rabat, entre otras. Todo esto tiene su origen en el dominio colonial blanco, unas veces a través de las guerras y otras mediante la globalización de la decadente cultura del artificio.

En la actualidad, descubrir nuestra identidad y verdadera naturaleza en nuestros ancestros africanos, es una efectiva alternativa de resistencia ante la furia y el exterminio de la vitalidad por parte de Occidente. Como escribe Arthur Herman en su libro, citando al poeta africano Aimé Césaire: «construir retrospectivamente una kultur negra vitalista para enfrentarla a la civilización occidental imperialista». Se impone un poco de desorganización natural ante el «orden» tecnológico establecido. El rescate de la felicidad pasa por la búsqueda de la libertad a través de los mecanismos espirituales que vinculan al hombre con la tierra… devolvernos mediante la intimidad telúrica a nuestra esencia como seres vivos y de almas nómadas. Como bien escribió Césaire: «Occidente es decadente y enfermo».

Hoy en día, la filosofía del Decrecimiento impulsada por Serge Latouche y Nicolas Ridoux, entre otros, nos ofrece herramientas teóricas muy válidas para enfrentar -desde la frugalidad- la grave crisis de identidad que ha devenido crisis energética, climática y la pérdida de la biodiversidad. Reducir nuestras necesidades, trabajar menos para vivir mejor se resumen en el Menos es más de Ridoux. Hoy, se hace imprescindible anteponer la unidad con la naturaleza y la compasión intuitiva por los demás, como manera eficaz de enfrentar el interés egoísta y racional, porque es precisamente en lo «racional occidental» donde se esconden las miserias y estratagemas de las élites rectoras de la decadencia mundial… los tutores del falaz paradigma «crecimiento es progreso». Y es precisamente su antitesis: Decrecimiento es poder de vivir, lo que debe subrayarse como meta de la felicidad en nuestro ideario.

Arthur Herman, La idea de decadencia en la historia occidental. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile/Barcelona, 1998. Traducción de Carlos Gardini. 527 páginas.