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Rearticulaciones en la escena política nacional

Fuentes: Rebelión

MARCO TEÓRICO PARA UN DEBATE En toda sociedad, jerárquicamente organizada, formulan sus habitantes, constantemente, demandas sociales, circunstancia que, por lo demás, no constituye novedad alguna. No podría ser de otra manera: en ese tipo de organizaciones sociales existen ciertas personas que mandan y otras que obedecen; en otras palabras, existen quienes gozan de la plenitud […]

MARCO TEÓRICO PARA UN DEBATE

En toda sociedad, jerárquicamente organizada, formulan sus habitantes, constantemente, demandas sociales, circunstancia que, por lo demás, no constituye novedad alguna. No podría ser de otra manera: en ese tipo de organizaciones sociales existen ciertas personas que mandan y otras que obedecen; en otras palabras, existen quienes gozan de la plenitud de los derechos y otros que están obligados a estar formulando, permanentemente, demandas para que se les reconozcan los suyos. Y, en consecuencia, es posible distinguir a sectores que dominan frente a sectores que son dominados. Es obvio que los primeros no necesitan formular ningún tipo de demandas pues tienen, normalmente, satisfecha la generalidad de sus necesidades; los segundos, sí están obligados a hacerlo. Normalmente, las demandas de los sectores dominados se canalizan a través de dos vías que son la social y la institucional.

La primera de ellas, la social, consiste en formar grupos humanos que tengan la capacidad de plantearse frente a determinados hechos, grupos humanos que se organizan, a menudo, sin sujeción a las normas legales ni al dictado de la autoridad. Es la vía que permite la emergencia de los movimientos sociales, entre los cuales hay que incluir los movimientos estudiantiles, regionales, sindicales, étnicos, ecológicos, en fin. Esta opción funciona con ‘actores sociales’, de los cuales viene a ser más importante el mismo movimiento, que adquiere vida propia y se perfila como entidad autónoma y diferente; en seguida, es posible distinguir a sus voceros, que transmiten las demandas del conjunto social y rechazan ser calificados de ‘dirigentes’ de la organización en el sentido estricto de la palabra, sino prefieren presentarse en el carácter de portavoces de un colectivo más amplio que, en definitiva, es el centro neurálgico depositario de la voluntad de todos.

La otra opción es la institucional, la opción de la escena política. Ésta se encuentra integrada por ‘actores políticos’ que no son sino los agentes a través de los cuales funciona el Estado, a saber, presidencia, ministerios, subsecretarías, Parlamento, partidos políticos, altos jefes de servicios, en fin. Los partidos políticos son, pues, agentes del Estado. Su interés no es otro que proteger el interés del Estado. Y éste no es otro que resolver, dentro de los cauces de la legalidad vigente, los conflictos generados por los movimientos sociales. Hay, pues, una contradicción entre el movimiento social y el representante institucional, es decir, entre el ‘actor social’ y el ‘actor político’.

Sin embargo, no puede aseverarse, sino a riesgo de pecar de inexactitud, que los partidos políticos sean ‘enemigos’ del movimiento puesto que también entre sus finalidades está la de resolver los conflictos sociales; pero sí puede afirmarse que son entidades con intereses, generalmente, contrapuestos a los de aquel. Por consiguiente, no siempre van a coincidir sus formas de actuar; en palabras más directas, existiendo conflicto entre ambos intentarán imponerse por sobre el movimiento. E, incluso, para realizar tal cometido, probablemente, necesitarán actuar en contra suya.

Un movimiento social, no obstante ―y a menudo―, cuenta con miembros estrechamente vinculados a los partidos políticos, circunstancia que no quita el carácter social del mismo. Es más: en ciertas oportunidades, los partidos políticos organizan movimientos como expresión de su propia línea de acción, contrapuesta a determinados intereses estatales, y colocan a su militancia en los cargos de dirección a fin de dar un carácter más definido a aquellos. En esos casos, pocas veces los movimientos alcanzan a gozar de auténtica libertad, sino pasan a constituirse en verdadera propiedad del partido. No debe sorprender, así, que busquen mimetizarse con los actores sociales a fin de cooptarlos para que, más adelante, adquieran el carácter de militantes del mismo; y, en caso de no lograr semejante objetivo, induzcan a esos actores a conducir a los movimientos de acuerdo a una línea política que no difiera mayormente de la del propio partido. El proselitismo siempre ha de considerarse como un elemento consubstancial a la política.

Los partidos actúan dentro de la escena política de la nación. Sin embargo, puede ésta, a veces, encontrarse profundamente debilitada. Ello ocurre cuando una dictadura (o régimen de excepción) toma el mando del país. En este caso, los partidos están débiles porque: o se han disuelto y se sienten representados por el régimen de excepción, son tolerados (hasta cierto punto) o han sido declarados ilegales y (cuando pueden) funcionan en la ilegalidad o son perseguidos.

Suele debilitarse profundamente la escena política, además, cuando la práctica misma (en democracia) de sus actores políticos los hace indeseables ante la comunidad. Esto sucede al involucrarse aquéllos en prácticas delictuales o inmorales, cometen hurtos, exacciones, practican el nepotismo, demuestran escasa preocupación por los problemas sociales, incumplen sus promesas electorales o abusan del poder que se les ha otorgado, etc. Cuando así sucede, los movimientos sociales adquieren fuerza, toman el lugar de los actores políticos e irrumpen en la contienda por el poder que, en definitiva, va a permitir se urda la historia de la nación. Las contradicciones de clase adquieren, entonces, otro cariz: los que antes combatían al sistema como tal y proponían un cambio social de proporciones, se unen a quienes defienden la vigencia del sistema: la contradicción se da, así, entre la escena política y la escena social. Los actores políticos buscan, por todos los medios posibles, prolongar su existencia y, en consecuencia, sustituir a los actores sociales; y no vacilan en hacer pactos con sus anteriores enemigos. Porque la amenaza más seria a la supervivencia de los actores políticos ha pasado, en esa situación, a ser el actor social.

EL ESCENARIO POLÍTICO NACIONAL

En el Chile post dictatorial, no solamente los actores políticos se encuentran profundamente desprestigiados, sino la política misma, considerada en el carácter de campo en donde aquellos realizan sus prácticas políticas. Las razones que han originado este fenómeno no son diferentes a las que hemos anotado más arriba, propias de una democracia: los actores políticos han causado un profundo desengaño al espectro social [1] . No es casualidad que tanto el gobierno como la oposición cuenten con un apoyo que bordea el 30% del electorado; no es casualidad que las luchas libradas por los movimientos sociales haya alcanzado un 85% del apoyo ciudadano [2] . Así, pues, la escena política de la nación, espacio en donde actúan los actores políticos, está preparada para librar una lucha singular que se ha de dar por el control de las demandas sociales y no por otro motivo. La lucha, en definitiva, será en contra de los actores sociales para quitarles o disminuir su protagonismo, y ha de darse en dos áreas de actividades bien determinadas:

1. Intento por parte de los sectores opositores al gobierno de tomar la representación de las luchas sociales que libran los movimientos ; y,

2. Intento del gobierno por neutralizar las demandas que interpondrán los movimientos sociales.

Sin embargo, para que todo ello suceda, previo es, en primer lugar, que los sectores opositores rearticulen sus estructuras políticas en el sentido de precisar con exactitud el tipo de representación que han de dar a los sectores dominados; y, en segundo lugar, que el gobierno diseñe una estrategia a seguir para enfrentar las luchas sociales que se avecinan. En este sentido, para ambos sectores nada se presenta más propicio que las futuras elecciones tanto municipales como presidenciales y parlamentarias a realizarse este año y el próximo, respectivamente. El proceso electoral se convierte, pues, en la tabla de salvación de una escena política desprestigiada. La preparación del campo de acción a realizar por las fuerzas políticas no dejará de recordar la alineación de los cromosomas cuando se polarizan ante una inminente división de la célula. Todos comienzan a tomar sus posiciones. Sin embargo, la nueva distribución de fuerzas apunta tan sólo a una sola dirección: enfrentar con eficiencia una amenaza que se hace cada vez más grande y poderosa (el movimiento social) y recuperar para la escena política de la nación el control de la solución de los problemas sociales. Así, pues, Gobierno y oposición se encontrarán unidos en esa tarea.

LA REARTICULACIÓN DE LA ESCENA POLÍTICA

Al hablar de la rearticulación de la escena política no lo estamos haciendo desde el punto de vista de la dualidad de clases que distingue entre sectores dominantes y dominados: lo hacemos desde el punto de vista de la escena política de la nación, es decir, de la dicotomía que separa al gobierno de quienes son su oposición. En otras palabras: de la Concertación de Partidos Por la Democracia, en el carácter de conglomerado crítico, y de la Alianza Por Chile, como sostén del gobierno que encabeza Sebastián Piñera. La dualidad de la escena política, pues, la consideraremos entre oposición y gobierno, dualidad que no siempre corresponde a la de dominados y dominantes.

Veamos el primero de esos aspectos.

REARTICULACIÓN DE LA CONCERTACIÓN

La Concertación de Partidos Por la Democracia arrastra problemas que no ha podido solucionar desde las elecciones presidenciales de 2010. A ello se suma el desprestigio impresionante a que la han conducido no pocas de las acciones cometidas por sus más connotados dirigentes. No vale la pena insistir, al respecto [3] .

Ante esa realidad, dos conocidas colectividades políticas (el partido Por la Democracia, PPD, y el partido Radical Social Demócrata PRSD), miembros de la Concertación, se han atrevido hoy a reformular la estructura de la antigua alianza [4] . La historia no es nueva. Su desenlace comienza durante el verano. Examinemos el curso de esta crisis.

La realización de las elecciones periódicas constituye uno de los pilares del funcionamiento de la democracia. No debe extrañar que la cercanía de dos eventos de esa naturaleza (las elecciones municipales de 2012 y las presidenciales y parlamentarias de 2013) atrajeran la atención de los partidos miembros de la Concertación. Los análisis destinados a estudiar cómo enfrentar ambos acontecimientos comenzaron en 2011 sobre la base del consenso en torno a firmar un nuevo pacto con el partido Comunista PC, similar al que se hizo anteriormente para las elecciones parlamentarias.

Las conversaciones se iniciaron en enero extendiéndose durante todo el mes siguiente con altos y bajos. La disputa se produjo cuando el PC exigió para sí las alcaldías de Recoleta, Estación Central y Coyhaique. En la comuna de Estación Central pensaba el PC llevar de candidato a alcalde a Camilo Ballesteros, joven dirigente de la Universidad de Santiago que se había destacado en las luchas estudiantiles del pasado año. La idea no fue aceptada por algunos partidos de la Concertación que pidieron al PC pronunciarse por una de las comunas de Santiago, pero no por las dos; el PC se negó a hacerlo. Y señaló que, de no aceptarse su propuesta, presentaría 30 candidatos en cada una de aquellas circunscripciones en las que no se llegara a acuerdo. La Concertación señaló que en tales condiciones no negociaría [5] . El problema quedó pendiente para nuevas conversaciones.

A principios de marzo, la Democracia Cristiana DC señaló que, definitivamente, no aceptaría las condiciones planteadas por el PC, a pesar que el presidente del partido Socialista PS, Osvaldo Andrade, intentó una solución salomónica. Al no producirse acuerdo, el PC endureció su línea manifestando, una vez más, que cumpliría su palabra de colocar los 30 candidatos, ya anunciados, en todas aquellas comunas en que el cupo de alcaldes no quedara en manos de ese partido. La representante de la DC, Laura Albornoz, se indignó. Expresó muy molesta que el hecho de llegar a un acuerdo

«[…] no admitía actitudes intransigentes ni advertencias» [6] .

El PS, luego del impasse, temiendo una ruptura, prefirió privilegiar su alianza con la DC. Esa actitud no fue casual. A fines de 2011, luego de remitir el conflicto estudiantil al Congreso, el gobierno había retomado la iniciativa política anunciando su voluntad de enviar a ese mismo órgano colegiado un proyecto de ley sobre Reforma Tributaria, materia que interesaba de sobre manera al PS. La DC, valiéndose de sus contactos con Renovación Nacional RN, decidió iniciar negociaciones con ese partido a fin de incorporar al referido proyecto algunas enmiendas. La proposición no contó con las simpatías del PPD ni del PRSD que privilegiaban acuerdos con fuerzas ‘más progresistas’, pero sí del PS que vio dicho acercamiento (a RN) como un triunfo de la Concertación y una forma de restarle fuerzas políticas al Ejecutivo [7] . Así, las bases para una posterior ruptura estaban ya asentadas.

Puesto que no había acuerdo entre la Concertación y el PC para las elecciones municipales, el PPD y el PRSD señalaron a sus aliados que ellos sí celebrarían un acuerdo con el PC con miras a enfrentar los comicios del 2012. La decisión no fue del agrado tanto de la DC como del PS que no vacilaron, al momento, en manifestar su profundo malestar con esa decisión, advirtiendo que tal acuerdo podría acarrear graves consecuencias a la coalición. El pacto, no obstante, se firmó entre las tres colectividades; el PC lo aprobó en la Conferencia Nacional efectuada en un colegio de San Miguel el día 21 de abril pasado.

La situación ha sido difícil para la alianza concertacionista que ha experimentado ya sus primeras bajas aunque por motivos distintos. Por una parte, dentro del PS, el alejamiento de los parlamentarios Fulvio Rossi y Marcelo Díaz de la dirección partidaria; y, dentro de la Concertación, como conglomerado, el alejamiento de su ‘vocero’, el presidente de la DC, Ignacio Walker, asumiendo el cargo, en su reemplazo, Osvaldo Andrade.

El PS y la DC, hasta el momento de redactar este análisis, no han firmado pacto alguno para enfrentar las elecciones municipales y siguen esperando que sus aliados reconsideren las medidas adoptadas. Sin embargo, esta última ha comenzado a actuar en forma independiente y, en su Consejo Nacional, realizado el 23 de abril, manifestó su deseo de competir en las elecciones primarias con el PS por una candidatura presidencial. La DC está convencida que tanto el PPD, como el PRSD y el PC desean aislarla. En esas condiciones, mantiene relaciones ambiguas con RN y con el PS; este último, para evitar su posible alejamiento de la Concertación, que lo aislaría, acepta los ‘coqueteos’ de su aliada con los partidos de la coalición gobernante y comienza, también a su vez, a hacerlo con miembros de RN.

LA PROYECCIÓN DEL PROBLEMA

Como ya se ha señalado, pareciera ser que el problema de la Concertación no radica, realmente, en la realización de las elecciones municipales sino, más bien, en las presidenciales del próximo año. En febrero pasado se perfilaban, ya, dieciocho (18) posibles candidatos que habían dado, de una u otra manera, a conocer su voluntad de competir por el cargo en dichas elecciones [8] .

De todos ellos, sin embargo, la única persona con verdaderas posibilidades de salir elegida es Michelle Bachelet quien, hasta el momento en que este artículo era redactado, no daba signos de estar interesada en una eventual candidatura suya, aunque había sido fuertemente ovacionada en la reunión de 21 de abril, realizada dentro del ex Congreso Nacional, con la cual se celebró el 79° aniversario del PS. Sin embargo, es la carta que mantiene y defiende Osvaldo Andrade, presidente de esa colectividad, pues Bachelet es parte de la cadena Escalona, a la que él mismo pertenece; la eventual candidatura de la ex presidenta tampoco es rechazada por el PC.

Bachelet es una persona que, además, cuenta con simpatías dentro de la DC. Y, por cierto, dentro del Departamento de Estado norteamericano. Por consiguiente, parece ser una carta casi segura para enfrentar las elecciones presidenciales de 2012. A no mediar otras circunstancias.

EL EJE ‘PROGRESISTA’

La alianza formada por el PPD, el PRSD y el PC no tiene solamente objetivos tácticos (las elecciones municipales) sino, además, estratégicos; al menos, eso es lo que ha estado planteando la generalidad de quienes han participado en las conversaciones.

El objetivo sería crear una nueva organización que reemplace a la actual Concertación con una visión más ‘izquierdista’. En este sentido, Ricardo Lagos Weber ha sido uno de los parlamentarios que con mayor precisión ha expresado esta idea:

«Cuando hablo de que (la Concertación) está superada, a lo que voy es que debemos incluir a otros sectores. No parece correcto que estemos hablando de generar y apoyar propuestas, si no estamos preparados para ser gobierno» [9] .

Para nadie es desconocido que esa nueva coalición debería fortalecerse, además, con el Movimiento al Socialismo MAS, del senador Alejandro Navarro, y el partido Progresista PRO, de Marco Enríquez-Ominami. Algunos han empezado a denominar a esta alianza ‘Nueva Izquierda’, olvidando que existe una organización que ya tiene ese nombre aunque poca figuración política aún. En el fondo, la nueva organización, si es que el partido Socialista participa en ella, sería una especie de nueva Unidad Popular. Con las debidas licencias. Porque la historia jamás se repite.

No obstante, esta nueva fuerza política arrastra sus problemas. El PPD no es un bloque monolítico: en su interior se debaten dos posturas que son los ‘girardistas’, representantes de la línea política encabezada por el senador Guido Girardi, y los ‘laguistas’, encabezadas por el hijo del ex presidente Lagos, el senador Ricardo Lagos Weber. Aunque ambos personeros coinciden en darle un carácter más ‘progresista’ a la nueva alianza, las disputas por el poder dentro de la colectividad pueden crear problemas que entorpezcan la marcha de aquella. Y evidencian que las luchas por el poder siguen exactamente igual (y con los mismos protagonistas) a como se daban hace algunos años, lo cual implica que esa colectividad poco o nada ha aprendido de las lecciones entregadas por los movimientos sociales.

La idea de organizar un conglomerado ‘más progresista’ no obedece tan sólo a un ideal de toda la dirigencia de esos partidos. La razón que los guía es, más bien, responder a los requerimientos que se han ido presentando desde 2010 en el país. Y el temor a que los movimientos puedan desencadenar protestas que, en definitiva, resulten incontrolables o que terminen en una masacre. La visión de los personeros de esas colectividades es que los movimientos ‘necesitan’ de un partido o coalición que los guíe. La idea del partido ‘vanguardia’, la idea del partido que encabeza las luchas del ‘pueblo’, la idea del partido ‘dirigente’, del partido llamado a hacer la revolución está en la mente de todos ellos. En definitiva, nadie cree en el ‘pueblo’ ni en su eventual autonomía, sino en el ‘partido’ que lo va a dirigir; porque, a juicio de ellos, el ‘pueblo’ necesita ser dirigido por ‘su’ vanguardia que no es sino un partido que se prepare para gobernar. En estas concepciones, la visión de esas colectividades autoritarias se topa con la dictatorial. Porque Pinochet también estaba convencido de estar frente a un ‘pueblo’ incapacitado para gobernarse por sí mismo, de un ‘pueblo’ interdicto, menor de edad, cuya tuición asumía él por voluntad divina. Desde este punto de vista, un eje ‘progresista’ como el indicado difícilmente traducirá los anhelos de las grandes mayorías nacionales; mucho menos, las aspiraciones de los movimientos sociales.

REARTICULACIÓN EN EL SENO DE LA ALIANZA POR CHILE

La Alianza Por Chile ha ido, del mismo modo, rearticulando su funcionamiento. Tras un corto período de debate relativo a las futuras elecciones presidenciales (en donde el propio presidente debió salir al paso para recordar a sus ministros el rol que deben desempeñar) la coalición ha establecido algunas bases que orientarán su posterior funcionamiento.

Por una parte, ha robustecido la Alianza el rol de la Presidencia; las colectividades que la integran se nuclean en torno al presidente y los debates se realizan intentando no sobrepasar su liderazgo. Por lo mismo, existe acuerdo en cuanto a que las elecciones municipales no serán precedidas de ‘primarias’, lo cual sí tendrá lugar respecto de las elecciones presidenciales. Si bien en un principio fue el líder de la UDI Pablo Longueira el que, encontrando poca acogida entre sus propios compañeros de partido, propuso realizarlas, ha sido el ministro de Defensa del Gobierno de Sebastián Piñera, Andrés Allamand (RN) el más entusiasta en acoger la idea. Del mismo modo, se han ido desperfilando las figuras de Laurence Golborne y Evelyn Matthei, que si bien en un principio parecieron opacar la figura de Longueira aparecen hoy más bien situadas a su sombra.

Así, la Alianza Por Chile parece ir encaminándose a sus objetivos con menos problemas que los enfrentados por la Concertación.

LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO

Gobernar una nación no es sino administrar la misma. El gobierno es, por consiguiente, la administración del Estado. Forma, en consecuencia, parte de la escena política de la nación y es la expresión más típica y recurrida que adopta el Estado. El interés gubernamental no puede sino consistir, al igual que las demás expresiones de ese tipo de organización social, en encauzar las demandas sociales a través de los canales propios de la institucionalidad. A través del gobierno, generalmente, cumple el Estado su rol de desorganizador político de las clases dominadas y organizador político de las clases dominantes.

A partir del término de las movilizaciones estudiantiles de 2011, el gobierno de Sebastián Piñera ha tomado la iniciativa política. No le ha significado gran esfuerzo hacerlo frente a una Concertación que parece realizarse en la multiplicación de sus problemas internos. En cumplimiento de esa labor ha impulsado tres grandes proyectos que son la abolición del sistema de Créditos (estudiantiles) con Aval del Estado (CAE), la Reforma Tributaria y la creación de un Fondo de Desarrollo del Norte FONDENOR, entre otras materias. Nos referiremos brevemente a cada una de ellas.

1. La abolición del sistema de créditos con aval del Estado (CAE).

Un día antes de la marcha estudiantil, programada para el miércoles 25 de abril recién pasado, procedió el gobierno a anunciar el envío de un proyecto de ley que pondrá fin de los créditos concedidos a los estudiantes, con aval del Estado, por la banca particular, y la creación de una entidad encargada de la realización del negocio, dependiente del Gobierno; al mismo tiempo, anunció que el proyecto contemplaba, igualmente, una baja de la tasa de interés cobrada hasta ese momento a un 2% y una cuota máximo a pagar por el deudor, de acuerdo a sus ingresos. La prensa caratuló el anuncio como el ‘fin del negocio bancario de los créditos estudiantiles’, lo que es efectivo; sin embargo, la medida no implica el fin del lucro en la educación. Pero, así y todo, el proyecto ha contado con el 81% de la aprobación nacional, según informaron los medios de comunicación.

2. La Reforma Tributaria.

La Reforma Tributaria va amarrada a la Reforma Educacional pues el mayor ingreso que se perciba por el aumento del impuesto a los empresarios (de un 17% a un 20% sobre las utilidades) irá a financiar el mayor costo de la educación en el país. Se trata, en el fondo, de establecer en el carácter de permanente el impuesto que se aplicó a los empresarios con motivo del terremoto de 2010. Hay, no obstante, profundas discrepancias en torno a las rebajas de impuestos. Los demás detalles de esta reforma se analizarán en otra oportunidad.

3. El Fondo de Desarrollo del Norte FONDENOR.

A pesar que el proyecto fue propiciado por personeros vinculados a la Concertación, la iniciativa ha debido provenir del Ejecutivo. La idea consiste en crear un fondo de desarrollo regional cuya finalidad sea atraer inversiones que favorezcan el desarrollo de las comunas del norte. Se pretende, con esa medida, que no vuelvan a repetirse situaciones como la que hace poco se vivió en Aysén y, posteriormente, en la ciudad de Calama en donde grandes protestas sociales obligaron al Ejecutivo a destinar parte de sus recursos al desarrollo de esas localidades.

Por lo demás, se sabe ya que el presidente, en la cuenta a la nación que ha de rendir el 21 de mayo, centrará su atención en temas relacionados con las demandas ciudadanas.

Puede afirmarse que estos anuncios tienen, como ya se ha afirmado, en lo general, un objetivo central: cuidar que la iniciativa política no salga de las manos del Gobierno, sino permanezca en ellas, porque solamente de esa manera se asegura el control de las veleidades de la oposición y permite al conglomerado oficialista responder de mejor forma a los requerimientos de los movimientos sociales y de la propia oposición.

Terminemos insistiendo en un hecho importante: créase o no, la escena política nacional se ha ido rearticulando de a poco en este último período. Dicha rearticulación se produce tanto en el plano de la oposición como del Gobierno (y, por ende, en la coalición gobiernista). No se crea, sin embargo, que tales cambios van a ir en apoyo de la independencia política de los movimientos sociales. No. La rearticulación obedece tan sólo a un objetivo específico cual es preparar a los sectores dominantes para enfrentar de manera exitosa las movilizaciones que han de realizar los diversos actores sociales para hacer oír sus demandas. En palabras más simples: el sistema se prepara para defenderse en cumplimiento de aquel principio según el cual ‘esse persistere in ese est’ (‘el que persiste en lo que es continúa siéndolo’). Y lo va a hacer controlando directa o indirectamente a los movimientos sociales. Lo hará directamente a través del Gobierno; indirectamente, a través de la oposición. Pero a esos intentos de controlar los movimientos sociales han de oponerse las acciones de éstos que impidan la consumación de tal derrotero. Dichas acciones han comenzado a realizarse, pero a ello no nos referiremos en esta oportunidad, sino en otro documento.


[1] El día lunes 23 de abril fueron detenidos, en Arica, acusados de cohecho y fraude al Fisco, el alcalde Waldo Sankán (independiente, simpatizante del PPD), los concejales Marcela Plaza (hija del ex senador DC Humberto Plaza), Javier Araya (independiente de la Concertación), y Patricia Fernández (militante del movimiento Fuerza País); el día 24, las detenciones de concejales continuaron con Elena Díaz (PC), Eloy Zapata (PRSD) y María Teresa Becerra (RN). Junto a todos ellos fueron detenidos los empresarios Jorge Frías, Rodrigo Ortiz y Ruperto Ojeda. La corrupción en Arica iba desde el otorgamiento de patentes brujas, cobros por aseos de las playas que nunca se realizaron, recepción irregular de muebles para las escuelas municipales al mal manejo de la recolección de basura y concesiones entregadas con soborno. Hay demandas y denuncias en donde se encuentran involucrados militantes de todo el espectro político.

[2] CODEHS: Documento de análisis: «Y, después de Aysén, ¿qué…?», Santiago, abril de 2012.

[3] Digamos, solamente, como ejemplo, que el vocero del movimiento aysenino, Iván Fuentes, ligado por vínculos familiares al Partido Socialista, jamás quiso intentar y ni siquiera mostró mayores deseos de establecer relaciones más estrechas con esa colectividad política, sino se mantuvo en un plano de independencia absoluta de los partidos, tanto es el desprestigio y la poca confianza que los sectores sociales tienen en los políticos tradicionales.

[4] José Antonio Gómez, presidente del partido Radical PR, sostuvo que la Concertación había llegado a su fin, lo que provocó una airada respuesta del presidente del PS, Osvaldo Andrade, para quien «si el Partido Radical se quiere transformar en el sepulturero de la Concertación que lo diga, ésa no es mi posición».

[5] Vega, M., Sepúlveda, M., y Romero, M.; «Concertación y PC reactivan diálogo para sellar acuerdo municipal opositor», El Mercurio, 28 de febrero 2012, pág. C-4.

[6] Saldivia, Carlos: «Concertación fija para la próxima semana cierre de las negociaciones con el PC…», El Mercurio, 3 de marzo de 2012, pág. C-6.

[7] La discusión se origina en torno a la representatividad política. Porque hay quienes sostienen que la población chilena ha dejado de ser plenamente ‘de izquierda’ pues el bombardeo ideológico a que ha sido sometida durante largos años la ha transformado en sector ‘de centro izquierda’; otros sostienen, por el contrario, que las marchas estudiantiles muestran un profundo viraje hacia ‘la izquierda’. Se presenta aquí, pues, un problema que evidencia el limitado y pobre contenido de las expresiones ‘derecha’ e ‘izquierda’, pues los movimientos sociales no pueden ser catalogados de esa manera. Un movimiento no es una organización política; asimilar ambos tipos de organización, implica, en el fondo, desconocer la naturaleza de ambos. Sin embargo, una errada visión en este sentido puede llevar a los partidos a intentar representar a sectores que no necesitan de su representación, sino buscan solamente la solución a determinados problemas.

[8] De acuerdo al artículo de Pinto Martín, Boris: «Las razones que explican la actual explosión de presidenciables 2013», Reportajes, El Mercurio, 5 de febrero 2012, pág. D-6, los posibles candidatos serían:

1. Andrés Velasco (independiente/ Concertación);

2. Ricardo Lagos Weber (PPD);

3. José Antonio Gómez (PRSD);

4. Soledad Alvear (DC);

5. Ximena Rincón (DC);

6. Claudio Orrego (DC);

7. Jorge Pizarro (DC);

8. Ignacio Walker (DC);

9. Tomás Joscelyn-Holt (Chile Primero);

10. Pablo Longueira (UDI);

11. Laurence Golborne (UDI);

12. Evelyn Matthei (UDI);

13. Joaquín Lavín (UDI);

14. Rodrigo Hinzpeter (RN);

15. Andrés Allamand (RN);

16. Michelle Bachelet (PS);

17. Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista PP);

18. Franco Parisi (Independiente)

A esta nómina faltaría agregar a José Miguel Insulza (PS) y al propio ex presidente Ricardo Lagos (PPD) a quien muchos lo ven como una alternativa.

[9] Declaraciones vertidas al programa ‘Estado Nacional’ de 22 de abril de 2012, reproducidas en ‘El Mostrador’, bajo el título de «En declaraciones a TVN», 22 de abril de 2012.