Los gobernantes de Estados Unidos han tropezado con la misma piedra a lo largo de su historia. Su memoria es muy corta o se las recortan, y olvidan las aplastantes derrotas militares que les propinaron, primero, en su invasión a Cuba por Playa Girón en 1961, y 14 años después en su sangrienta guerra contra […]
Los gobernantes de Estados Unidos han tropezado con la misma piedra a lo largo de su historia. Su memoria es muy corta o se las recortan, y olvidan las aplastantes derrotas militares que les propinaron, primero, en su invasión a Cuba por Playa Girón en 1961, y 14 años después en su sangrienta guerra contra Vietnam, las dos casualmente en el mes de abril.
Hace 58 años, un 19 de abril, Washington y sus mercenarios fueron derrocados por el pueblo de la mayor de las Antillas, cuando intentaron por la occidental sureña Bahía de Cochinos apoderarse de la Isla.
En solo 72 horas los paramilitares de aquellos tiempos, entrenados y financiados como los terroristas de ahora por el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), terminaron depuestos. El imperialismo sufrió entonces la primera gran derrota en América Latina.
Es sano recordarle una y otra vez al actual inquilino de la Casa Blanca lo que sucedió en Girón, especialmente ahora que se empeña desesperadamente en amenazar a Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, en Nuestra América, y a otras naciones en el mundo como Corea del Norte e Irán.
Claro que también es saludable refrescarle la memoria al mandatario Donald Trump, quien seguramente no fue a la prolongada guerra contra Vietnam, acerca del escandaloso revés que termino por asestarle ese heroico pueblo asiático a EEUU, el 30 de abril de 1975, luego de15 años de continuos ataques del imperio norteamericano.
Todavía los síndromes de Girón y de Vietnam perduran entre quienes fueron enviados como carne de cañón a tales aventuras castrenses, y los familiares que perdieron a muchos de sus seres queridos, pero evidentemente los políticos y los gobernantes de la Casa Blanca olvidan.
No quieren admitir tampoco que el ciclo unipolar en el mundo terminó ya porque hoy vuelven a existir potencias, como Rusia y China e Irán, por citar algunas, que les van a plantar cara frente a la conducta agresiva y hegemonista de Washington, y pueblos enteros dispuestos a defender su soberanía e independencia.
Un amigo europeo, nada sospechoso de ser progresista ni mucho menos, me comentaba que Trump y sus asesores andan dando aletazos como peces pronto a morir porque el imperio de EEUU se está desmoronando, y ellos terminarán por acabarlo de destruir si siguen apostando a las contiendas bélicas.
En medio de ese desenfreno, desatar una nueva eventual conflagración en Latinoamérica, en Asia o en otro lugar del planeta tierra, sería extremadamente peligroso para la humanidad, y Washington debe saber muy bien que con ello no evitaría su defunción como lo que pretende seguir siendo a la fuerza, el gendarme internacional.
Por ello es recomendable recordarle por estos días de abril a Trump y a sus asesores lo que ocurrió en Girón y en Vietnam. Son dos lecciones que ya debían haberse aprendido.
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