«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Tesis sobre Feuerbach. ¿Cuestiona de algún modo Marx con esta tesis la necesidad de la filosofía? De ningún modo. De esta tesis no se deriva que la filosofía haya que tirarla al basurero […]
«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Tesis sobre Feuerbach.
¿Cuestiona de algún modo Marx con esta tesis la necesidad de la filosofía? De ningún modo. De esta tesis no se deriva que la filosofía haya que tirarla al basurero del saber por inservible. ¿Niega entonces Marx la necesidad de la interpretación filosófica del mundo? Tampoco. Marx no dice que la tarea de interpretar el mundo no deba hacerse, sino que los filósofos sólo han hecho esa tarea. Ya Feuerbach había planteado que la filosofía debía descender del cielo de la especulación a las simas de la miseria humana. Y Proudhon se había quejado de que la filosofía era muy especulativa y poco práctica. Así que Marx, en consonancia con este nuevo sendero, le propone a los filósofos una tarea práctica: la transformación del mundo. De lo que se concluye que la interpretación del mundo debe estar al servicio de la transformación del mundo.
Los filósofos deben tomar entonces conciencia de la necesidad de transformar el mundo. Pero la conciencia, sobre todo en el ámbito de los fenómenos sociales, no puede separarse del sentir. Así que el filósofo no sólo debe tomar conciencia de la necesidad de transformar el mundo, sino también sentir esa necesidad. Puesto que si no siente esa necesidad, su conciencia será meramente formal y burocrática. Pero todos los filósofos no sienten esa necesidad, sino la contraria: conservar el mundo. Así que los filósofos se alinean en dos grandes partidos: el partido de los que luchan por la transformación del mundo y el partido de los que luchan por conservarlo.
«Así como la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariado encuentra en la filosofía sus armas espirituales». En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho.
De acuerdo con lo planteado aquí por Marx, mientras exista proletariado, explotación y marginación, la filosofía será necesaria. Cosa distinta es si existe una filosofía cuya misión sea proveer de armas espirituales a los trabajadores. Mucho me temo que la mayoría de los filósofos no creen que ésa sea su misión ni la misión en general de la filosofía. Todavía no existe una ontología ni una epistemología de la pobreza. Todavía los filósofos no han tomado conciencia de esta necesidad.
«Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas». En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho.
Se reconoce como principio materialista que el poder material sólo puede derrocarse con el poder material, que con ideas no se transforma el mundo. Pero Marx es un pensador muy dialéctico y nunca olvida el otro lado de la contradicción: la necesidad de la teoría. Pero va más lejos en su pensamiento dialéctico y reconoce la transformación de un contrario en otro: la teoría puede convertirse en un poder material. ¿Y cuándo ocurre esta transformación? Cuando la teoría se apodera de las masas.
«La teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo».
¿Quieres que tu filosofía se apodere de las masas? Pues haz que tu filosofía se vuelva radical. ¿Y cómo logras que se haga radical? Cuando tus juicios y conceptos apuntan al hombre mismo, al hombre y al no hombre, a la humanidad y a la deshumanización, a la unión del hombre con la naturaleza y hacia su absoluto divorcio, al hombre satisfecho y al hambriento.
«En su ulterior desarrollo, el materialismo se hace unilateral. Hobbes es el sistematizador del materialismo baconiano. La sensoriedad pierde su perfume, para convertirse en la sensoriedad abstracta del geómetra. El movimiento físico se sacrifica al movimiento mecánico o matemático: la geometría es proclamada como la ciencia fundamental. El materialismo se torna misántropo». La Sagrada Familia.
Esa suplantación de la sensoriedad concreta y omnilateral, que tal vez el poeta más que nadie sabe expresar, por la sensoriedad abstracta, hoy día es aún más poderosa que en tiempos de Hobbes. Cuando se habla de ciencia se piensa por lo general en la física y la lógica matemática. Parece que ellas nos dan la medida de lo que deben ser las ciencias. Y la ontología y epistemología que construyen los filósofos empiristas y neopositivistas la hacen sobre los resultados de esas dos ciencias. De ahí que la sensoriedad filosófica dominante en la actualidad sea la sensoriedad abstracta del físico y del lógico matemático.
La economía, la sociología y la psicología no pueden ser misántropos, porque el ser humano con sus necesidades, sus intereses y su conciencia constituyen su objeto de estudio. Pero lo que no cabe duda es que la física, la lógica matemática y la filosofía edificada sobre ellas son inevitablemente misántropos, puesto que el hombre no constituye el objeto central y predilecto de estudio. Jamás la pobreza, el absoluto divorcio entre el sujeto y el objeto, han constituido para ese filosofía su objeto de estudio central.
«La representación usual de la realidad debe cobrar por entero su expresión filosófica, si bien Hegel se imagina lo contrario, a la inversa, que toda expresión filosófica crea la realidad que a ella le corresponde». La Ideología Alemana.
Observamos, en primer lugar, cómo a las ideas de Hegel sólo hay que ponerlas boca arriba para obtener un proposición materialista. Hegel afirma que es la expresión filosófica quien crea la realidad que le corresponde. Si la ponemos boca arriba, afirmaremos lo contrario: toda realidad merece o necesita ser expresada filosóficamente. Se ve entonces que la tarea de la filosofía es ingente y omnilateral. Contabilicemos primero las cosas y relaciones que constituyen la realidad. Pensemos después en el número de representaciones usuales que hay sobre esas cosas y relaciones. Y destaquemos por último la tarea de la filosofía: la representación usual de la realidad debe cobrar por entero su expresión filosófica. Subrayamos el sintagma «por entero». La filosofía sigue conservando entonces ese valor de totalidad y de conjunto en sus conceptos de la que carecen las ciencias particulares. Las ciencias particulares sólo representan la realidad de forma unilateral, la filosofía de forma multilateral. La filosofía tiene que enfrentarse a todas las representaciones que haya de la realidad y elaborarlas en conceptos.
«Si el hombre forma todos sus conocimientos, sus sensaciones, etc., a base del mundo de los sentidos y de la experiencia dentro de este mundo, de lo que se trata es, consiguientemente, de organizar el mundo empírico de tal modo que el hombre experimente y se asimile en él lo verdaderamente humano, que se experimente a sí mismo en cuanto hombre. …Si el hombre es formado por las circunstancias, será necesario formar las circunstancias humanamente». La Sagrada Familia.
Podríamos llamar a este conjunto de ideas la teoría materialista de las circunstancias. Parece que se da un paso muy materialista e incluso socialista cuando se afirma que el hombre es formado por las circunstancias. De ese modo la responsabilidad e incluso la culpabilidad por el destino desdichado de un hombre se sitúan en la sociedad y no en el individuo. Pero este materialismo es unilateral y no del todo consecuente. Este materialismo será consecuente cuando después de afirmar el antecedente, si el hombre es formado por las circunstancias, afirma el consecuente: entonces será necesario formar humanamente las circunstancias.
En esta sección de la Sagrada Familia, dedicada al materialismo francés, Marx destaca que con Helvétius adquiere el materialismo su carácter propiamente francés. Helvétius concibe inmediatamente el materialismo con referencia a la vida social. Señala Marx también que los franceses dotaron al materialismo inglés de espíritu, de carne y de sangre. Yo diría que lo humanizaron. Había que situar al hombre en el centro de las pesquisas sobre el conocimiento. La teoría del conocimiento, la epistemología y la ontología tienen que hacer del hombre el objeto predilecto de sus indagaciones. Deben abandonar la sensoriedad abstracta proveniente de la física y de la lógica formal. Deben pensar en lo que dice Marx. Si reconocemos que es cierto que el conocimiento proviene de los sentidos y de la experiencia, debemos reconocer la necesidad de formar el mundo de tal manera que el conocimiento y la experiencia que se obtenga de él, permitan al hombre experimentarse a sí mismo en cuanto hombre. Puesto que la pobreza, la infinita pobreza que asola la tierra, es la negación del hombre. Y el hombre no puede reconocerse ni reflejarse en su contrario: el no hombre.
«Esta suma de fuerza de producción capitales y formas de intercambio social con que cada individuo y cada generación se encuentra como algo dado es el fundamento real de lo que los filósofos se representan como la sustancia y la esencia del hombre». La ideología alemana.
Si por algo se caracterizan los lógicos positivistas es por su concepción simplificada de la realidad, del lenguaje y de los conceptos. Creen que las cosas en el mundo social deben verse tan claras o al modo en que se ve en la física y la lógica formal. Están casi bajo el dominio del método ostensivo del significado. Ahí está la cosa, a la cual señalo y puede percibirse, y aquí tengo el nombre que ponerle. Esta simplicidad y claridad no se ve con conceptos como el de esencia y el de sustancia. Y muchos de esos empiristas y positivistas han catalogado de metafísicos a esos conceptos, puesto que no puede contraponérseles objetos que les corresponda.
Marx, a diferencia de los filósofos neopositivistas, valora y aprecia las conquistas conceptuales de toda la filosofía precedente. Lo que procura es darle un contenido materialista. Y así platea que todas las generaciones se encuentran con un conjunto de premisas materiales, con un conjunto de fuerzas de producción y relaciones de intercambio, que aunque sean modificadas por la nueva generación señala a ésta sus límites y posibilidades. Ninguna generación parte de cero. Todas heredan unas conquistas materiales y espirituales de la generación precedente. Y estas conquistas constituyen en cada caso la sustancia y la esencia del hombre.
«La economía vulgar se cree tanto más simple, más natural y más útil para la comunidad, más alejada de toda sutileza teórica, cuanto más se limita a traducir las ideas usuales a un lenguaje doctrinal. Por tanto, cuanto más enajenadamente se concibe las formaciones de la producción capitalista, más se acerca al elemento de la representación usual, más navega en su elemento natural». Teorías sobre la Plusvalía.
Que estamos bajo el dominio de formas enajenadas de la economía, esto es, de formas que el hombre no controla sino que, por el contrario, son controladas por ellas, no hay duda. La crisis económica actual así lo atestigua. La economía vulgar da culto a las apariencias y a las representaciones usuales que se hace el capitalista del mundo económico. No quiere ir más allá. Igual que el empirismo filosófico. Y se convierte de este modo en una teoría apologética, cuya misión es amortiguar, esconder o diluir las contradicciones del sistema. Las teorías económicas convencionales deberían ser las teorías más críticas que existen. Puesto que su objeto de estudio contiene la contradicción más horrorosa que existe: la muerte diaria de 40.000 personas de hambre. Pero no lo son o son todo lo contrario: teorías apologéticas del orden capitalista existente. Esto demuestra la urgencia de una ontología y una epistemología de la pobreza y una crítica radical de la economía vulgar, esto es, de la economía convencional.
«La economía política anterior partía de la riqueza supuestamente engendrada para las naciones por el movimiento de la propiedad privada, para llegar a sus consideraciones apologéticas sobre este régimen de propiedad. Proudhon parte del lado inverso, que la economía política encubre sofísticamente, de la pobreza engendrada por el movimiento de la propiedad privada para llegar a sus consideraciones, que niegan este tipo de propiedad». La Sagrada Familia.
Habíamos dicho que toda realidad merecía ser expresada filosóficamente. Sin duda que esta realidad también lo merece. Hay un punto de partida: la propiedad privada. Pero el movimiento de la propiedad privada ha engendrado dos realidades opuestas: riqueza y pobreza. Se trata sencillamente de que la filosofía dirija su mirada crítica hacia la pobreza, que cuando seleccione sus ejemplos para reflexionar no sean superficiales y triviales, sino profundos e importantes. Los conceptos se elaboran a partir de percepciones y representaciones. Así que la clave está en qué representaciones y percepciones se eligen.