Este 9 de octubre se cumplen 40 años del asesinato del Che por un «soldadito boliviano» envalentonado en su estado de embriaguez y cumpliendo órdenes llegadas desde Washington. Recordar al guerrillero heroico en un nuevo aniversario de su caída en combate no deja de ser una paradoja y, en cierto modo, una contradicción si simplemente […]
Este 9 de octubre se cumplen 40 años del asesinato del Che por un «soldadito boliviano» envalentonado en su estado de embriaguez y cumpliendo órdenes llegadas desde Washington.
Recordar al guerrillero heroico en un nuevo aniversario de su caída en combate no deja de ser una paradoja y, en cierto modo, una contradicción si simplemente se centra en una fecha, mientras el resto de los días que no son efeméride se le relega a un segundo plano o directamente al olvido. Quien realmente admire y respete al Che no puede quedarse únicamente en eso. Sería falso. Tan falso como llevar su imagen en una camiseta sin poder hablar más de dos minutos sobre él.
A pesar de ello y aprovechando una fecha que evidentemente puede facilitar que una breve reflexión como ésta pueda tener un pequeño hueco mediático, nunca, ningún día, es inadecuado reivindicar una vez más el ejemplo y la lucha del Che.
Pero ¿qué se puede decir sobre el Che en el 40 aniversario de su asesinato físico sin ser reiterativo? Sobre pocos personajes históricos se habrán escrito más artículos, ensayos y libros que sobre Ernesto Guevara. Lo que es seguro es que la reiteración de la necesidad de su ejemplo y de su lucha es imprescindible. Porque si hay algo que de verdad es reiterativo es la pervivencia del sistema injusto contra el que luchó. Reiterativa es la explotación, el sometimiento, la miseria, el chantaje, la tortura, la muerte por un bombardeo imperialista o por no disponer de agua potable. En definitiva, es el propio sistema que eliminó físicamente al Che el que, día a día desde hace 40 años, sigue reiterando la necesidad de más Ches, de mujeres y hombres nuevos (o por lo menos en proceso de renovación) que luchen por cambiar el mundo. Esa reiteración durará al menos hasta que la desaparición de este injusto sistema capitalista se haya convertido en una efeméride. Esa reiteración de la necesidad de luchadores como el Che ha permitido y permitirá que su muerte haya sido solamente física.
Del Che nos queda su ejemplo. Ejemplo de austeridad, de sentido de la igualdad, de humildad, de superación, de dignidad, de fuerza de voluntad, de amor a las personas y a los pueblos. Del Che nos queda su ejemplo internacionalista que lo convirtió en el principal referente de la solidaridad entre los pueblos. El Che sabía perfectamente que únicamente mediante la lucha conjunta y coordinada de los pueblos sería posible hacer frente al imperialismo, al enemigo común que los somete directamente o mediante sanguinarios vendepatrias locales. Muchos argumentarán que aquellos eran otros tiempos, los de las dictaduras en América Latina, y que la situación ha cambiado. El esperanzador proceso bolivariano que se ha convertido en referente estos últimos años en América Latina refleja una nueva vía hacia lo que se ha denominado el socialismo del siglo XXI, lo que para muchos puede suponer el fin de la lucha guerrillera en América Latina. No hay que obviar ,sin embargo, que las causas que en su día dieron origen a la respuesta de los pueblos en forma de guerrillas siguen hoy presentes en prácticamente todos ellos y que en el caso de Colombia el enfrentamiento armado entre el Estado y la insurgencia revolucionaria continúa y continuará mientras el pueblo colombiano no pueda organizarse y ejercer libremente la política sin que la amenaza de muerte penda sobre su cabeza.
La consciencia de que el internacionalismo es imprescindible para que los pueblos puedan lograr su liberación quedó bien reflejada en frases como aquella de un artículo publicado en abril de 1965, estando ya aquella guerrilla liberadora en tierras bolivianas, cuando recalcó la necesidad de crear «dos, tres muchos Vietnam» (aunque hoy en día tal vez bien donde pusiera Vietnam podría indicarse Irak u otras partes del mundo donde se sigue luchando contra el imperialismo). Ese internacionalismo llevado a la práctica en primera persona tal vez sea el principal legado del Che, el luchar por la liberación de un pueblo en el cual no había nacido y, dejando atrás todos sus cargos, su familia y su Cuba revolucionaria, morir luchando por la liberación de otro pueblo, consciente de que todos los pueblos son parte de un mismo pueblo que va incluso más allá de la Patria Grande. Esa necesidad de la lucha conjunta con los demás pueblos en lucha sigue teniendo la misma vigencia que hace 40 años. Tal vez más incluso, conscientes de que frente a la denominada globalización muchos pueblos que no disponen de herramientas suficientes para asegurar su supervivencia, entre los cuales nos encontramos, pueden quedar en un futuro convertidos en simples «regiones» con reminiscencias folklóricas dentro de estados expansionistas, aunque, eso sí, siendo sus ciudadanos libres para autodenominarse «ciudadanos del mundo» si esto no cuestiona las fronteras del Estado constituído. No sería adecuado terminar este artículo sin ir más allá del Che, sin recordar y reconocer a todos esos luchadores y luchadoras internacionalistas que dieron y dan su vida sintiendo cada injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. La figura imperecedera del Che es fruto de unas características personales que se fueron definiendo y modelando bajo determinadas situaciones y experiencias. Un cúmulo de circunstancias asociadas a sus excepcionales características personales llevó al Che a salir triunfante de una guerra revolucionaria y a desempeñar diversos cargos, entre ellos el de ministro. Sus principios y su sentido del deber lo llevarían después a cumplir misiones internacionalistas en el Congo y en Bolivia en un admirable ejemplo de coherencia. Junto al Che lucharon otros revolucionarios, muchos de los cuales dieron también su vida. Es obligado reconocer y homenajear a todos los luchadores y luchadoras, desconocidos para la mayoría, que en diferentes momentos históricos y en todos los rincones del planeta, han dedicado su vida a luchar por la libertad de los pueblos y por esas ideas de justicia e igualdad. Ellas y ellos, bajo amenaza, persecución, difamación, desde la clandestinidad o desde la cárcel, han sido y son la vanguardia del sacrificio por un mundo diferente. Es necesario igualmente ser conscientes de que hoy y aquí también hay potenciales Ches y que el desarrollo de ese potencial de mujeres y hombres nuevos, además de circunstancias no controlables, depende en gran medida de que todos esos valores encarnados por el Che sean interiorizados por el pueblo o al menos por la parte más consciente de él.
La difusión de la figura del Che y sus compañeros de lucha es una de las tareas del movimiento internacionalista en Euskal Herria y en el resto de pueblos del mundo. Es una forma de, por encima de aniversarios, reiterar al Che en el trabajo cotidiano, contribuyendo con su ejemplo, sus principios y sus ideas a la formación y desarrollo de potenciales Ches, sin perder nunca de vista que la lucha por la liberación del propio pueblo y de los demás pueblos del mundo es a su vez la mejor escuela de formación.