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Reseña de «Mujeres en medio(s). Propuestas para analizar la comunicación masiva con perspectiva de género», de Asunción Bernárdez Rodal

Fuentes: Crónica Popular

Mujeres en medio(s). Propuestas para analizar la comunicación masiva con perspectiva de género. Asunción Bernárdez Rodal. Editorial Fundamentos, 2015. 277 págs.

La lucha por los derechos humanos se fue abriendo paso a lo largo de la historia con enormes dificultades, carencias y errores. A fecha de hoy, la protección de los derechos humanos es más que insuficiente en la mayor parte del mundo, y si la ciudadanía, a través de los movimientos sociales, no es capaz de frenar el avance de esta fase neoliberal del capitalismo, no es inimaginable la desaparición de los mismos junto con la desaparición de la propia democracia.

La historia de los derechos humanos registra hechos y personas admirables, así como grandes contradicciones. Cuando la Revolución Francesa promulga la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, queda en evidencia pocos años después que los derechos pretendidamente universales no afectan a la mujer ni a los habitantes de las colonias de las potencias europeas. Así, Olympe de Gouges es guillotinada tras proponer una Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, y hay que aclarar a los esclavos haitianos que la Declaración no va con ellos, de modo que la primera colonia que tiene la osadía de rebelarse contra los colonizadores franceses (en 1804 Haití consigue la independencia) está todavía pagando las consecuencias de su rebelión.

La lucha por el sufragio, un derecho político esencial, también deja en evidencia en quién piensa la burguesía europea cuando proclama derechos universales. Las revoluciones burguesas reclaman el llamado sufragio censitario, un derecho que requería unos requisitos (económicos, educativos, sociales) que solo podían cumplir las elites (masculinas, por supuesto). Es decir, el sufragio defendido por las revoluciones liberales estaba destinado a hombres blancos europeos y de clase alta, o sea, una minoría ínfima de la población total.

Asunción Bernárdez Rodal, profesora de la Universidad Complutense en la materia Comunicación y género y directora del Instituto de Investigaciones Feministas de esa universidad, acaba de publicar Mujeres en medio(s): propuestas para analizar la comunicación masiva con perspectiva de género, un trabajo de gran interés que, además de transmitir conocimientos, invita a muchas reflexiones necesarias en un mundo y una época que con frecuencia da por supuesto que los problemas de género ya están superados en muchos terrenos. No es así, y la profesora Bernárdez lo demuestra a lo largo de los ocho capítulos del libro.

El primer capítulo da unas pinceladas de la historia del feminismo hasta llegar a una tercela ola («posmodernismos y ciberfeminismos»), añadiendo un último epígrafe dedicado al contexto legislativo en materia de igualdad, una breve síntesis. En el segundo capítulo ya entra más en materia y nos habla de la interpretación de los medios con perspectiva de género. Teniendo en cuenta que los medios no se limitan a reflejar la realidad, sino que la construyen con recursos especializados, que son agentes de socialización que nos proporcionan la información con la que interpretamos el mundo que nos rodea, que nos sirven para construir identidades, se comprende la importancia que tiene aplicar la llamada perspectiva de género. Los análisis con esta perspectiva tienen el objetivo de examinar los mecanismos de representación por los que cualquier texto construye la diferencia sexual de forma jerárquica. Se trata de desmontar la mirada que los varones han proyectado sobre la realidad con la pretensión de universalidad y medida de las cosas. Igual que las elites pretenden convencernos de que sus intereses (y su mirada) son los nuestros, los de toda la población, cuando se aplica la perspectiva de género se descubre el fraude que supone presentar como universal la mirada del varón. Un ejemplo curioso al respecto es cómo creemos que los síntomas de un infarto son universales, cuando son bastante diferentes en la mujer; simplemente se han extendido como universales los síntomas del varón. En este mismo capítulo se repasan las categorías analíticas de la teoría feminista (género, patriarcado, sexismo, machismo, misoginia, homofobia, androcentrismo, heterodesginación, y sororidad), así como los estereotipos que se aplican a las mujeres.

En el tercer capítulo se analiza el lenguaje de la prensa y se sugieren recomendaciones para evitar el uso sexista del lenguaje. Se aportan también datos de interés, como el nombre de la primera mujer periodista en España, Francisca de Aculodi (siglo XVII), y otras mujeres pioneras de los siglos XVIII y XIX. El capítulo da cuenta de algunas redes actuales de mujeres periodistas y de algunos trabajos de investigación relevantes en este campo. El cuarto capítulo está dedicado a los estudios de género en publicidad, otro campo de gran interés para la perspectiva de género. Se citan varios estudios relevantes que inciden sobre roles, estereotipos y cosificación de la mujer. También se habla de la aparición hipersexualizada de la mujer en la publicidad, el supuesto de que las mujeres solo llaman la atención si se quitan la ropa, etc. Por último, se comentan algunas medidas legislativas, la existencia del Observatorio de la Imagen de las Mujeres y el Decálogo para identificar la publicidad sexista del Instituto Andaluz de la Mujer.

El capítulo 5 se centra en los estudios de género y la televisión, dejando constancia del paso de algunas mujeres relevantes en la televisión español: Blanca Álvarez, Josefina Molina, Pilar Miró y Lolo Rico… por cierto, esta última protagoniza el reciente documental La mirada no inventada, sobre su figura y su obra. En el capítulo se repasan los estereotipos de género en las series de ficción, estereotipos que si bien persisten empiezan a convivir con nuevos modelos de mujeres fuertes e independientes; también se habla de los talk-shows y de la general exclusión de las mujeres en la información deportiva. El capítulo siguiente está dedicado al cine y el imaginario colectivo que crea, a la industria cinematográfica, a la historia de la participación femenina en el cine (directoras, guionistas, realizadoras) y a la crítica feminista del cine.

El séptimo capítulo nos habla de ciberfeminismo: el mundo de las tecnologías de la información y la brecha digital de género, analizado someramente, y el ciberactivismo feminista (teóricas, artistas y activistas políticas en la red). Un epígrafe está dedicado a los videojuegos y los sesgos de género. Por último, el libro termina con un octavo capítulo dedicado a violencia de género y medios de comunicación, un tema de lamentable actualidad. En el capítulo se repasan diversos aspectos: la fascinación por la violencia, los tipos de violencia (personal, institucional, estructural), la educación de hombres y mujeres respecto a la violencia, las narrativas del héroe violento, etc.

Como conclusión, cabe decir que se trata de un libro más que recomendable para periodistas y estudiantes de periodismo; pero no solo, también lo es para personas interesadas en otras disciplinas sociales. Además, todos recibimos la influencia de los medios y deberíamos, como ciudadanos, exigir que integren la perspectiva de género si quieren ayudar al avance hacia la igualdad y la justicia social.

Recientemente, el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, declaraba que el feminismo es «un paso en el proceso de deconstrucción de la persona». Como se ve, cualquiera puede llegar a un alto cargo con un nivel supino de ignorancia y/o de mala fe (por supuesto, ambas no son incompatibles). Muy por el contrario, el feminismo es imprescindible en el proceso de construcción de la persona. Libros como el de la profesora Bernárdez Rodal son necesarios no solo para curar la ignorancia de personajes como el obispo de Alcalá, sino para todos nosotros, dada la invisibilidad y la manipulación de que ha sido objeto la mujer en todos los medios de comunicación.