Hacemos aquí la entrega número ocho del total de doce apuntes para Pakito Arriaran, colectivo internacionalista. Como dijimos, analizaremos el período que va de la revolución bolchevique de 1917 al final de la II GM, 1945, que pudo haber supuesto un salto cualitativo en la emancipación humana porque llevó al extremo la lucha de clases […]
Hacemos aquí la entrega número ocho del total de doce apuntes para Pakito Arriaran, colectivo internacionalista. Como dijimos, analizaremos el período que va de la revolución bolchevique de 1917 al final de la II GM, 1945, que pudo haber supuesto un salto cualitativo en la emancipación humana porque llevó al extremo la lucha de clases entre el capital y el trabajo a escala mundial. La entrega novena analizará las luchas de los pueblos contra el imperialismo.
Para 1877 Marx ya tenía claro que la revolución iba a empezar por Oriente. Su interés por Rusia se incrementaba en la medida en que, desde comienzos de la década de 1850, estudiaba por qué y cómo se multiplicaban las resistencias de los pueblos no occidentales avasallados por el capitalismo. En 1902, al comienzo del ¿Qué hacer? Lenin planteaba que la revolución empezaría por Rusia, como se confirmó en 1905 pese a su derrota. La oleada de luchas de 1912-13, cortada por la guerra de 1914, se reinició desde la fracasada ofensiva rusa de verano de 1916. Las enormes dificultades impuestas por la guerra hicieron que las primeras noticias de la revolución de febrero de 1917 causaran una cierta sorpresa en los y las exiliadas. Las masas exigieron la versión radical de la democracia burguesa pero los reformistas continuaron la guerra y aumentaron los sacrificios populares para pagar la ingente deuda financiera.
1905 confirmó la visión de Marx y Engels de 1850 de que la fase democrático-burguesa sería rápidamente superada por la fase socialista dentro de una «revolución permanente». Esta cuestión se debatía de forma abstracta en la socialdemocracia europea, pero desde 1905 fue un debate práctico cuando Trotsky y su grupo la plantearon con claridad. El imperio zarista tenía un atraso enorme: de 150 millones de habitantes sólo 3.500.000 eran trabajadores industriales. La guerra de 1914 exigía gastos gigantescos que beneficiaban al imperialismo y a la corrupción. En abril de 1917 Lenin llamó a la revolución socialista porque ya había concluido la fase burguesa. Entonces se demostró la valía de la visión estratégica expuesta por Lenin en 1902: formada en el marxismo, la militancia «sabía leer entre líneas» y comprendió que Lenin coincidía con ella, y le apoyaron en su debate con la dirección del partido, opuesta a Lenin. En verano de 1917 la policía aseguraba que los bolcheviques eran minoritarios, pero los más peligrosos. Un soldado de familia campesina escribió en esos días esta carta a su familia:
«Querido compadre, seguramente también allí han oído hablar de bolcheviques, de mencheviques, de social-revolucionarios. Bueno, compadre, le explicaré que son los bolcheviques. Los bolcheviques, compadre, somos nosotros, el proletariado más explotado, simplemente nosotros, los obreros y los campesinos más pobres. Éste es su programa: todo el poder hay que dárselo a los diputados obreros, campesinos y soldados; mandar a todos los burgueses al servicio militar; todas las fábricas y las tierras al pueblo. Así es que nosotros, nuestro pelotón, estamos por este programa» (G. Boffa: La revolución rusa, ERA, México. 1976, T. 2, p. 28)
El programa se abría a otras reivindicaciones, como la vertiginosa emancipación de la mujer trabajadora en todos los aspectos de su vida, desde el divorcio y una nueva legislación sobre la familia, hasta la educación gratuita y colectiva de la infancia, pasando por los derechos laborales plenos y por la libertad sexual científicamente tratada, etc. Hasta 1917 ningún Estado había establecido tales avances, y desde su conquista la intervención de la mujer fue decisiva tanto en las dos guerras antiimperialistas, la de 1918-23 y la de 1941-45, como en los avances hacia el socialismo.
Otra fue que la revolución practicaba el derecho de las naciones oprimidas a su independencia, atrayendo a su bando la decisiva ayuda de las clases explotadas de esas naciones mientras sus clases dominantes apoyaban al capital. Ya en 1900 Lenin había apoyado el derecho a la violencia defensiva de China para mantener su independencia contra la invasión zarista, asumiendo desde entonces el lema de Dionisio Inca Yupanqui en el que avisaba a los liberales españoles en 1812 de que un pueblo que oprime a otro nunca será libre, recuperado por Marx en sus escritos sobre Irlanda. Tampoco debemos olvidar la revolución cultural y artística que se inició prácticamente desde el primer día de la democracia socialista, unida a los cualitativos avances en la educación y en la pedagogía, en la coordinación programada de la investigación técnica y científica, etc.
La revolución triunfó de forma casi totalmente pacífica; fue el terrorismo burgués el que creó la violencia defensiva bolchevique. Inicialmente, el gobierno soviético intentó negociar con la patronal para evitar el cierre masivo de empresas, el sabotaje industrial y la huida de capitales, pero fue imposible. La burguesía creyó que el bolchevismo sería rápidamente derrotado: Max Weber le daba muy poco tiempo de vida. Los aliados esperaban la pronta reinstauración del gobierno menchevique para negociar reformas y seguir la guerra, advirtiendo que nunca tolerarían la expropiación de la tierra y otras medidas socialistas. Ejércitos extranjeros fueron en ayuda de la contrarrevolución. Guerras desde 1914 hasta 1923, hundimiento económico, mercado negro, hambrunas, bandidaje, enfermedades… En San Petersburgo, el foco revolucionario, la ración de pan bajó de 300 gramos al día en octubre del 17 a 50 gramos en febrero de 1918. Los oportunistas aprovecharon para medrar ocupando los puestos de retaguardia que los y las revolucionarias dejaban libres porque mataban y morían en los frentes.
A principios de 1919 la Oposición Obrera denunciaba la corrupción y burocratización, y en 1920 Lenin habló del Estado burocráticamente degenerado, y poco más tarde se preguntaba sobre quién dirigía a quién, la burocracia al partido o viceversa. En marzo de 1921, en el X Congreso del PCUS se tomaron varias decisiones desesperadas: acabar con la rebelión de Kronstadt; suprimir transitoriamente el derecho de fracción en el partido; e implantar la Nueva Política Económica (NEP) para activar una economía destrozada abandonando el comunismo de guerra y activando ramas capitalistas bajo control estatal. La NEP era una salida muy peligrosa al facilitar la recuperación de sectores burgueses y campesinos medios, el afianzamiento de la vieja burocracia estatal y la entrada de arribistas y oportunistas, como sucedió, porque mantenía la ley del valor dentro del avance al socialismo. La NEP debía estar controlada por la democracia soviética generalizada, pero esta se iba debilitando al debilitarse el proletariado consciente. La NEP aún no daba suficientes resultados positivos, pero sí favorecía los negativos creando más discrepancias internas mientras que extremaba la guerra civil.
En 1921 Lenin sufrió su primer ataque. Para entonces, un punto de fricción creciente era el del aumento del poder del partido en detrimento del poder del gobierno y de los soviets. Lenin se situaba en este segundo bloque, pero cada vez más mermado de salud hasta el ataque definitivo a finales de 1922. Varias eran sus preocupaciones antes de morir: burocratización del poder en pocas manos; privilegios crecientes de la burocracia; ausencia de obreras y obreros comunistas en la dirección; nacionalismo gran-ruso; poca formación teórica y filosófica del partido; peligro de escisión…Una de las medidas que propuso fue la destitución de Stalin, pero esta propuesta no llegó a debatirse porque la burocracia pudo pararla y porque la oposición no se había organizado lo suficiente pese a que ya en octubre de 1923, circulaba internamente la Declaración de los 46, todos ellos reconocidos dirigentes que advertían de los problemas que se acumulan para el futuro a pesar de que la NEP había mejorado algo la situación. Ninguno de los firmantes saldría vivo de las purgas posteriores.
Ese año, la Declaración de los 46 se transformó en la Oposición de Izquierda con la integración de otros grupos críticos, pero entonces se vio el garrafal error cometido con la supresión del derecho de fracción: la Oposición de Izquierda fue acusada de fraccionalismo, iniciándose la censura y persecución contra ella. La derrota de la revolución alemana y el fascismo en Italia en 1923, y la muerte de Lenin a comienzos de 1924, reforzaron el conservadurismo del aparato. En esos años, se inició el Gran Debate que tenía dos frentes: Uno fue la discusión entre la teoría de la revolución permanente y la teoría del socialismo en un solo país. Zinóviev, Kámenev y Stalin defensores de esta última la unieron con el «leninismo» que ellos crearon, y se aprovecharon del clima de cerco imperialista a la URSS, y de la censura que limitaba cada vez más la difusión de la teoría de la revolución permanente, para imponerse en el XIV Congreso de 1925.
El otro fue la discusión sobre la economía socialista al analizar las lecciones de la NEP, en la que Bujarin, representante de la «derecha bolchevique», defendía que ese enriquecimiento de los kulaks y burgueses era bueno si estaba bajo control del Estado, encargado de impedir que la ley del valor terminara destruyendo al socialismo. Preobrazhenski, miembro de la Oposición de Izquierda, defendía la planificación económica asegurada por el control obrero y campesino, denunciando el poder creciente de la burocracia, todo con vista a impulsar la acumulación originaria socialista en base al equilibrio entre la industrialización y la mecanización agraria que sólo podía venir de la industria. Sus tesis fueron derrotadas en el XIII Congreso de 1924 que se volcó en las ideas de Bujarin para apoyar casi exclusivamente a la agricultura y apenas a la industria. Bujarin y Preobrazhenski, que en 1918-19 habían escrito el celebérrimo ABC del Comunismo, cuaderno de formación de la militancia bolchevique, se distanciaron, pero terminaron oponiéndose a Stalin por vías diferentes, sus obras fueron prohibidas y ambos fusilados en las purgas.
Un sistema muy aproximado para seguir la burocratización de la URSS es medir el tiempo transcurrido entre los congresos del partido y de la Internacional Comunista, porque muestran cómo éstos se fueron espaciando en la medida en que se imponía el aparato del partido. Empecemos por el PCUS: el VI Congreso se celebró en agosto de 1917. El VII Congreso fue en marzo de 1918, siete meses después, cuando todo parecía perdido. Los congresos VIII, IX, X, XI, XII y XIII entre 1919 y 1924 tuvieron una periodicidad de un año, semanas más o menos. Fueron años críticos en los que se venció a la contrarrevolución, de debatió y aplicó la NEP, se tensionó el partido al máximo hasta que comenzaron las purgas contra las corrientes de izquierda que terminarían con casi todos ellos ante los pelotones de fusilamiento en los años ´30.
Desde comienzos de 1925 Zinóviev y Kámenev discrepaban con Stalin sobre todo acerca del rumbo de la NEP aduciendo que beneficiaba a los campesinos ricos; por el contrario, Stalin ya empezaba a acercarse a Bujarin que había impuesto sus tesis de enriquecer a los kulaks, campesinos ricos, sobre la de Preobrazhenski en 1924. Stalin, secretario general, logró retrasar medio año el XIV Congreso, hasta diciembre de 1925, tiempo suficiente para apartar del poder a Zinóviev y Kámenev que también fueron torturados y fusilados en las purgas de 1937. Si el XIV había sido retrasado medio año sobre la periodicidad anual, los congresos XV y XVI de 1927 y 1930 fueron cada dos años y medio. En el XV la Oposición de Izquierda reconocía la mejora de las condiciones de vida, pero advertía de la recuperación de la burguesía y el aumento de la burocracia. La represión cayó sobre ellos con una dureza que sólo sería superada por las purgas de una década después. Pero desde 1928 empezó a estancarse la agricultura entre otras cosas al carecer de maquinaria moderna ya que el partido había rechazado la industrialización propuesta por la Oposición de Izquierda. Se decretó la colectivización provocando la resistencia de los kulaks que ocultaban o quemaban el grano. Sobrevino una hambruna atroz. Se rompió la alianza entre Bujarin y Stalin y para el XVI Congreso de 1930 Bujarin y su grupo habían sido apartados del poder.
El XVII Congreso de febrero de 1934, se hizo tres años y siete meses después del anterior, entre otras cosas porque en 1933 fueron expulsados cientos de miles de militantes generalmente de izquierda, y porque la industrialización y colectivización, y los planes quinquenales, no admitían duda alguna. Surgió entonces uno de los problemas que minarán la economía de la URSS hasta su final: exagerar los logros, etc., lo que fortalecerá la «segunda economía», la que junto a otras contradicciones abrirá las puertas al capitalismo. En 1935 se impulsó el estajanovismo, que exageraba mucho los datos económicos, pero reforzaba la confianza popular cuando se contrastaba con la segunda Gran Depresión capitalista iniciada en 1929: en la URSS no había paro y se acabó con la hambruna de 1928-29, pero en el capitalismo se multiplicó el empobrecimiento. La masacre de las izquierdas se realizó en1936-38 con una espeluznante cantidad de ejecutados, purga que desbarató al Ejército Rojo como se demostraría en el comienzo de la invasión nazi.
Durante el mayor peligro para la revolución los Congresos se hacían cada año, en el contexto mucho más tranquilo de 1934 se postergó cinco años y un mes la realización del XVIII Congreso, en marzo de 1939. Durante esos cinco años, la nueva militancia del partido veía cómo miles de antiguos camaradas mejor preparados desaparecían sin recibir información veraz alguna. A esta militancia se le exigía un esfuerzo productivo enorme, pero no se le convocó a ningún congreso. En 1939 la versión oficial fue optimista, pero bajo la extrema preocupación de la amenaza nazi. La URSS intentó una alianza antinazi con potencias burguesas, pero el capital quería que Hitler asesinara a Stalin, cosa que intentó desde 1941.
El XIX Congreso fue en octubre de 1952, trece años y siete meses después del anterior. A diferencia de 1918-24, con sus siete congresos, en 1941-45 no hubo ninguno a pesar de que la guerra estaba ganada en 1943. Lo más lógico es que se hubiera realizado uno extraordinario en 1945 o 1946, pero se esperó hasta 1952: el último al que asistió Stalin que moriría a los pocos meses cuando preparaba una nueva purga.
La periodización de los congresos de la Internacional Comunista sigue la misma lógica de la de los del PCUS: conforme la burocracia va controlando la IC, los congresos se distancian en el tiempo disminuyendo la participación rectora de las organizaciones internacionales y aumentando la del PCUS. Los cinco primeros, 1919, 1920, 1921, 1922 y 1924 oscilan en una periodicidad de entre un año y año y medio, nunca más, lo que fue un logro logístico por las dificultades impuestas por la contrarrevolución y los bloqueos internacionales a la URSS. Muchos delegados internacionales tenían verdaderos problemas y algunos murieron en el viaje. Dentro de la URSS, entre el III y el IV congresos de la IC, murió Lenin, se reforzó el poder de la troika de Zinóviev, Kámenev y Stalin, la Oposición de Izquierda fue marginada y las tesis de Bujarin se iban imponiendo a las de Preobrazhenzki; fuera de la URSS el fascismo había triunfado en Italia y en Alemania fue derrotada la revolución socialista.
En estas condiciones, el VI Congreso de la IC se realizó en verano de 1928, cuatro años después. Es imposible hacer siquiera un resumen de los acontecimientos mundiales y rusos acaecidos en ese tiempo, pero lo importante es que este Congreso oficializó la teoría del socialismo en un solo país, convirtió a la Internacional Comunista en un instrumento decisivo para «salvar el socialismo en la URSS», y reforzó la persecución internacional de las izquierdas no estalinistas, imponiendo la línea de clase contra clase. El VII y último se realizó en verano de 1935, ocho años después del anterior, justificó las purgas dentro y fuera de la URSS y la línea de los frentes populares. Los bandazos de ciento ochenta grados que daba la IC en su política antifascista desconcertaban a la izquierda mundial sobre todo cuando se decidían sin apenas debate y se imponían sin explicaciones. En 1943, cuando la II GM ya giraba de rumbo, Stalin disolvió la Internacional Comunista para tranquilizar a los aliados burgueses. Sólo en 1947, una vez visto que el imperialismo se lanzaba contra la URSS, no antes, creó la Kominform
La cronología no falla. Puede interpretarse de formas diferentes pero a la larga, dese 1917 a 1952 en el caso del PCUS, y de 1919 a 1943 en el caso de la Internacional Comunista, la lección es la misma: según avanza la revolución, los debates son permanentes y los congresos anuales, pero según la revolución es frenada por la contrarrevolución y por la burocracia, los debates van desapareciendo y los congresos distanciándose en el tiempo: no es bueno que la militancia se organice, actúe y decida.
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