¿Qué entendemos por revolución, una suerte de reforma, un cambio total de paradigma? Según el DRAE., revolución viene a ser: (Del lat. revolutǐo, -ōnis). f. Acción y efecto de revolver o revolverse ׀׀ 2. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.׀׀ 3. Inquietud, alboroto, sedición. ׀׀ 4. Cambio rápido y […]
¿Qué entendemos por revolución, una suerte de reforma, un cambio total de paradigma?
Según el DRAE., revolución viene a ser:
(Del lat. revolutǐo, -ōnis). f. Acción y efecto de revolver o revolverse ׀׀ 2. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.׀׀ 3. Inquietud, alboroto, sedición. ׀׀ 4. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa. ׀׀ 5. Astr. Movimiento de un astro a lo largo de una órbita completa. ׀׀6. Geom. Rotación de una figura alrededor de un eje, que configura un sólido o una superficie. ׀׀ 7. Mec. Giro o vuelta que da una pieza sobre su eje.
Partiendo de una definición propia de un diccionario, es probable que los espacios para discutirla, se achiquen en la misma medida en que nos apeguemos a dicha enunciación. En nuestro caso, tal vez las primeras cuatro acepciones son las que nos permiten esbozar elucubraciones que de algún modo proporcionen la posibilidad de comenzar una discusión fructífera, acaso una conversación interesante, claro, habrá que pescar palabras o frases clave como revolver, cambio violento, sedición, profundo, rápido e instituciones, por ejemplo.
Cada una de estas palabras o frases a mi entender, conducen en primera instancia, a preguntas cuyas respuestas deben discutirse en el seno de cada grupo familiar, de amigos, de compañeros de clase y de trabajo, en el metro y en las paradas de autobús. Nótese, que he dejado fuera a ciertos sectores, más adelante se verá el por qué.
Deberíamos preguntarnos cuánto de cambio, y cuanto de violencia inherente al cambio, cuánto de profundo, qué tan rápido y en cuáles instituciones, qué tan revuelto y qué tan sedicioso, es más; habría que aclarar que es sedición y quiénes serían los sediciosos, y agregaría algo como complemento: ¿tenemos una revolución socialista, un socialismo revolucionario o un tímido esbozo de socialismo como modelo político-económico-cultural? Y en este punto habría que ir más allá: ¿tenemos que hablar de socialismo?
Desde mi punto de vista, no sólo es necesario hablar de socialismo, es imprescindible y hasta obligatorio debatir acerca del socialismo, sobre todo porque ahora como nunca, se tiene la oportunidad de hacerlo clara y abiertamente. En un proceso como el que nos ocupa – o en un proceso como el que nos venden – hay que hablar y discutir, reitero, sobre el socialismo con la ventaja que nos da la extracción de la discusión de las reuniones de pequeños grupos de intelectuales que conocen de memoria incontables obras, artículos y autores (sin que esto signifique un ataque o desmérito hacia ellos) y, de los centros académicos elitescos por naturaleza, tras más de 40 años de exclusión del ciudadano común. En este momento está presente el pueblo, – no es un lugar común-, y no el pueblo como fetiche de los partidos, me refiero al pueblo como actor y, dependiendo de quién lo mire, el pueblo como protagonista. Esto, nos obliga a subir un escalón más en la discusión.
Se debe asumir de una vez por todas, si lo que se quiere (queremos) es una revolución moderada en la que se mantengan los privilegios – lo que no sería más que una seudo evolución, o quizás una involución dadas las circunstancias que nos ocupan – o una revolución verdadera que implique una ruptura con lo establecido. Todo pareciera indicar que se están dando pasos en la dirección de la segunda opción. Pasos cortos, debido a la limitación impuesta por diversos factores, económicos y de supervivencia hegemónica sobretodo, pero pasos al fin.
En ese mismo escenario de discusión deberíamos preguntarnos también que es colonialismo, si, ¿qué es colonialismo?, puesto que todo indica que para hablar de socialismo, se debe comenzar al menos, por entender que el colonialismo es la madre de cualquier manifestación del capitalismo y por ende de la instauración de la lógica de la dominación presente en prácticamente todos los escenarios, desde modelos productivos hasta interacciones culturales, desde procesos educativos hasta organizaciones e instituciones. De hecho este paradigma de la lógica de la dominación estuvo presente en las naciones en donde se instauró lo que se conoce como socialismo real, allí (quizás por incapacidad), se mantuvo el esquema de dominación y de imposición amparado en los procesos revolucionarios, con sus desastrosas consecuencias.
En cuanto al colonialismo, y para no dejar en el aire el planteamiento anterior, vale la pena recordar, que si bien en un principio, el mundo en general fue testigo de prácticas colonialistas «primitivas», en la actualidad estás prácticas, se han refinado a tal punto, que en muchos casos los pueblos no son capaces de reconocer su condición de colonia. Naomi Klein en su artículo El auge del capitalismo del desastre, un gobierno fiel a la destrucción (publicado en QUESTION año 3, Nº 36 junio 2005), cita a Shalmali Guttal: «solíamos tener colonialismo vulgar, ahora tenemos colonialismo sofisticado, y ellos le llaman reconstrucción». Si bien en ese artículo se describe el acto de dominación como consecuencia de los procesos de «reconstrucción» de los territorios arrasados debido desastres naturales o, más comúnmente, a la intervención armada directa o a través del financiamiento a grupos reaccionarios en diversos países (siempre en nombre de la democracia), resulta interesante ver, como estos procesos de «reconstrucción» no son más que procesos de reorganización tendientes a establecer «democracias» orientadas al libre mercado, a la privatización de instituciones del Estado y al estrangulamiento de la población como consecuencia del endeudamiento adquirido por los gobiernos de esos países o por la pérdida de las tierras otrora en su propiedad y ahora en manos de corporaciones encargadas de llevar a cabo la «reconstrucción».
Pero hay más, este colonialismo sofisticado, o neocolonialismo como es llamado por muchos, ha permitido, como bien apunta Omar González, Director del Icaic, romper todos los récords existentes en materia de exclusión y desigualdad; «…la mitad de la población vive en la pobreza, más de 800 millones pasan hambre, alrededor de mil 50 millones son analfabetos y la tercera parte desconoce aún los beneficios de la electricidad». Por si esto fuera poco, La Organización Mundial de la Salud estima que hay mil millones de personas en el mundo sin acceso al agua potable. Según el World Game Institute, www.worldgame.org, el costo promedio para procurar agua a cada persona es de US$ 50,00, lo que en total da unos 50.000 millones de dólares. El gobierno estadounidense aprobó en las postrimerías del 2004, un presupuesto de 560.000 millones de dólares en gastos militares y de defensa, adicionalmente, como lo indica Michael Moore, en su libro Estúpidos hombres blancos. HarperCollins Publishers, Inc., el gobierno de Estados Unidos, «entrega más de 100.000 millones de dólares cada año en asistencia a las multinacionales». Note la evidente paradoja entre las necesidades de la población mundial, y la inteligente distribución y direccionamiento de los fondos.
Si bien anteriormente los colonizadores (particularmente en el caso latinoamericano) estaban representados por hombres blancos barbudos bajando de calaveras y acompañados de la espada y la cruz, actualmente la colonización tiene como máximo representante a las corporaciones quienes a su vez controlan al mundo con actitudes represivas mas aberrantes que la de los antiguos colonos. Y tienen como hacerlo, no en balde dominan el 98% de la posesión de la industria, la banca y los negocios mundiales (Estados Unidos con cerca del 50%, Japón el 10% y el resto para toda la Unión Europea) controlando también, más del 90% de la circulación de información del mundo, de modo que no sólo controlan lo que se informa, sino también a quién recibe la información. La situación es alarmante, no sólo por sus características, sino adicionalmente por la incapacidad, hasta ahora de revertirla. Sirva este ejemplo: Revise la página correspondiente a la cartelera cinematográfica publicada en el diario de su preferencia y conteste lo siguiente: (a) ¿Cuántas películas extranjeras están en exhibición?, (b) Sólo por citar algunas alternativas diga; ¿cuántas películas francesas, españolas, italianas, alemanas, japonesas, africanas, cubanas, mexicanas, colombianas, argentinas están siendo proyectadas en este momento?, (c) ¿Cuántas películas de Estados Unidos?
El capitalismo logró con suma eficiencia eliminar las redes sociales, promoviendo la individualidad como valor y a la familia como base de la sociedad (tal y como lo enseñan todavía en algunas escuelas), o mejor dicho, como factoría de mano de obra dispuesta a venderse en el mercado de trabajo y a la vez, generadora de consumidores de los mismos bienes que producía a cambio de un razonable precio fijado por la invisible mano del mercado. Por eso, la solidaridad a veces nos es tan ajena, por eso se ven mal, convenios comerciales con países de la región sin un aparente beneficio económico para la nación. Por eso, vemos con asombrosa naturalidad que se puedan crear patentes del genoma humano y de especies animales y vegetales que luego serán procesadas y empacadas en forma de medicamentos cuyo precio de mercado debemos pagar claro está.
Es obvio que este proceso colonizador a dado sus frutos y los seguirá dando en tanto que no se logren alcanzar niveles de conciencia que permitan no sólo identificar el o los problemas existentes en nuestra sociedad, sino más importante aún, saber contra qué y contra quiénes hay que batirse en este duelo de ideas. A estas alturas, la mayoría de los venezolanos tiene una noción bastante clara de quién es el enemigo de este proceso, ahora, hay que instrumentar los mecanismos para dar esa pelea, acaso la más importante de nuestra historia después de la gesta independentista de nuestros libertadores.
Es aquí donde retomamos uno de los aspectos iniciales de este artículo: la necesaria discusión sobre el socialismo. Desde hace mucho más de 100 años el socialismo ha dado para todo y para todos, desde el bárbaro de Stalin, hasta el socialismo del PSOE en España, o el modelo instalado en Corea del Norte, desde la experiencia cubana, la China socialista, hasta los diversos movimientos comunistas instaurados en varios países. Pero se debe tener cuidado de no caer en los extremos de la crítica a ultranzas, puesto que es necesario reconocer logros y méritos de los diversos procesos, más sin embargo, este espacio resulta reducido para ese menester, no así, para llamar la atención sobre diversos factores. A mi entender, ese mal llamado socialismo real, derivó en una distorsión por diversas causas: a.- Se estableció un control centralizado de todas las actividades relacionadas con la planificación, políticas de desarrollo y económicas que daban poca o ninguna oportunidad de participación a las comunidades en la toma de decisiones. b.- En la mayoría de los casos existió una exagerada limitación a las libertades individuales en franca contradicción con el manifiesto comunista, tal vez más por incapacidad del estado para promover prácticas democráticas que facilitaran la participación ciudadana, que por razones meramente políticas, aunque finalmente, estas limitaciones pasaron a ser totalmente arbitrarias. c.- La exhibición de los logros industriales y desarrollos tecnológicos y armamentísticos en contraposición con el daño ecológico generado en las regiones agregando además, la ineludible similitud con el exhibicionismo capitalista. d.- La imposición a la masa trabajadora de modelos de producción castrantes y limitadores de su crecimiento personal relacionados más con el establecimiento de un modelo industrial y tecnológico, que con una alternativa de desarrollo sustentable y que respetase el medio ambiente. e.- No se contaba con la plataforma tecnológica que permitiera implementar políticas de democratización de la distribución de la información, del acceso a métodos educativos novedosos y, sobre todo, que permitiese automatizar procesos que por naturaleza favorecían la burocracia y la corrupción.
Tomando en cuenta estos y otros aspectos fácilmente verificables no es complicado imaginar el por qué de la rápida transición del «socialismo» al capitalismo en la antigua Unión Soviética, en esencia se tenía un modelo militarista, industrialista y autoritario no capitalista. Pero no caigamos en la trampa de creer que en la URSS no había libertad de pensamiento ni de expresión, y que eso fue lo que precipitó la caída del sistema de gobierno, valga un ejemplo para esto: Noam Chomsky en su libro Piratas y Emperadores cita lo siguiente refiriéndose al manejo de la información en Estados Unidos: «…El filósofo John Dolan observa: «La gente no carecerá del valor para expresar pensamientos fuera del alcance permitido, sino que se verá privada de la capacidad de pensar tales cosas». Esa es la cuestión esencial, la fuerza impulsora de los «ingenieros del consenso democrático»», o bien, «…si el público escapa a su marginación y pasividad, nos encontramos ante una crisis de la democracia que debe ser derrotada.», tomado de otro texto Hegemonía o supervivencia del mismo autor. En los países «libres», el control del pensamiento y de la libertad de expresión se lleva a cabo de maneras más perversas. La vida submarina existe a pesar de que sólo veamos la superficie del océano, ¿no le parece?
Por eso no comparto la definición de socialismo real, porque, ¿cuál socialismo ha sido real hasta ahora? (Cuba aparte, pues requeriría otro artículo). Considero a un socialismo real, en la misma medida que se trate de un modelo que propugne la participación de la población en los diferentes procesos de construcción de una sociedad de iguales en «la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos» como lo apuntaban Marx y Engels en el manifiesto comunista, en donde el logro de la libertad plena, no pase por la eliminación de otras libertades acaso más sutiles, en donde se recupere el valor de las redes sociales, de lo comunitario.
Rigoberto Lanz apunta:
¿Qué queda entonces de este socialismo para el mundo de hoy? Mi tesis es que no queda casi nada. Lo cual debe ser leído como una buena noticia puesto que nos pone en el estupendo camino de tener que inventarlo todo. Desde luego no desde cero pero sí desde el cuestionamiento más severo de cuanto se dijo y se hizo en nombre de la revolución.
Yo sólo cambiaría la palabra inventarlo por reinventarlo, desarmarlo y armarlo desde otra óptica que lo ponga a la altura de las complicaciones y ventajas que ofrece el mundo actual. Las herramientas tecnológicas de las que se dispone en la actualidad facilitarán enormemente la tarea de democratizar lo social, de eliminar la burocracia con la automatización de los procesos, de bajar los costes de producción no con el fin último de percibir mayor ganancia, sino con la meta primordial de llegar cada vez más y en mejores condiciones a la mayor cantidad de personas. La existencia de Internet, puede y debe ser utilizada como una herramienta difusora de los intereses colectivos y nacionales. Se trata además, de promover a través de los entes públicos mayores mecanismos de participación ciudadana.
Hay que lograr disipar el temor que existe ante palabras como comunismo, socialismo, manifiesto comunista, revolución socialista, etc., y no existe mejor manera de hacerlo, que permitir que la población en general tenga acceso a la verdadera información, a la documentación pertinente.
Es necesario impulsar la creación de agrupaciones y redes de discusión ciudadanas en cada comunidad, en cada barrio, en las universidades, en las empresas (estatales y privadas), en las organizaciones sindicales y, como complemento, articular redes que permitan compartir información, organizar foros, etc. Pero sobre todo, debe tenerse especial cuidado con el lenguaje y las maneras de transmitir el mensaje, so pena de contar con excelentes disertaciones y exposiciones cuyo contenido da con las paredes por el simple hecho de que el receptor del mensaje, no es capaz de digerir palabras enrevesadas o frases rebuscadas, inmersas en el discurso político. Con el tiempo esto cambiará, pero antes es necesario hacer énfasis en la reestructuración de los paradigmas educativos, en el entendido de que un pueblo informado y culto, tendrá mayores posibilidades de ser libre y por ende protagonista en los procesos de cambio de su entorno inmediato. Del mismo modo, debe continuarse la lucha para alcanzar la verdadera democratización de la tecnología y el conocimiento. Los avances tecnológicos, en la medicina por ejemplo, deben ser considerados avances sociales a la disposición de todos y no de quién es capaz de pagar por ellos, esa es una verdadera manifestación del socialismo.
Se de personas que temen al socialismo por una supuesta eliminación de la propiedad privada, propiedad esta por demás, que sólo pertenece a un minúsculo grupo de la población, mientras la inmensa mayoría está en realidad, privada de la propiedad. (Debemos recordar que estuvimos a punto de ser aún más despojados de la propiedad con las en su momento, inminentes privatizaciones de las empresas petroleras y las del sector eléctrico).
Otro aspecto de interés preponderante, es el de la participación de la mujer. Históricamente – en el mejor de los casos – ha sido relegada al rol de la gran mujer detrás del gran hombre. Su mano de obra, ha sido desde tiempos inmemoriales, más barata y menos calificada. La minusvalía impuesta a las tareas llevadas a cabo por la mujer y los privilegios que el hombre conserva sobre ella se ha mantenido, – incluso con el apoyo no necesariamente inconsciente de esta última – a lo largo de los años, como una consecuencia de un modelo educativo-cultural, que enfrentado a la más elemental de las lógicas, prefiere relegar a no menos del 50% de la población subutilizándola desde todo punto de vista. Si bien el gobierno ha mostrado voluntad para revertir esta situación, el papel de la mujer debe seguir siendo impulsado y reconocido en los quehaceres de la nación y ella, sabedora de su rol, está en la obligación ineludible de enarbolar la bandera de su participación protagónica.
Los venezolanos debemos estar concientes de la importancia de nuestra participación en el proceso de cambios como garantía de desmontar de una vez por todas y para siempre, la nefasta Democracia Representativa. Cada uno de nosotros desde su parcela de acción debe estar dispuesto a discutir y fomentar la discusión en, por y sobre el socialismo, está obligado a informarse, a investigar y sobre todo a divulgar lo que sabe, en fin, se debe asumir el compromiso verdaderamente revolucionario, con la certeza de que el proceso en marcha es pacífico, mas no indefenso.
Tenemos que hacer énfasis en el hecho de que la mejor democracia posible, es en efecto, socialista. Jean Jacques Rousseau afirmaba por allá en 1762, que era imposible la existencia de la democracia cuando un ser humano era lo suficientemente pobre como para venderse o lo suficientemente rico, como para comprar a otro hombre. Asombra como a más de 200 años esta afirmación retumbe con tanta fuerza en nuestros oídos.
Puede constituir una tarea titánica desmontar años y años de condicionamiento cultural orientado a la lógica de la dominación, y el no desarmar convenientemente ese aparataje podría conducir a un nuevo fracaso no ya del socialismo y la manera de enfocarlo sino peor aún, a un fracaso de la especie humana que demostraría su incapacidad para preservar la vida en el planeta
Pero sobre todo existe otro reto, se trata de asumir el rol de sujeto histórico en tanto que pueblo. Se trata de evitar eufemismos y forzar desde abajo, los cambios que se esperan sean acometidos desde arriba.
En conclusión, la revolución apenas comienza y si, esta debe y tiene que ser socialista.Parafraseando a Noam Chomsky; la opinión pública «no debería escatimar esfuerzos en comprender estos asuntos, si es que espera liberarse de las riendas que la sujetan y tomar en serio los ideales de justicia y libertad que con tanta facilidad brotan a flor de labios pero que tan difíciles son de proteger y fomentar»