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«Roba, pero Hace»…

Fuentes: Rebelión

«Roba, pero Hace». Con esta consigna, un controvertido alcalde de San Pablo que postulaba a la reelección, contestaba a sus críticos, en sus rayados murales. Era una cínica admisión, pero eso no tenía importancia, lo importante era que «hacía cosas». La frase viene a la memoria ante la impresionante lista de cargos que la Contraloría […]

«Roba, pero Hace». Con esta consigna, un controvertido alcalde de San Pablo que postulaba a la reelección, contestaba a sus críticos, en sus rayados murales. Era una cínica admisión, pero eso no tenía importancia, lo importante era que «hacía cosas». La frase viene a la memoria ante la impresionante lista de cargos que la Contraloría General de la República y fiscales judiciales han venido formulando a una serie de autoridades edilicias. Entre ellas están las alcaldías de Huechuraba, Recoleta, Independencia, Ñuñoa, Viña del Mar, Arica, Antofagasta. Todas muy importantes y con grandes recursos. Entre los implicados han caído alcaldes de los partidos de la Concertación, como también de la Derecha, la que se jactaba que los alcaldes de la UDI y Renovación Nacional, eran invulnerables. Eran sus ediles estrellas.

No pocos de los denunciados, especialmente quienes han gozado de gran publicidad en los medios de comunicación masivos, se han defendido asegurando que han hecho muchas obras en beneficio de sus comunas. Citan pavimentaciones, luminarias, festivales, paseos a la playa de vecinos de tercera edad, patrullajes de seguridad, etc., etc. Lo que es obligación y servicios normales de cualquier municipio, tanto más si recaudan mucho dinero como las ricas alcaldías de la capital, los consideran como un contrapeso, como un atenuante o como una compensación a las «irregularidades» en que han sido sorprendidos. Algunos, avergonzados han renunciado a postular de nuevo; otros creen tener suficiente apoyo para ser reelegidos. Es cierto que siempre habrá gente a la que no le importa la ética de sus políticos preferidos y volverán a votar por ellos porque o no quieren creer que sean culpables o porque han recibido favores personales. O sea, hay una ética perversa en que prevalece «hacer cosas», no importa de qué manera, ni a qué costo, aunque sea cometiendo fraude al patrimonio colectivo, saltándose los controles legales o administrativos a que están obligados, o favoreciendo a sus amigos mediante contratos por servicios, concesiones o permisos. Culpar a la Contraloría por hacer su trabajo o alegar ignorancia de las normas, aunque sea con lágrimas, son argumentos infantiles.

Un mandamiento del régimen económico que nos rige es «hacerse rico a toda costa». En Chile no está penado «el enriquecimiento ilícito», persiste el secreto bancario y la privacidad en las declaraciones tributarias de renta. Por eso Pinochet no ha sido condenado por los millones de dólares que robó. Es inaceptable que un alcalde aparezca haciéndose millonario de la noche a la mañana, mediante empresas en que tienen intereses y que hacen negocios con su municipio. En la dictadura, altos funcionarios se enriquecieron aprovechando sus cargos para apoderarse de las empresas públicas. Ahora también altos funcionarios de gobierno, favoreciendo a grandes empresarios, después son premiados ocupando cargos en los directorios privados.

Para erradicar la corrupción es necesario que haya más transparencia en los actos públicos y privados, más controles y auditorías, más y mejores leyes que sancionen duramente la corrupción. Y crear un nuevo sistema económico donde la extrema riqueza no sea una virtud sino un motivo de sospecha.

Esto no una utopía. En el breve tiempo que estuvimos con Allende, se pudo «meter los pies», pero no «las manos». Quienes lo acompañamos y estuvimos encarcelados sin juicio, sin defensa y con todo el poder para investigarnos, los golpistas jamás pudieron acusarnos de nada reprobable. El ejemplo lo deben dar los políticos y los más altos funcionarios del estado. Necesitamos una nueva generación de gobernantes austeros, honrados que haga del servicio público un verdadero apostolado, que consideren la honra como su verdadera riqueza.