Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Actuación de Roger Waters en Río de Janeiro cuatro días antes de la elección presidencial, con una camiseta en la que puede leerse: «Lute como Marielle Franco», que le entregó sobre el escenario su viuda, Monica Benicio (foto: Glenn Greenwald/The Intercept)
Anoche la conmoción y la emoción se juntaron en el concierto al aire libre que ofreció Roger Waters en el estadio de Río de Janeiro, Brasil. Cuatro días antes de que este enorme y hermoso país en apuros, llevado por la desesperación, el miedo y la ira, probablemente elija como presidente a un auténtico monstruo amenazador y refuerce su movimiento de un modo que resultaba impensable hasta hace poco.
Hace siete meses, en los días que siguieron al brutal y devastador asesinato político de nuestra buena amiga Marielle Franco*, el diario The Independent me pidió que escribiera un obituario en su honor. Mi primera reacción fue negarme, porque las emociones estaban todavía demasiado frescas y no me siento cómodo en ese tipo de escritos personales, íntimos, especialmente en un momento tan vulnerable y difícil como era aquel. Pero luego lo vi como una oportunidad para procesar las emociones que Marielle me provocaba haciendo lo que se me da mejor y lo que ella misma hacía: escribir sobre batallas y causas políticas y sobre figuras de la disidencia y la resistencia e intentar convencer visceralmente a un público extranjero de qué fue lo que convirtió a esta mujer en una fuente singular de inspiración. Así que escribí un artículo de mil palabras, mitad obituario y mitad reflexión personal.
Entonces no sabía que ese artículo habría de publicarse no solo en la edición digital del periódico, sino también en la edición impresa (se me suele olvidar que existen ediciones impresas). Roger Waters (uno de los fundadores de la mítica banda Pink Floyd) se encontraba en Londres ese mismo día y casualmente leyó el artículo en el periódico. Se sintió tan conmovido por la historia de Marielle que la recortó con unas tijeras, la plegó y se la metió al bolsillo. Esta misma semana me contó que lo ha llevado consigo desde entonces, a la vez que pensaba sobre Marielle y reflexionaba sobre el significado de su vida y de su muerte.
Las últimas tres semanas, Roger Waters ha estado de gira por Brasil, llenando estadios y utilizando el escenario para hablar de política, en un momento y un lugar en que hace más falta que nunca. Su denuncia del ascenso del fascismo encarnado en Jair Bolsonaro durante el primero de los conciertos provocó abucheos y cancelación de entradas, lo que no le impidió continuar su cruzada política: no la típica caricatura barata y superficial que caracteriza las declaraciones políticas de los famosos, sino una campaña de mensajes bien fundados, compasivos e inteligentes que mezcla arte y humanitarismo (lo que no sorprende en alguien que ha arriesgado -y perdido- tanto a causa de su defensa permanente e incansable de los palestinos).
Anoche me invitó a presenciar el concierto acompañado de la familia de Marielle: su hija de 19 años, Luyara Santos, su hermana Anielle y su viuda, Mónica Benicio. Estando en el escenario, sacó mi artículo del bolsillo, lo comentó y proyectó una imagen gigantesca del mismo en la pantalla. Luego pidió que las tres mujeres se unieran a él para rendir homenaje a Marielle.
Quince minutos antes de eso, Mónica se había echado a llorar, temerosa de subir al escenario, pero una vez allí se adueñó del mismo y dirigió cánticos desafiantes exigiendo justicia para Marielle y denunciando el fascismo en el que el país está a punto de caer. Mónica entregó a Waters una camiseta en donde se leía: Lute como Marielle Franco (Lucha como Marielle Franco), que el cantante y guitarrista se puso y no se quitó durante el resto del show (véase la foto que encabeza este artículo).
Fue un momento increíblemente impactante y emocionante en unos tiempo oscuros y nefastos para Brasil. Waters dijo que consideraba a Marielle como «la auténtica líder» de Brasil, en el sentido de que los valores que ella representa son los que pueden apartar a Brasil del execrable rumbo que está a punto de tomar. También rindió tributo a las mujeres negras de las favelas que trabajaban en el gabinete de Marielle y que, tras su asesinato, declararon que el miedo no las llevaría a esconderse sino que se presentarían candidatas para cargos públicos. Todas ellas ganaron sus respectivas elecciones hace dos semanas, al igual que una de las mejores amigas de Marielle, elegida para el Congreso Federal.
Los principales periódicos del país recogieron en titulares este momento, el homenaje de Roger Waters a Marielle, que fue un recordatorio de la capacidad para inspirar y hallar la luz incluso en los momentos más horribles y oscuros.
Titular en primera página de O Globo el día siguiente del concierto: «Roger Waters homenajea a Marielle Franco en su actuación en Maracaná»
A mí me sirvió también para recordar una lección que, por uno u otro motivo, es fácil olvidar o ignorar, pero que siempre deberíamos tomar en cuenta. Nunca se sabe el efecto que tus acciones pueden tener en los demás, aunque sea en un solo individuo, y la forma en que ese efecto puede multiplicarse en el mundo.
Hace doce años, cuando escribía mi blog personal a escondidas para un público reducido y luego para Salon.com, ignoraba que uno de sus lectores era un muchacho llamado Edward Snowden, que se estaba formando sus ideas sobre el mundo en parte gracias a su interacción conmigo. Nunca pensé que mi reflexión personal y dolorosa sobre Marielle emocionaría a una persona, en el otro extremo del planeta, que cuenta con una proyección artística fabulosa -y que nunca antes había oído hablar de Marielle- y que estaría precisamente en Brasil, en el momento en que el país más necesita la energía y humanidad que Waters posee.
Estoy seguro de que Mónica Benicio, criada en la extensa favela de Maré y que superó todos los obstáculos concebibles para poder cumplir su sueño de ser arquitecta, con una disertación sobre la estructura física de las favelas de Río de Janeiro y su carácter psicológica y políticamente represivo, estoy seguro de que nunca imaginó que su activismo la convertiría en una figura política y en un símbolo crucial de resistencia y valor, en un momento en el que millones de personas se tambaleaban, temerosas y desesperanzadas, tras el asesinato de su esposa.
Titular: La Organización de Estados Americanos solicita protección para la viuda de Marielle Franco
Y tengo serias dudas de que Marielle -cuando crecía en Maré, cuando se convirtió en madre soltera a los 19 años, cuando se enfrentaba a las facciones más poderosas, violentas y corruptas de Brasil, cuando se desplazaba en autobuses durante dos horas para apoyar a las familias cuyos hijos inocentes habían sido asesinados por agentes de policía y a las madres que lloraban a sus hijos policías asesinados por bandas violentas, ni siquiera cuando fue elegida para el Consejo Municipal de Río de Janeiro en 2016 con un apoyo enorme- llegara a imaginar que se convertiría en un icono mundial y en fuente de inspiración para todas las personas que se atreven a defender valerosamente a los más marginados e indefensos, en lugar de rendirse ante el miedo y la intimidación.
* N.d.T.:
Marielle Franco era una socióloga feminista brasileña, activista por los derechos humanos y, en concreto, los de las mujeres negras de las favelas. Militante del partido Socialismo y Libertad (PSOL) y concejala en el Ayuntamiento de Río, fue asesinada el 13 de marzo de este año.
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