La Verdad Obrera entrevistó a Cecilia Feijoo, Julio Patricio Rovelli y Demian Paredes acerca de la nueva publicación de Ediciones IPS, «Rosa Luxemburg. Vida y obra», de Paul Frölich. LVO: Cuéntennos sobre el libro que acaba de publicarse. Julio Patricio Rovelli: Cuando proyectamos publicar junto con las Obras Selectas de Lenin un libro sobre […]
La Verdad Obrera entrevistó a Cecilia Feijoo, Julio Patricio Rovelli y Demian Paredes acerca de la nueva publicación de Ediciones IPS, «Rosa Luxemburg. Vida y obra», de Paul Frölich.
LVO: Cuéntennos sobre el libro que acaba de publicarse.
Julio Patricio Rovelli: Cuando proyectamos publicar junto con las Obras Selectas de Lenin un libro sobre los escritos políticos fundamentales de Rosa Luxemburg, sabíamos que era necesario preparar esa lectura con algún trabajo que pudiera acercar a los lectores a la atmósfera y situación en que escribió y polemizó. Así surgió la idea de editar primero esta biografía, que es un clásico, en primer lugar porque se escribe no desde una posición académica sino desde una perspectiva militante. Frölich era un militante comunista y es desde ahí que puede captar como nadie la vida de Rosa, que es la de una militante revolucionaria, desde su juventud en su Polonia natal hasta su asesinato en Berlín. Decidimos además proponerle a las compañeras que dirigen la Colección Mujer editarla como parte de ésta para marcar que Rosa Luxemburg fue una de las pocas mujeres que jugó un rol dirigente en la Segunda Internacional y fue fundadora de la Tercera, cuando este rol era un «exclusivismo» masculino.
LVO: El libro aborda debates como el del parlamentarismo y la cuestión del poder, entre otros. ¿Qué importancia tienen en la actualidad?
Demian Paredes: Rosa Luxemburg interviene en debates fundamentales para una estrategia socialista y revolucionaria; uno de ellos es el debate con los socialistas franceses que llevaban a la práctica las tácticas reformistas que venía postulando Bernstein (cuyo lema era «el movimiento es todo, el fin es nada»). Para este sector de la Segunda Internacional lo importante era la obtención de conquistas «prácticas» porque el «fin de los socialistas», que es la conquista de una sociedad sin explotados ni explotadores y un Estado de los trabajadores, no «era nada». Era una salida pragmática al hecho de que después de la derrota de la Comuna de París en 1871 hubo 30 años donde la revolución social salió de escena, y para este sector se transformó en una «utopía». Rosa Luxemburg discutió abiertamente contra el escepticismo que llevaba al abandono de la revolución como estrategia. Cuando los franceses decidieron que era mejor, para obtener «reformas concretas», participar en un Ministerio del Gobierno de la República el debate se desencadenó en el seno de la Internacional. Para Rosa el «fin socialista» era un elemento actuante, no palabras para los días de fiesta. Entre muchas otras cosas está su afirmación de que a la socialdemocracia, por su «esencia», le corresponde en la sociedad capitalista el papel de «oposición», y solo puede ser gobierno bajo las ruinas del Estado burgués. Es decir solo puede ser «poder» vía métodos revolucionarios y no parlamentarios, y además para ella no solo se trata de obtener reformas sino de «cómo», con qué métodos estas se obtienen; si se conquistan con métodos proletarios de lucha eso fortalece al partido y la revolución, pero si se obtienen con métodos parlamentarios o acuerdos gubernamentales fortalecen al régimen burgués. Creo que por el momento que está pasando nuestro partido, la emergencia del FIT y la conquista de posiciones parlamentarias el debate es muy útil para fijar parámetros teóricos y lógicas de intervención.
Cuando estalla la Revolución de 1905 en Rusia se produce un cambio en el debate. ¿Qué reflexiones aporta Rosa Luxemburg en este viraje?
Cecilia Feijoo: La clase trabajadora rusa con la huelga general y la insurrección armada, con la conformación de los Soviet de Diputados Obreros, con el llamado al pueblo a derrocar al zarismo, fue una bocanada de aire fresco para el ala revolucionaria. Rosa Luxemburg vuelve a Polonia para participar, no puede llegar porque hay huelga general y los ferrocarriles están paralizados. Frölich cuenta cómo se cuela en un tren que lleva a las tropas que van a aplastar a la Varsovia revolucionaria, viaja en medio de sus enemigos, con un nombre falso, a oscuras en la noche, con el nerviosismo de los soldados que temen ser atacados por piquetes obreros. De esta experiencia escribe el debate sobre la huelga general política. La socialdemocracia europea estaba acostumbrada a las huelgas parciales y económicas, de hecho limitaba la acción huelguística a estos objetivos. La clase trabajadora rusa muestra para Rosa Luxemburg la potencialidad de la huelga como método de acción que puede ir más allá de la lucha económica parcial, que puede ampliar sus objetivos y transformarse en huelga política y es una acción revolucionaria de la clase trabajadora porque permite que los sectores más atrasados de los trabajadores, las mujeres y los trabajadores no sindicalizados, se sumen a la acción.
DP: Es un debate teórico y de estrategias porque Rosa Luxemburg quiere que la Segunda Internacional incluya la huelga general política en su programa de acción, y que la lleve a la práctica en el momento oportuno. Algo que la Internacional resiste anticipando su capitulación frente a la Primera Guerra Mundial en 1914. Cuando en 1910 se desencadena en Alemania una serie de manifestaciones de la socialdemocracia para conseguir el voto universal para los trabajadores Rosa Luxemburg propone que los parlamentarios y el partido hagan agitación de la huelga general política. Pero la socialdemocracia alemana se opone y es Kautsky el que responde con certezas: si el partido hiciera agitación parlamentaria sobre la huelga general significaría plantearla como una acción posible y este tipo de acción solo se concibe como una preparación para «el derrocamiento» de la burguesía. Para Kautsky era muy peligroso, para el partido y sus conquistas; significaría jugarse al todo o nada. Era mejor optar por una «estrategia de desgaste», avanzar en organizar a la clase obrera sindicalmente, aumentar el peso parlamentario y obtener conquistas hasta que el poder estuviese enteramente en manos de los obreros. Nuevamente el ala centrista y el ala revolucionaria se dividen y anticipan la crisis de la guerra y la Revolución Rusa de 1917.
LVO: ¿Qué otro debate o reflexión permite el libro de Frölich?
CF: La vida de Rosa Luxemburg es vertiginosa, su posición revolucionaria frente a la guerra mundial la lleva a la cárcel. Lenin dice en 1916 que la Tercera Internacional, que aún no había sido fundada, vive en las cárceles por estos militantes que alzan su voz y defienden una posición internacionalista. El libro de Frölich es interesante porque nos muestra a Rosa Luxemburg como era: una militante de partido. Es una figura muy reivindicada desde distintos sectores porque su vida es de entrega y sacrificio, no busca un beneficio personal o una posición segura, tiene convicciones y no las abandona ante los obstáculos. Por lo general se la identifica como una libertaria o una «romántica», pero ella es una militante consciente, profesional. Cuando estalla la Revolución Rusa se emociona, sufre en la cárcel el encierro, y reivindica a los bolcheviques como aquellos que se atrevieron a poner fin a la guerra y tomar el poder con métodos revolucionarios. El libro permite acercarse a esta experiencia en la cual se forjaron tanto las actitudes personales de entrega y pasión como los debates de teoría y estrategia que constituyeron al marxismo revolucionario del siglo XX.