En la historia se realiza el hombre y solo el hombre. La historia, por tanto, no es trágica, pero lo trágico está en la historia; no es absurda, pero lo absurdo surge en la historia; no es cruel, pero la crueldad se comete en la historia; no es ridícula, pero la farsa se representa en […]
La mayoría de los análisis deterministas de la historia se basan en un entendimiento parcial de la clásica esquematización marxista de las etapas del desarrollo histórico, a modo de la expresada en el «Prologo a la Contribución a la Economía Política». Este esquema influenció fuertemente en el marxismo de la II Internacional, predominando una línea evolucionista de abandono de toda pretensión revolucionaria al quedar planteado inexorablemente un rumbo progresivo hacia las etapas superiores del desarrollo humano. Como plantea Bensaid (01), sintéticamente, esta concepción evolucionista se funda en un determinismo histórico en donde la superestructura «determina estrechamente» la estructura correspondiente generando la idea de «una historia bien ordenada donde todo llega a su justo tiempo», derivando en la tesis del carácter prematuro de ciertos impulsos revolucionarios que serán «autolimitados» desde el mismo movimiento socialista. Dentro del marco teórico planteado por esta visión determinista de la evolución histórica, se van a plantear distintas estrategias en función del objetivo socialista. Una de las principales arenas de disputa en torno a la pertinencia de esta interpretación del marxismo se dio en el SDP (Partido Socialdemócrata Alemán), faro teórico y partido mayoritario dentro de la IIª Internacional. En la elaboración estratégica desarrollada por el SDP a fines del siglo XIX, principios del XX, tuvo fuerte peso el prólogo a la «Lucha de clases en Francia» de 1895 escrito por Engels, en donde predomina una clara orientación hacia la acumulación de fuerzas por vía pacífica.
Tomando como referencia el desplazamiento del «centro de gravedad del movimiento proletario» de Francia a Alemania planteado por Marx tras las derrotas de 1848 y de la Comuna de Paris, las paulatinas condiciones de desarrollo de las masas de trabajadores reflejadas en el crecimiento exponencial del número de votantes socialistas en este país, y una acertada critica a posibles intentos revolucionarios «blanquistas» cancelados por el aumento cuantitativo de los proletarios, es que Engels va a plantear como clave durante un largo periodo, la intervención en la lucha parlamentaria para la acumulación de fuerzas por la vía legal. Junto con la posibilidad de interpelar a las masas, Engels plantea que la herramienta parlamentaria brinda a los socialistas «…el mejor instrumento posible para calcular las proporciones de nuestra acción y precaviéndonos por igual contra la timidez a destiempo y contra la extemporánea temeridad…» (Engels, 17: 2000). Tras esta perspectiva y la advertencia de no «poner en riesgo» la acumulación por la vial legal en movimientos insurreccionales prematuros -sumado a la desventaja en cuanto a técnicas militares de las fuerzas revolucionarias-, se plantea una visión evolucionista en donde se debe mantener constante este incremento de fuerzas para que se desarrolle prácticamente de manera «natural» hasta el «día decisivo» en que «…desborde por sí mismo el sistema de gobierno actual» (Engels, 22: 2000).
En este contexto de disputa teórica, será Rosa Luxemburgo una de las figuras destacadas que sostendrá en alto la teoría y práctica revolucionaria, aportando algunas de las páginas más lúcidas de la teoría marxista, encabezando activamente la lucha del proletariado alemán. Conviene entonces detenerse brevemente en algunos puntos que atañen a su pensamiento, con la convicción de que es necesario profundizar largamente en cuanto a su aporte a la teoría y práctica revolucionaria. Rosa va a encabezar una lucha teórica a dos frentes contra el reformismo dentro del SDP, que en sus últimas instancias va tener su reflejo organizativo en la fundación de la Liga Espartaco primero, y del KDP (Partido Comunista Alemán) después. Esta tendencia «conservadora» dentro del partido, como señala Trotsky sobre la socialdemocracia alemana (Trotsky, 117-118), repetida día a día en un automatismo de actitudes desprovistas de un carácter crítico, terminaron sedimentando en una «tradición» que no pudo ya torcerse ante el «desequilibrio tradicional» que planteó la guerra.
Pero no todo era mera adaptación a la tradición, sino también plantarse de cara y combatirla, y en ese sentido, uno de los frentes a los que Rosa Luxemburgo va a apuntar sus cañones críticos es al expresado por Edouard Bernstein. Esto se va a ver reflejado especialmente en su primera gran obra, «Reforma o revolución». Sintéticamente debemos decir que la línea desarrollada por Bernstein apuntaba a la posibilidad de avanzar hacia el socialismo mediante reformas graduales, -para Bernstein el objetivo final se había convertido en algo superfluo, siendo lo importante el mismo movimiento- negando la agudeza de las contradicciones inmanentes capitalistas y la consiguiente lucha de clases (02). En sus análisis, el socialismo deja de tener una base objetiva, es decir que tras el abandono de la lucha de clases se verifica una renuncia a la dialéctica sujeto-objeto. Por lo tanto, como plantea Löwy (03) el fundamento del socialismo para Bernstein no podrá ser sino ético, ahistórico y por encima de las clases sociales. Tras este planteo se verifica un abandono de la dialéctica materialista y un «retorno» a los planteos idealistas kantianos, algo que ya había sido criticado por Lenin en «Materialismo y Empiriocriticismo» (04)
Por otro lado, Rosa va a desarrollar una disputa con Karl Kautsky, uno de las principales figuras teóricas y políticas de la Internacional. Aun dentro del espectro de la dialéctica materialista y del marxismo, en Kautsky «la iniciativa revolucionaria tiende a desaparecer a favor de «las leyes de bronce que determinan la transformación necesaria de la sociedad», fatalismo que «es el producto de la fusión…entre la metafísica iluminista del progreso, el evolucionismo socialdarwinista y un determinismo seudo «marxista ortodoxo» (05). Este progresivo apego a los condicionamientos de la «leyes necesarias de la historia» va a resultar en una adhesión férrea al parlamentarismo, reflejada en la tendencia socialdemócrata de ir ocupando espacios en el Estado burgués, dejando de lado toda pretensión revolucionaria. Esto también va a tener su expresión en la perspectiva de mantención de las instituciones del estado burgués puestas «al servicio del proletariado», negando su necesaria destrucción, como se manifiesta en la crítica de Lenin en el Estado y la Revolución. (06)
A pesar de sostener siempre en las polémicas mencionadas una estrategia revolucionaria de ruptura con el orden burgués, Rosa Luxemburgo no va a estar exenta de la influencia del determinismo histórico predominante en la II Internacional. Este se va a expresar fuertemente en sus primeros escritos, e irá siendo matizado en su teoría por la intervención activa de las masas revolucionarias de manera inversa a la medida en que la experiencia práctica de la socialdemocracia iba determinando a la acción revolucionaria consciente del proletariado un rol cada vez más secundario. En este sentido, Löwy (07) va a plantear que esta evolución teórica -que verifica también en Lenin y Trotsky-, va alcanzar un punto destacado después de la «debacle» socialdemócrata en relación a su actitud sobre la Iº Guerra Mundial. De la actitud de los socialdemócratas -especialmente de Kautsky- cuando votaron los créditos de guerra el 4 de Agosto de 1914, Rosa va a extraer la conclusión que era expresión del total «abandono del materialismo histórico». Porque si bien antes de la guerra sostenían -con excepciones como la expresada por Bernstein-, aunque sea de palabra la vigencia de la lucha de clases, una vez desatado el conflicto se verifica el desbarranque hacia una posición social-imperialista de apoyo a las burguesías nacionales. El abandono del materialismo histórico se problematizaba para Rosa en el análisis de la situación concreta de las condiciones materiales, las cuales no habían variado después del inicio de la guerra. Por lo tanto, en la teórica determinación de la conciencia proletaria por las condiciones materiales, aquella no debía variar en un sentido limitante de la lucha de clases, sino todo lo contrario en relación con la situación «política» abierta (Luxemburgo, 181: 2014). La crítica de las posiciones social-imperialista, que en apariencia se reducía a un mero economicismo, no debe hacernos desviar la atención de lo que expresa esencialmente en cuanto al inmovilismo: el lugar destacado de la lucha de clases como factor determinante de la revolución. En el fondo de la cuestión en torno a la lucha de clases, reside la actitud consciente activa y «autocritica» del proletariado, tema expresado para Rosa Luxemburgo al definir que el problema principal de la debacle socialdemócrata residió en que «…careció completamente del segundo [junto a la teoría marxista] elemento fundamental del movimiento obrero: la voluntad enérgica, no solo de comprender la historia, sino de cambiarla (ibid, 186)
Esta orientación hacia una posición no determinista se va a expresar también en su concepto de «socialismo o barbarie», planteado en «El folleto de Junius» (08). El elemento clave aquí es la alternativa, lo cual perfila el hecho de que ya no hay un desarrollo histórico determinado y lineal con fin en el socialismo de manera ineluctable.
Si bien se mantiene una tendencia al determinismo, el elemento principal para Rosa Luxemburgo en el proceso revolucionario, las masas, van a marcar el eje sobre el cual entender el proceso como abierto y sujeto a disputa. En el mencionado folleto se plantea que: «La historia avanza por medio de contradicciones, y por cada necesidad que trae al mundo, trae también su opuesto. La sociedad capitalista es, sin duda, una necesidad histórica, pero también lo es la rebelión de la clase obrera en su contra. El capital es una necesidad histórica, pero en la misma medida lo es su sepulturero, el proletariado socialista. El dominio mundial del imperialismo es una necesidad histórica; que la internacional proletaria lo derribe también lo es. Las dos necesidades históricas coexisten en constante conflicto. Nuestra necesidad es el socialismo.» (Luxemburgo, 197: [a]). En la revolucionaria polaca la necesidad histórica ya no es un «proceso ciego», sino que el proletariado es parte necesaria en la construcción y desarrollo del proceso histórico. El dominio histórico del capitalismo en su fase imperialista se presenta como una necesidad en conflicto, sin una resolución necesaria, con la tarea revolucionaria de derribarlo. Para Rosa Luxemburgo el proceso revolucionaria es un proceso de largo aliento, que no se define en un único instante decisivo en que será implantado el socialismo, sino que es desarrollado jalonado por múltiples derrotas. Estas derrotas no son el mero fruto de «condiciones históricas inmaduras», sino que cumplen un rol clave las cuestiones subjetivas como ser «la tibieza, la indecisión, la debilidad interna», causas que son atribuidas por ella al fracaso del levantamiento espartaquista(Luxemburgo, 260: [b]). Si bien la victoria se presenta al final como ineluctable (ibíd.), esta debe ser entendida en función de un necesario aprendizaje de las masas revolucionarias de las sucesivas derrotas que la conducirán hacia aquel destino, aprendizaje que incluye tanto el análisis de cuestiones objetivas como de la propia participación activa de los sujetos en esos procesos. Si hay balance sobre las condiciones inmateriales en las que se da la participación de los sujetos revolucionarios, no hay fin determinado, sino una continua lucha en donde las masas a través de su praxis revolucionaria van haciendo y aprendiendo de su propia experiencia. Para Rosa, como lo demostró activamente, no hay otra alternativa, «El socialismo no puede ni será creado por decreto; no lo puede crear gobierno alguno por socialista que sea. El socialismo lo deben crear las masas, lo debe realizar el proletariado. Allí donde estén forjadas las cadenas del capitalismo, deben ser rotas. Eso es lo único a lo que se puede llamar socialismo, y es la única manera en que este puede implantarse.» (Luxemburgo, 99-100: 2009)
Referencias:
(01)Ver Bensaid, Daniel, -, «¿Una revolución prematura?», http://www.
(02)Esto servía de sustento teórico a la línea reformista que encabezaba la burocracia aferrada a los cargos políticos burgueses, especialmente los del sur de Alemania -Württemberg, Bavaria y Badem- y a la burocracia del movimiento sindical.
(03) En Löwy, Michael, «Las significación metodológica de Socialismo o Barbarie»
(04)Ver también la crítica de Lenin al revisionismo neo-kantiano en el articulo Marxismo y Revisionismo de1890. Allí entre los neo-kantianos de la socialdemocracia alemana, Lenin nombra a Bernstein y Schmidt, e incluye entre sus filas en Rusia a los «eseristas» y a los mencheviques.
(05)Ibíd. (03)
(06) Allí plantea que: «Kautsky quedará en la grata compañía de los Legien y los David, los Plejanov, los Petrésov, los Tsereteli y los Chernov, que están completamente de acuerdo en luchar por «un desplazamiento en la relación de fuerzas dentro del estado» y por «ganar la mayoría en el parlamento y hacer del parlamento el dueño del gobierno», nobilísimo fin en el que todo es aceptable para los oportunistas y todo permanece en el marco de la republica parlamentaria burguesa»(Lenin,148: 1975 [b])
(07)En Löwy, Michael, «La significación metodológica de Socialismo o Barbarie»
(08)De acuerdo a Löwy (en Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo) que en este punto específico se refiere a Mandel, el dilema de 1915 «Socialismo o Barbarie» cobra actualidad en el siglo XXI, pero con la corrección de «Socialismo o Muerte», derivado del riesgo de catástrofe ecológica como consecuencia de la expansión capitalista mundial
Bibliografia:
Bensaid, Daniel, -, «¿Una revolución prematura?», http://www.
Engels, Federico, -, «Introducción a la edición de 1895». En: Marx, Karl, Las luchas de clases en Francia, de 1848 a1850, Siglo Veintidós: 2000
Kosik, Karel, Dialéctica de lo concreto, https://marxismocritico.files.
Lenin, Vladimir, Materialismo y Empiriocriticismo, Ediciones en lenguas extranjeras: 1975[a]
-, El Estado y la revolución, Anteo: 1975[b]
Löwy, Michael, La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramientas-El Colectivo: 2010
-, «Las significación metodológica de Socialismo o Barbarie», http://www.socialismo-o-
-, «Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo», http://www.
Luxemburgo, Rosa, «Discurso ante el congreso de fundación del PCA». En: Rosa Luxemburgo, ¿Qué quiere la liga Espartaco?, La Minga: 2009
-, «La reconstrucción de la Internacional». En: Marxistas en la Primera Guerra mundial, IPS-CEIP: 2014
-, El folleto de Junius, La crisis de la socialdemocracia alemana, pag.197. En: Rosa Luxemburgo, Obras escogidas, Antídoto [a]
-, El orden reina en Berlín, pág. 260. En: Rosa Luxemburgo, Obras escogidas, Antídoto [b]
Trotsky, León-, «Las tendencias filosóficas del burocratismo». En: Escritos Filosóficos, CEIP
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