Hay periodistas que hacen una crítica literaria tras leerse el prólogo y la contraportada del libro. Otros, como Rosa Montero, ya les parece criticable una autora y su obra con sólo leer una entrevista. Es lo que pudimos observar en su columna de El País del 21 de septiembre. En ella Montero critica a Belén […]
Hay periodistas que hacen una crítica literaria tras leerse el prólogo y la contraportada del libro. Otros, como Rosa Montero, ya les parece criticable una autora y su obra con sólo leer una entrevista. Es lo que pudimos observar en su columna de El País del 21 de septiembre. En ella Montero critica a Belén Gopegui y su última novela, que evita citar para no promocionar. Yo sí lo haré: «El lado frío de la almohada».
La columna gira en torno a la disquisición de si defender a Cuba, como, al parecer, hace Belen Gopegui, es políticamente incorrecto o no. El primer comentario de Rosa Montero es acusar a Gopegui de escribir cegada por sus ideas y sus inevitables prejuicios. Dice la musa de contraportada de El País que «el sentido de la literatura consiste precisamente en intentar descubrir el sentido de las cosas. Es un viaje de conocimiento…». Dudo mucho de que se pueda empezar a escribir guardando previamente las ideas, los principios o los valores. Y en cuanto a los prejuicios, quien parece que los tiene es Rosa Montero criticando a una autora y su obra porque defiende a Cuba, antes de leer la novela.
A continuación viene su ensayo político. Dice Rosa Montero que «la cultura de este país y de Occidente ha estado en manos de la izquierda desde hace décadas. Y ese poder de izquierdas siempre apoyó a Cuba». Con esta afirmación pretende demostrar que, respecto a Cuba, lo políticamente correcto ha sido la defensa de Fidel Castro y lo incorrecto su crítica. Y pone como ejemplo de «políticamente incorrecto» a Vargas Llosa. Y yo, por más que lo intento. no logro recordar una expresión de apoyo a Cuba de ningún ministro español ni de ningún director de periódico. Cuba es el único país con el que la Unión Europea no tiene acuerdo de cooperación, los opositores cubanos son los únicos que tienen mayor presencia que los gobernantes de ese país en instituciones públicas como la Casa de América. Y de ningún otro país oímos hablar a nuestros gobernantes relacionándolo con la palabra transición más que con Cuba. Ningún otro gobernante va ligado su nombre a la expresión peyorativa de «régimen» como Fidel Castro.
Dice que las críticas a los fusilamientos en Cuba en el años 2003 «han sido y son débiles». Compárelas con las provocadas por el asesinato, estos sin juicio, de 108 sindicalistas colombianos entre el primero de mayo del 2003 y el 30 de abril del 2004. Vea si no, el espacio que ocuparon esos fusilamientos cubanos en la prensa en aquellas fechas. Hasta hoy, un año y medio después, son recordados. ¿Hace referencia algún medio a algún sentenciado a muerte de otro país que no sea Cuba hace año y medio? Porque quiero recordar que ese año fueron ejecutadas 5.599 personas en todo el mundo.
Termina Rosa Montero indignada con que el crítico de El País Rafael Conte haya alabado el libro de Belen Gopegui: «los mandarines culturales siguen creyendo, contra toda evidencia, en el Edén de la revolución cubana».
Yo creo que lo que molesta a Rosa Montero no es ni el libro de Gopegui, ni los fusilados de Cuba, lo que le indigna es que, por una vez, El País haya hablado bien de alguien que defiende la revolución cubana. Y eso, en una democracia plural con libertad de expresión es imperdonable.
«Todas las novelas manifiestan una preocupación ideológica»
Javier Rodríguez Marcos
20-09-2004