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Palabras en la presentación del libro de Orlando Borrego en la FIL de La Habana

Rumbo al socialismo: problemas del sistema económico y la dirección empresarial

Fuentes: Rebelión

Compañeras y compañeros: Rumbo al socialismo. Problemas del sistema económico y la dirección empresarial, de Orlando Borrego, es un libro excepcionalmente oportuno y audaz. Desde su propio título ya nos fija el derrotero. Para cualquier marino, a pesar de todas las tormentas, lo esencial es no perder el rumbo. Puede estar más o menos lejos […]

Compañeras y compañeros:

Rumbo al socialismo. Problemas del sistema económico y la dirección empresarial, de Orlando Borrego, es un libro excepcionalmente oportuno y audaz. Desde su propio título ya nos fija el derrotero. Para cualquier marino, a pesar de todas las tormentas, lo esencial es no perder el rumbo. Puede estar más o menos lejos de la meta pero fijarlo claramente sirve para avanzar como el horizonte.

Es oportuno este libro porque llega cuando lo que algunos falsos agoreros consideran muerto, renace entre los escombros de viejos muros y los retoños de nuevas esperanzas. La dicotomía capitalismo socialismo no es un debate retórico, academicista o banal. Llega del brazo de las experiencias revolucionarias que una vez más se hacen las mismas preguntas e intentan las mismas respuestas.

Y es audaz porque su aporte, como en anteriores libros del autor y como su vida misma, es un permanente cuestionamiento a los dogmas, porque propone, pregunta sin cortapisas y deja abiertas interrogantes para el debate.

Si un preceptor tiene este libro es el Che. Su inmortal legado de pensador rigurosamente científico y de líder práctico y original, nos asalta en cada página. Contar con la fortuna de que el autor compartiera junto a él jornadas memorables, que ha tenido el mérito de haber interpretado fielmente su ejemplo, y que se haya impuesto la obligación de sistematizar esa experiencia, merecerá siempre el agradecimiento de las nuevas generaciones de cubanos y latinoamericanos.

El Che y Fidel, nos recuerda Borrego, habían sido los dos alumnos más difíciles a que se enfrentó en su vida el reconocido profesor español que había alcanzado el doctorado en la enseñanza de El Capital de Carlos Marx en la URSS y que impartiría el primer programa de estudios sobre Economía Política que se cursara en el Consejo de Ministros al triunfo de la Revolución.

Ambos, Fidel y el Che, siguen siendo hoy los más difíciles maestros de nuestras vidas, porque sus continuadores no hemos sido aun lo suficientemente capaces para aprobar su examen permanente. Por cierto, para esa prueba del tiempo no hay manual que valga.

De hecho, este libro está muy lejos de ser un manual y mucho menos aquel de Economía Política, publicado por la academia de Ciencias de la URSS sobre el cual el Che nos legara sus contundentes y geniales apuntes críticos.

Cuando Borrego nos habla aquí de planificación, de organización, de dirección, de coordinación y control, como funciones de la administración, según Henry Fayol, el fundador de esta escuela de pensamiento, vuelve una y otra vez dialécticamente desde la teoría a la práctica, desde los clásicos del marxismo hasta Fidel y el Che, desde Europa a Cuba, desde las experiencias de otros a su propia experiencia en la dirección de empresas durante varias décadas.

Como el mismo autor adelanta en sus palabras introductorias este texto no trata el tema de los sistemas económicos y la dirección empresarial en el marco estrictamente limitado de las fronteras técnicas o metodológicas, pues la ausencia de un tratamiento integral de carácter político, espiritual, cultural, sociológico y tecnológico de cada realidad conduce a graves errores.

Solo como botón de muestra vayan aquí algunas de las ideas abordadas en el texto:

o La sustitución de la propiedad de los medios de producción no es un capricho producto de la mente calenturienta de ningún ultra izquierdista, ni una idea caduca de viejos teóricos del pasado. Es una condición histórica indispensable para la superación del capitalismo, y el primer paso para el comienzo de un proceso de cambio hacia una sociedad justa, póngasele el nombre que se le ponga.

o Del camino que se elija para definir el modelo de dirección económica a utilizar, va a depender en gran medida el éxito de la revolución y en ese campo todavía, no obstante las experiencias vividas, hay mucho que analizar y aprender.

o Todo modelo económico que propugne el egoísmo personal y no preserve los intereses sociales sobre los particulares no lleva a buen destino.

o En las actuales circunstancias mundiales, las economías nacionales deben contar con una base productiva con capacidad para competir en el mercado internacional. Solo, sobre esa base podrán sobrevivir las más importantes empresas nacionales, la pequeña y mediana empresa y la producción cooperativa con sólida organización productiva.

o Sin integración y sin desarrollo de un esquema transnacional de tipo empresarial, consecuente con el tipo de integración enunciado en la Alternativa Bolivariana para las Américas, no se puede pensar en la viabilidad del cambio que requieren los países integrantes del ALBA.

o La guerra contra el imperialismo se define en primer lugar en el terreno de la conciencia y no precisamente en el escenario de las operaciones militares.

o El socialismo debe ser algo más que un sistema redistributivo de la riqueza y la palanca fundamental y movilizadora de los sujetos que lo conforman, debe ser en primer lugar de tipo moral, empezando por la práctica con el ejemplo, por parte de todos los dirigentes revolucionarios.

o  Chávez ha preferido utilizar la pedagogía del ejemplo (…) La expresión brutal del capitalismo moderno, bien explicada por un líder carismático y honesto actúa con más efectividad sobre la conciencia, la cultura y la subjetividad popular que mil conferencias académicas impartidas por encumbrados profesores itinerantes.

o La historia enseña que cuando un proceso revolucionario pierde el poder por errores de conducción o por comprobadas debilidades ideológicas, se regresa al sistema anterior en forma de la represión más brutal con el único objetivo de restituir el poderío de la clase dominante a una escala de opresión superior.

Por todo eso y mucho más, este es un libro hecho para Cuba, para Venezuela, para América Latina y para el mundo. Para ahora y para mañana. Para los jóvenes y los menos jóvenes. Contiene muchas verdades que parecieran de Perogrullo, pero que vale la pena reiterar ante la enorme confusión que sigue acompañando la ciclópea tarea de conquistar toda la justicia y cambiar definitivamente la historia de la humanidad.

Analizar, sintetizar, buscar la pepita de oro del conocimiento, al decir de Noam Chomsky; leer en las tinieblas, según Bolívar, es de por sí una misión que merece el mejor reconocimiento.

Extraordinariamente interesantes resultan en este libro las referencias a los esfuerzos de la Revolución Bolivariana, que el autor ha tenido la oportunidad de constatar y estudiar, al intercambiar con algunos de los principales líderes, al punto de que en la reciente presentación del libro en Caracas, se dijo que parecía estar escrito por un venezolano.

Borrego, con respeto, pero con sinceridad de hermano, analiza las primeras experiencias económicas de la Revolución Bolivariana y expresa sus criterios. Una contribución al prometedor debate sobre el Socialismo del siglo XXI convocado hace solo dos años por el Presidente Chávez.

Las enormes transformaciones económicas, políticas y sociales que impulsa el líder bolivariano, confirman la necesidad de este libro. La Revolución ha prendido sus motores y ha puesto rumbo al socialismo. La educación, el poder popular, la refundación del Estado, la forja de un Partido Unido, las reformas constitucionales que reflejen los nuevos valores socialistas, una economía que sustente la nueva realidad y las metas de la nación constituyen el actual escenario. Cómo transformar la sociedad frente al permanente acoso del imperialismo, y la contrarrevolución, frente al capitalismo interno y externo, frente al burocratismo y la corrupción, frente a las manipulaciones mediáticas sin precedentes, demuestra el gigantesco reto que tienen por delante los revolucionarios de la Patria de Bolívar.

Socialismo del Siglo XXI no significa por supuesto desdeñar los fundamentos del socialismo científico, sin lo cual no se llegaría a ninguna parte, como tampoco desconocer las experiencias anteriores, fallidas o no, o ignorar las características propias y el momento histórico concreto en que tienen lugar las nuevas revoluciones que se gestan en Nuestra América. No hay recetas ni dogmas. Sí mucho de creación heroica y originalidad.

Cuan compleja será la dimensión histórica del empeño bolivariano si en nuestra patria, curtidos en el enfrentamiento al imperio más poderoso de la historia durante casi medio siglo de bloqueo genocida, aún tenemos interrogantes que responder sobre la construcción de la nueva sociedad. El trascendental llamado de Fidel hace poco más de un año en la Universidad de la Habana así lo confirma.

Pero Borrego nos recuerda que ya el Comandante en Jefe en su primer discurso después del triunfo revolucionario había manifestado que los peores enemigos de la revolución podíamos ser los mismos revolucionarios.

Si como nos alerta una y otra vez en su libro el autor, el socialismo es imposible sin el desarrollo de la conciencia, cada vez que hemos sufrido resquebrajamiento en los valores, en la ética, en la moral de algunos sectores de nuestra sociedad, se abren flancos vulnerables para el socialismo y la revolución.

El incuestionable mérito histórico que representa la resistencia heroica de nuestro pueblo, el milagro de haber sostenido los fundamentos de la nación, la independencia y la soberanía en estos años de periodo especial y haber comenzado a revertir los retrocesos coyunturales con la actual batalla de ideas, no nos pueden hacer descansar ni un minuto.

Junto al afianzamiento de los valores más genuinos que enarbolan la inmensa mayoría de nuestros obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, médicos internacionalistas, trabajadores sociales, maestros emergentes, instructores de arte y tantos otros compatriotas de todas las generaciones y sectores, conviven bolsones de capitalismo y antivalores, corrupción, indisciplinas sociales, burocratismo, desidia, doble moral, ineficiencia. En momentos en que más cultura hemos sembrado, más seudo cultura se nos ha colado de contrabando. En momentos que más justicia social reivindica la Revolución, en que más socialismo invocamos, más injustamente pretenden algunos erigirse por encima del resto de la sociedad.

Una revolución que no propicie la discusión en su seno esta condenada al fracaso, nos alerta previsoramente Borrego en su libro, al estilo guevariano y fidelista. Por eso, es bienvenida su contribución, para recordarnos que el socialismo no es una estación que nos espera alegremente al final del itinerario de la Revolución.

Montados en este tren, con nuevos tripulantes y pasajeros, con los andenes llenos de pueblos esperanzados, retomamos la velocidad de crucero. Las revoluciones y el socialismo, por cierto, no tienen seguros de vida. El único antídoto contra su autonegación somos nosotros, todos y cada uno de los revolucionarios.

Gracias, Orlando Borrego, por mantenerte con Fidel, con el Che, con Chávez, firme al timón rumbo al socialismo.