Frente al avance de las tropas españolas sobre Quito, Rumiñahui exhortó a la unidad y la resistencia de los pueblos indígenas de la sierra central del actual Ecuador liderando la lucha contra el invasor.
Se lee en la Crónica de Juan de Betanzos (1551): “…luego de que Atahualpa murió llegaba el Rumiñagui, hizo su acatamiento al bulto de Atahualpa y hízole cierto sacrificio…el Rumiñagui tomó el cuerpo de Atahualpa y llevósele al Quito”.
Se refiere a Rumiñahui, el general quiteño a cargo de la retaguardia del ejército inca durante la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa. Nació en Píllaro hacia 1482 y se llamó, de origen, Pillahuaso. Hay quienes cuestionan estos datos, pero de acuerdo a la tradición lingüística de la época, los topónimos y los nombres de las personas del lugar eran los mismos. Pilla, sin duda, es la raíz morfológica común a los dos términos.
Le fue concedido el título de Inca de privilegio por su lealtad a los soberanos del Tahuantinsuyo, comenzando con Huayna Cápac, quien decidió que el territorio que corresponde al actual Ecuador debía alcanzar un rol independiente formado por dos provincias o suyus que se añadirían a los cuatro tradicionales del Tahuantinsuyo, de acuerdo al cronista Martín de Murúa. Se le dio el nombre de Rumiñahui por su mirada aguda y perspicaz.
También hay quienes, de buena o mala fe, han inculpado a Rumiñahui de no haber sido capaz de defender a Atahualpa en Cajamarca, sin embargo, la verdad es que entre los indígenas cundió el desconcierto ante el despliegue de la caballería y las armas de fuego desconocidos, a más del estupor que les embargó el inimaginable atrevimiento de poner las manos sobre una divinidad, que por tal era tenido el Inca.
Frente al inminente avance de Benalcázar sobre Quito, Rumiñahui exhortó a la unidad y la resistencia de los pueblos indígenas de la sierra central del actual Ecuador para rechazar a los extranjeros. Recibió el apoyo de puruháes, panzaleos, guarangas y kitus, entre otros, que en la batalla de Tiocajas (3-mayo-1534) demostraron tanto heroísmo y conocimiento táctico que estuvieron a punto de alcanzar la victoria, pero una erupción del Cotopaxi fue tomada como señal de mal augurio: no vencerían y su general fenecería. Así fue, pero quedó marcado para la Historia el hito fundacional del pueblo quichua y del Ecuador independiente.
Rumiñahui emprendió la retirada insistiendo en el imperativo de rebelarse contra el invasor. Ya en Quito, para protegerlos, envió a las esposas e hijos de Atahualpa a la región de los Yumbos y ordenó prender fuego a ciudad. En un acta del Cabildo colonial quiteño (25-junio-1535) se afirma que Rumiñahui fue “exterminado”, pero los conquistadores no pudieron borrar la figura del héroe de mirada aguda y perspicaz.