A los acontecimientos de esta época, a partir, no de la invasión de Ucrania por Rusia sino de la guerra en 2014 y 2015, entre las Milicias de las Repúblicas Populares de Donestk y Lugansk, ruso-parlantes, y Ucrania, precedieron bombardeos anteriores de ésta sobre esas repúblicas. Tras un alto el fuego en 2022 Rusia invade Ucrania. Pues bien, lo ocurrido antes de la invasión es silenciado descaradamente por la prensa de las naciones restantes europeas. Es decir, el periodismo silenció la información de los hechos anteriores a la invasión rusa cuando estaban sucediendo. Desde el primer momento ⸻así se ha comprobado luego, hasta hoy⸻, el posicionamiento de Europa y de la OTAN en esta guerra (prácticamente una guerra civil, como así podría considerarse un enfrentamiento bélico entre castellanos y catalanes), ha sido a favor de Ucrania. No voy a entrar en razonamientos partidistas. Las guerras, todas las guerras, desde que el mundo es mundo, se desencadenan por intereses materiales. Incluso las antiguas de religión o las de dinastías monárquicas están trufadas por intereses de toda clase. Pero siempre hay un pretexto para ocultar las verdaderas razones. Sin embargo, en esta contienda, la invasión de Rusia no ha sido para apoderarse de un botín. Ha sido claramente por un motivo romántico, como lo fue la guerra de Troya invadida por los aqueos para rescatar a la Helena de Esparta raptada por los troyanos. Rusia no podía permitir por más tiempo los bombardeos y ataques a ambas Repúblicas independientes ruso-parlantes por una Ucrania, además en manos de un payaso. En cualquier caso, cuando digo que la información de aquellos ataques precedentes de Ucrania sobre Donestk y Lugansk se silenció, es inevitable recordar al periodista y escritor polaco Kapuscinsky: “Cuando se descubrió que la información es un negocio, dejó de tener interés la verdad”; “lo que antes era una mera fuente de información, se ha convertido hoy en un instrumento de formación de la opinión pública”. El periodismo de los países del Mercado es así. El periodismo de los totalitarismos y dictaduras tampoco dice la verdad, pero al menos no alardea de veracidad. La silencian, lo que hizo en los países europeos en este caso. Y no la deforman hasta los extremos ridículos a que llega el periodismo del Oeste planetario. Y si la deforman, al menos trata de no tomar por descerebrada a la población, que es lo que hace en Europa cuando el asunto objeto de información es de mucho calado, como lo fueron los ataques y bombardeos ucranianos a esas Repúblicas…
Pero lo que quiero resaltar ahora aquí, no es tanto todo esto que acabo de decir, fundamental, eso sí, como poner de relieve la actitud de Trump ante este asunto. El anterior presidente estadounidense, siguiendo el guión trazado por múltiples intereses y la cobertura del Pentágono, no dijo más que disparates a este propósito, secundados por Borrell, por la OTAN, por el G7 y el G20. Las Agencias de prensa estadounidenses al frente y las europeas subordinadas, callaron todo lo relacionado con los hechos de 2014 y 2015…
Trump está intentando poner las cosas a la altura de lo razonable, algo que hace mucho no percibo en ninguna declaración oficial u oficiosa, no sólo en esta materia sino en otras muchas, por parte de los dirigentes europeos. Parece que el aturdimiento y la confusión se han apoderado de los personajes del poder occidental de unos años a esta parte, y las diferencias de criterio se deben a un enfrentamiento en la sombra, entre la locura y la sensatez.
A pesar de que a Trump a veces parece que le patinan las neuronas, en este caso estoy con él. Trata de poner fin a la guerra e indirectamente se ha puesto al lado de Putin. Para mí es importante este asunto. Mi formación intelectual y artística tiene mucho de eslava y de rusa. Estudié el idioma, leí a sus grandes literatos y escuché prácticamente toda la música rusa de los siglos XIX y XX. Y, desde luego, ese empeño en excluir a Rusia de la cultura europea y occidental, y lo que significa esta nación para el pensamiento y la sensibilidad europeos es algo que me parece sólo propio de trastornados y necios.
De momento, aunque es un asunto menor, una expresiva manera de exhibir el infantilismo enrevesado de los dirigentes del tinglado político europeo y americano hasta que llegó Trump, es dejar en blanco el espacio correspondiente a la bandera y la procedencia nacional de los jugadores rusos y bielorrusos de tenis, en las retransmisiones de la ATP.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.