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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)

Santos quiere ser «el mejor de la clase»

Fuentes: Rebelión

Mario Hernandez (MH): Como es habitual cada dos semanas nos comunicamos con Guillermo Almeyra. Hoy tenemos una propuesta ambiciosa porque son varios los hechos destacados que han ocurrido en el mundo. Me gustaría arrancar con la movilización que ya lleva cinco días en Turquía motivada por un problema aparentemente menor, de esos que pasan todos […]

Mario Hernandez (MH): Como es habitual cada dos semanas nos comunicamos con Guillermo Almeyra. Hoy tenemos una propuesta ambiciosa porque son varios los hechos destacados que han ocurrido en el mundo. Me gustaría arrancar con la movilización que ya lleva cinco días en Turquía motivada por un problema aparentemente menor, de esos que pasan todos los días en nuestra ciudad, que ha generado una movilización popular masiva en varias ciudades turcas que exigen la renuncia del primer ministro Erdogan. Hoy se agrega un elemento nuevo porque el Secretario General del Sindicato de Trabajadores Públicos, una de las cuatro principales organizaciones obreras de Turquía, ha convocado a una huelga general de 48 horas. ¿Cuál es tu opinión?

Guillermo Almeyra (GA): Hay varias Turquías. Está la tradicional, laica, la que construyó Kemal Ataturk después de la I Guerra Mundial que se basa en la idea de la supresión del Estado ligado a la religión musulmana. Recordemos que el Sultán paralelamente era el Califa. Esa Turquía está en minoría frente al nuevo gobierno de Erdogan que tiene intenciones de ir imponiendo poco a poco la ley musulmana y la fusión entre el Estado y la religión. Este proyecto es rechazado por una Turquía que quiere entrar en Europa, que es burguesa, laica y una pequeño-burguesía que también lo es y quiere derechos democráticos. También por la gran cantidad de habitantes que no son musulmanes creyentes.

A esto se agrega que está aplastada la minoría kurda. Son 14 millones y están en una insurrección casi permanente contra el gobierno.

También para los obreros y la izquierda este es un gobierno muy represivo. La izquierda siempre ha sido muy reprimida en Turquía incluso con el pretexto de la guerra contra los kurdos.

Ahora, por un motivo ecológico, la defensa del único parque importante que tiene la ciudad, estalla todo y le cobran simultáneamente todas las facturas a Erdogan, que por otra parte, está muy ligado a Israel y EE. UU.

 

Suecia pagó el triunfo de un gobierno de derecha

MH: También en Estocolmo y otras ciudades suecas se vivieron situaciones parecidas a la turca.

GA: Pero por otras razones. Allí evidentemente cometieron el error racista, clásico de todos los países capitalistas, de concentrar y segregar a los inmigrantes y sus hijos, haciendo verdaderos guetos que no son tan espantosos como los ingleses o franceses, digamos «a la sueca», pero guetos al fin, es decir, barrios exclusivos de inmigrantes donde casi no hay suecos o los pocos que hay son hippies o de izquierda. Un caldo de cultivo propicio para la protesta contra la discriminación. Bastó una chispita, que la policía matara a un pobre diablo inmigrante…

MH: Aquí diríamos un caso de gatillo fácil.

GA: Exactamente, a un sueco no lo hubieran matado en esas condiciones, y estalló el odio contra la discriminación, el problema social, no por la desocupación porque tienen trabajo o asistencia social, sino por ser considerados ciudadanos de segunda y abandonarlos en una sociedad que es rica y tiene aparentemente todo asegurado.

Suecia pagó el hecho que la crisis llevó al triunfo de un gobierno de derecha. Los socialdemócratas no lo habrían hecho, eran más hábiles para negociar.

Una reacción brutal provocó un estallido social que va a ser difícil calmar porque ya se estableció un precedente.

 

La burguesía colombiana está profundamente dividida

MH: Quiero traerte al ámbito latinoamericano. Me da la impresión que Santos nos está presentando un combo que merece un profundo análisis. Recibió a Capriles, dio un gran espaldarazo a la Alianza Pacífico y plantea el ingreso a la OTAN.

GA: No hay que olvidarse que Colombia está en vísperas de elecciones. Santos pretende la reelección y la burguesía colombiana está profundamente dividida tanto con respecto al Proceso de paz como a Venezuela.

Por un lado, necesita mucho de una buena relación con Venezuela que es su principal cliente, tanto para las importaciones como para exportar, pero el sector de Uribe, del narcotráfico, de los terratenientes, de los paramilitares lo presionan a Santos diciendo que concilia con el gobierno venezolano y las FARC.

En un período electoral donde la elección se va a decidir por pocos votos, Santos gira a la derecha, además es derechista, independientemente que ahora, por razones tácticas, gire a la derecha siempre lo fue, no olvidemos que era el hombre de la represión en la época de Uribe.

MH: Fue su Ministro de Defensa.

GA: Nada menos. Además, Colombia forma parte fundamental de los planes norteamericanos para la región, por el Plan Colombia, la Alianza del Pacífico con los otros países que tienen gobiernos reaccionarios como Chile, en parte Perú, sobre todo México.

El ingreso a la OTAN es más que nada un gesto porque no creo que pueda concretar nada, también es una garantía para que EE. UU. no apueste a la carta de Uribe y reconozca a Santos como el mejor de la clase.

Ahí se mezclan el papel de la burguesía colombiana en la región, profundamente reaccionario, el temor de esa burguesía y, sobre todo, de los terratenientes por algún contagio venezolano, problemas tácticos electorales y una gran disputa inter-burguesa.

MH: Quiero apelar a tu condición de destacado analista internacional porque se anunció un acuerdo luego de seis meses de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC en el primero de los seis puntos de la agenda de las conversaciones de paz que se desarrollan en La Habana acerca del problema agrario, pero nadie ha explicitado en qué consiste.

GA: Ese es el problema.

MH: Entonces estoy más o menos orientado porque nadie dice qué acordaron.

GA: Para el gobierno colombiano hablar de solución agraria es también una zanahoria electoral porque hay 2.500.000 de campesinos desplazados por Uribe y Santos cuando gobernaron juntos. La devolución de la tierra a esos campesinos no la van a hacer jamás. Es posible que les den asentamientos, ayudas, medidas cosméticas, no creo que sean radicales.

Las FARC están demasiado débiles como para poder imponer una revolución agraria, una reforma agraria profunda. Colombia ha tenido varias reformas agrarias, empezando por la que organizó Kennedy con la Alianza para el Progreso, que no resolvieron nada, al contrario, concentraron aún más la tierra, crearon una cantidad muy pequeña de campesinos privilegiados y nada más.

El problema de la tierra sigue siendo fundamental, sobre todo para los campesinos, incluso para los indígenas y una gran cantidad de gente que ya no es campesina y difícilmente pueda volver al campo porque han sido desplazados a las ciudades, millones de marginales que siguen pensando, teniendo relaciones y costumbres campesinas.

Es otra zanahoria electoral. Todo el mundo la agita pero nadie te la da de comer.

 

El principal problema que atraviesa Venezuela es económico

MH: Quiero dejar los últimos minutos para consultarte por el artículo que escribiste el pasado 26 de mayo. Lo he leído varias veces, inclusive le he pedido al periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero hacer un programa especial la semana que viene dedicado a profundizar el tema que planteás allí. Al cumplirse hoy tres meses del fallecimiento de Hugo Chávez, me parece pertinente que hablemos sobre los peligros que atraviesa el proceso venezolano.

GA: El principal es el económico. Después de las inversiones que hará el Estado con las divisas que le procura el petróleo para Petrocaribe, el ALBA, etc., le quedarán unos U$S 40.000 millones, pero el año pasado importó por U$S 60.000 millones, es decir, tiene un agujero de U$S 20.000 millones para satisfacer el mercado interno de alimentos y productos de consumo. Para reducirlo hay que acotar el desperdicio de petróleo en el mercado interno para que quede más para vender en el exterior. Hay que seleccionar si las divisas se utilizan para comprar whisky o instrumentos quirúrgicos. Ver si se compran coches de lujo o trigo y maíz para los habitantes. Hay que establecer una política clara y firme que todavía no está.

Los controles, los acuerdos con la gran burguesía no resuelven el problema y sigue la inflación porque ante la falta de productos éstos se encarecen y además el mercado negro los lleva más para arriba de lo que deberían estar. Las medidas como el racionamiento tampoco sirven aunque sean más democráticas que la inflación porque afectan a todos por igual, aunque no sirvan para nada como ha demostrado la historia de Cuba.

El tema principal es aumentar la producción y sobre todo la de alimentos. Eso va a llevar meses porque tienen que plantar, cosechar, elaborar, en el mejor de los casos llevará meses, así que el momento actual es muy difícil porque la carencia de divisas provoca mucho descontento. Eso se puede paliar de muchas formas, haciendo participar a la gente, explicando las cosas claramente y otra, evitando un combate burocrático contando con los mismos burócratas que causaron la crisis y están educados en los métodos comerciales del capitalismo. De allí el fracaso.

MH: Creo que cumplimos.

GA: A toda velocidad, a pincelazos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.