Los escritores Arturo Pérez Reverte y José Saramago, español y portugués, respectivamente, rechazaron hoy en el Fórum 2004 de Barcelona que sus obras sean un referente moral y cuestionaron el compromiso ético, social y político que se acostumbra a adjudicar a los literatos. Saramago y Pérez Reverte hicieron estas declaraciones al analizar la repercusión de […]
Los escritores Arturo Pérez Reverte y José Saramago, español y portugués, respectivamente, rechazaron hoy en el Fórum 2004 de Barcelona que sus obras sean un referente moral y cuestionaron el compromiso ético, social y político que se acostumbra a adjudicar a los literatos.
Saramago y Pérez Reverte hicieron estas declaraciones al analizar la repercusión de su obra en la sesión «El escritor como referente moral de la sociedad», dentro del encuentro «Diversidad e identidades de los lenguajes narrativos» que se celebra entre hoy y mañana en el Fórum Universal de las Culturas.
Pérez Reverte dijo que él no pretende ser «referente moral de nadie» y señaló que «cuando el lector pasa las páginas y proyecta en mi novela su mundo ya no es cosa mía».
En este sentido, reconoció que es «un leal mercenario» de sí mismo, lo que le permite «ser más fiel» a lo que piensa de lo que se puede ser «cuando los compromisos son ajenos o exteriores».
Pérez Reverte tampoco quiso considerarse como un «escritor comprometido», pues -dijo- muchas veces esos autores se ven obligados a dar demasiadas explicaciones de sus obras, algo que levanta «sospechas» sobre su capacidad literaria.
En cuanto al talento, afirmó que «hay perfectos hijos de puta que son extraordinarios escritores», porque «en literatura las únicas reglas son el sujeto, el verbo y el predicado, tener algo que contar y poseer talento y oficio para hacerlo».
El autor de «La Reina del Sur» criticó, además, a los escritores que aparecen constantemente en los medios de comunicación y opinan sobre todo.
«Sólo los muy estúpidos o arrogantes pretenden fijar normas éticas y morales a ese universo tan variopinto que es la literatura», enfatizó el escritor, quien dijo que a veces algunos autores se convierten en referentes morales sin buscarlo,»como es el caso de José Saramago».
Al respecto, el autor portugués aclaró que él no pretende ser «referente moral» de ninguna sociedad y apuntó que lo que único que ocurre es que se produce un «encuentro» entre la forma de pensar del lector y la del escritor.
«Si un escritor deliberadamente decide ser un referente moral, entonces lo que tenemos es un cura, un predicador», indicó Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998.
Acerca de la figura del escritor y de su labor literaria, Saramago quiso desmitificarla al afirmar que «es sólo de un pobre diablo que trabaja».
Poeta y autor de varias novelas, obras de teatro y ensayos, Saramago señaló que muchas veces la gente piensa que los escritores no trabajan, que las palabras les salen solas y son fruto de la inspiración.
«El único privilegio nuestro -admitió el autor portugués- es haber aprendido, por la experiencia, a expresar una parte ínfima de lo que llevamos dentro».
En este sentido, reivindicó que la escritura «es el resultado de una elaboración racional, en la que uno calibra y mide cada palabra» y advirtió de que el término «inspiración» es «peligrosísimo y lo complica todo».
El autor aprovechó, además, su intervención para denunciar los intereses políticos y económicos que se esconden detrás de muchos escritos, lo que hace que «en el mundo, las palabras se usen como instrumento de muerte».