Mujeres de Frente, agrupación que trabaja en las cárceles con prisioneras negras, indígenas y mestizas de los sectores populares, afirma que “el Estado muestra en la redes la violencia extrema que se da en las cárceles, como cuando difundieron imágenes de presos “jugando” al fútbol con una cabeza decapitada para generar rechazo y sobre todo racismo.
La ciudad está en penumbras cada noche, sin semáforos y con amplias zonas completamente a oscuras. Quito es casi un fantasma de la ciudad que fue antes de la serie interminable de apagones que se ciernen sobre la población durante diez horas cada día, con una regularidad que sólo un Estado rediseñado para el despojo puede perpetrar. Por la noche, en algunos paraderos de buses la gente se apiña para regresar a sus barrios desafiando la inseguridad. Además cortan el agua, con lo que la vida cotidiana se hace pesada para los de abajo que no tienen ni planta eléctrica ni tanques de agua.
En Ecuador rige el estado de excepción de forma casi ininterrumpida desde enero, porque el presidente Daniel Noboa declaró una “guerra interna”, supuestamente contra el crimen, pero que pagan los ecuatorianos con elevadas de tasas de violencia. El estado de excepción incluye a Quito, y Guayaquil, la segunda ciudad más importante. Por lo tanto, quedaron suspendidos la libertad de reunión y la inviolabilidad de los domicilios.
Pese a todo, el colectivo Desde el Margen (columnista de Desinformémonos) organizó la sexta Feria Internacional del Libro Insurgente,que debió realizarse en la biblioteca de Flacso, ya que los espacios públicos donde se convocó en otras ocasiones se encuentran seriamente restringidos para este tipo de actividades. En esta edición participaron 26 editoriales, desde importantes casas como Abya Yala hasta varios grupos que publican de forma artesanal y distribuyen mano a mano. El lema de la feria fue “Entre la militancia y el abismo”, en referencia al colapso/tormenta en curso.
Además pudieron verse artesanías y el colectivo de mujeres Hierbateras, que cultivan plantas medicinales y las venden en los mercados. Tuvieron un papel muy destacado en el paro nacional de octubre de 2019 en Tumbaco, periferia de Quito, donde participaron en los cierres de rutas y en los cuidados colectivos como las ollas populares y la asistencia a los cientos de heridos por la represión estatal1.
Hubo más de quince mesas de debate durante cuatro días, con amplia participación de jóvenes y de mujeres en debates sobre “despatriarcalización” y “alternativas frente al capitalismo”, además de la presentación de varios libros. Destacó la presencia de la nicaragüense Mónica Baltodano, del argentino Hernán Ouviña y del cubano-ecuatoriano José Ignacio López Vigil.
Los “círculos de la palabra” fueron comparticiones sobre “La Importancia de la formación política en los procesos organizativos”; “La otra historia” dedicada a la militancia revolucionaria de los años 70 y “La despatriarcalización como camino y horizonte de los procesos organizativos”, entre los más poblados por asistentes. Una mesa de mujeres sobre la violencia contó con la participación de Mujeres de Frente (colectivo feminista plebeyo y anti carcelario que también tiene su columna en Desinformémonos).
Las mujeres de ese colectivo insistieron en que Ecuador se convirtió en “un Estado paramilitar” cuyo epicentro se cuenta en las cárceles. El grupo aportó información y detalles de cómo desde 2015 el Estado a través de la policía, con el apoyo de grandes empresarios y la embajada de los Estados Unidos, armó a los presos y los fue “organizando” en grupos del crimen para facilitar el modo de acumulación por despojo al servicio de los poderes de arriba.
Mujeres de Frente nació y trabaja en las cárceles con prisioneras negras, indígenas y mestizas de los sectores populares, pueden afirmar que “el Estado muestra en la redes la violencia extrema que se da en las cárceles (recuerdan cuando difundieron imágenes de presos “jugando” al fútbol con una cabeza decapitada) para generar rechazo y sobre todo racismo. Por eso se empeñan en trabajar contra la racialización y sostienen que “debemos trabajar con esos jóvenes varones, también de modo despatriarcalizador”, para no limitarse a temas sectoriales.
El proceso de militarización no fue muy diferente en otros países, según la lectura de la periodista canadiense Dawn Paley y de la colombiana Estefanía Ciro, economista y socióloga, estudiosas del narcotráfico. Ambas se mostraron profundamente insatisfechas con los gobiernos de Andrés Manuel López Obrados y Gustavo Petro, por su complicidad con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y por la nula voluntad de ir a fondo contra el llamado crimen organizado.
También hubo mesas de trabajo en las que se pudo profundizar sobre el análisis del contexto actual, en la que sobresalieron referencias al texto del subcomandante insurgente Marcos sobre la “cuarta guerra mundial”, sobre las alternativas al capitalismo y el papel de la educación popular en los proceso organizativos. La cuestión kurda ocupó también los debates, con especial atención al genocidio del pueblo palestino en Oriente Medio.
Uno de los aspectos centrales de los debates giró en torno a cómo seguir construyendo y resistiendo al capitalismo en medio de la militarización y la violencia de arriba. Hubo consenso en que hoy el capitalismo es sinónimo de guerra, en que las cosas no harán sino empeorar para las y los de abajo y que no se puede ser anti colonial y anti patriarcal sin ser a la vez anticapitalista. No es poco en los tiempos que corren.
1“Hierbateras en las calles y en los cuidados”, en Desinformémonos 25 de julio de 2024. En https://desinformemonos.org/quito-rebelde-i-hierbateras-en-las-calles-y-en-los-cuidados/