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El 26 de Julio de 1953: De la historia que contamos a la que necesitamos (I)

Seis recuadros para aprender con Fidel

Fuentes: Rebelión

Nuestros estudiantes y docentes están de vacaciones en estos días, el aula se abre a los medios. Por más que busqué y escuché en vísperas y durante la efeméride del 26 de julio de 1953, no encontré la propuesta novedosa, la capacidad para atrapar, emocionar y hacer pensar. Recibimos el mismo material histórico informativo que ya se conoce, y que con uno u otro formato se repite año tras año.

La gesta del 26 de julio de 1953 es uno de los acontecimientos de la Revolución Cubana, que sin dudas está incorporado a la memoria histórica de la nación. Las razones y los hechos principales del 26 de julio, la impronta del Héroe Nacional José Martí Pérez como autor intelectual de los asaltos a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, las figuras protagónicas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Abel Santamaría Cuadrado, Juan Almeida Bosque, Ñico López, Raúl Castro Ruz… son identificadas por la mayoría de los ciudadanos, más por nuestros niños, niñas y jóvenes, y no solo el día del examen…

Se conoce la estrategia martiana y marxista pensada por el joven combatiente Fidel Castro Ruz para reiniciar en Cuba la lucha armada contra la dictadura batistiana, destruir el aparato del poder burgués oligárquico y pro imperialista, formar la vanguardia combativa, fundirse con el pueblo, crear un sólido movimiento popular revolucionario, y encaminar la historia hacia la conquista de la definitiva liberación nacional y social.

Considero que lo que bien se cuenta y enseña sobre los acontecimientos del 26 de julio, ha colocado a la enseñanza, a la divulgación, promoción y comunicación social en general, ante el reto de una mayor investigación y fertilización historiográfica, pensadas estas desde las necesidades de la formación, desde la ciencia pedagógica.

Sin ejercicios de motivación y sentimiento que tributen al pensamiento, sin buscar lo novedoso, repitiendo lo conocido, sin el ejercicio del pensar sobre lo que se informa y discursa, los hechos del 26 de julio pierden el rango de trascendencia histórica y confluyen en lo anecdótico, a un paso del mito. Y lo programático termina en abstracción, muy cerca de lo teleológico. En este camino de reducciones y anulaciones la Historia pierde su condición de memoria identitaria y experiencia colectiva, de fuente para la prospectiva científica.

En estos días de recordación nos llegaron además, acercamientos en los que la improvisación, el diletantismo y la mala-buena intensión, entregan visiones simplistas y encartonadas.

Ni que hablar del predominio en las redes sociales de la propaganda y la literatura histórica anticomunista en su capítulo anticubano, pululan las versiones del odio y la mentira visceral, y las versiones “amables” y pretendidamente asépticas, unas y otras comprometidas –aquí no hay ingenuidades-, con la guerra cultural y la subversión ideológico cultural con que se nos agrede por parte de los servicios del imperio yanqui, sus socio y aliados de la globalidad burguesa.

Asumo que no basta con ver y alertar: Un camino que invito a transitar es el de aprender más con Fidel. Les comparto seis recuadros históricos que permiten entender y ejercitar el enfoque problémico fidelista, martiano y marxista, leninista por excelencia.

Uno: La Historia que contamos

Hay que problematizar la enseñanza y la historia que se promueve por los medios y los discursos políticos. Más en la escuela y la universidad. El plan militar del asalto al Moncada ha sido objeto de análisis y debates. El no saber sobre la existencia de una patrulla externa que provoca el inicio del combate y malogra la toma por sorpresa de la fortaleza, el desconocimiento del teatro de la operación por la mayoría de los asaltantes, no contar con un plan de retirada si fracasaba el asalto, y algunos otros hechos puntuales, han sido señalados como elementos de debilidad en el trazado y ejecución del plan.

En el 2016, a 63 años de la acción militar en el Moncada el Comandante ratificó a Ignacio Ramonet: “si fuera de nuevo a organizar un plan para tomar el Moncada, lo haría exactamente igual, no modifico nada. Lo que falló allí fue debido únicamente a no poseer suficiente experiencia combativa. Después la fuimos adquiriendo”[1].

Fidel reconoce que hubo fallos en la acción militar. Y explica el decisivo factor del aprendizaje y la experiencia histórica. Pero en buen número de nuestras aulas, artículos de divulgación y prensa, en los programas conmemorativos, solo se hace énfasis en la ratificación de certeza en una suerte de consigna triunfalista. No se cita, menciona o enfoca la más completa y exacta perspectiva realizada por el propio Fidel. No colocamos lo que testimonia y evalúa el Comandante, en diálogo con lo que dicen otros protagonistas, menos con los estudios realizados sobre el acontecimiento.

Dos: La visión alternativa

La historia que contamos se empobrece con la carencia prácticamente absoluta de la visión alternativa. El 24 de julio del 2000 Fidel, mientras escuchaba el Programa Mesa Redonda dedicado a la efeméride del 26, decidió ir hasta el estudio donde se producía en vivo el programa “Me decidí a venir…para acá. De lo que oí, me parece que faltan algunos elementos…” comentó [2].

Ese 24 de julio, sobre el plan táctico-estratégico de los asaltos a los cuarteles, en ejercicio ejemplar de crítica histórica y político militar Fidel nos aportó un novedoso enfoque alternativo: Si de empezar de nuevo la lucha insurreccional la comenzaría directamente en las montañas: “otro plan mucho más lógico, mucho más táctico, mucho práctico… eso lo aprendimos después”, sentenció.

Refiriéndose a como pesó en el combate la pérdida del factor sorpresa, y el no haber podido ingresar con la mayoría de los carros y hombres en el cuartel, precisó: “Hubiéramos buscado un plan más seguro… con aquellos 160 hombres [3] hubiéramos podido hacer un plan mucho más seguro… este plan era ambicioso, era audaz, pero tenía este tipo de riesgos y nosotros hubiéramos podido llevar a cabo un plan sin riesgos, digamos comenzando por la Sierra Maestra… y habríamos explorado aquel territorio, donde llegamos después del desembarco y donde no habíamos estado nunca: Esa es la historia real”.

Fidel ya había arribado a este criterio desde hacía años [4], y ese día del 2000 nos preparó para las resistencias a tan novedosa apreciación: “cuando lo he contado a algunas gentes se quedan así medios inconformes y hay que discutir”, alertó. Y a Fidel le iba razón.

Recuerdo que la cobertura de prensa de esa Mesa Redonda del 2000 no le concedió relevancia a lo afirmado por el Comandante. Veinte años después Cubadebate publicó la transcripción de la intervención [5], pero a la fecha tampoco recibió un despliegue particular la propuesta alternativa del Comandante. Pienso que no tiene justificación que esta reflexión no se estudie y debata, ni fertilice la problematización de nuestra enseñanza.

Tres: La ética martiana y el socialismo marxista

La tesis de “la Revolución traicionada” ha acompañado durante década la propaganda contrarrevolucionaria y los esfuerzos baldíos de los historiadores que nos adversan. En la intervención del 24 de julio del 2000 Fidel reitera lo que ya había expuesto desde finales de los años sesenta: “…la concepción del programa del Moncada… no era un programa socialista pero era la antesala del socialismo, y ahí en la Historia me absolverá hay unas cuantas cosas de los becerros de oro, y hay unas cuantas cosas dichas entre líneas, que hay que leer entre líneas y yo sabía lo que quería decir…nosotros, éramos socialistas y marxistas… ya yo era marxista-leninista hacía por lo menos cuatro años antes.

En referencia al grupo de dirección del Movimiento el Comandante afirmó: “Voy a decir algo más, Abel era también marxista-leninista, Montané, Ñico, yo fui realmente el comisario, el instructor de ellos. Después del golpe de estado y en medio de toda esta actividad nosotros teníamos un curso de marxismo, en una casa que nos prestaron allá en Guanabo, y allí daban unos cursos a partir de una biografía de Marx…

No todos los miembros del grupo de dirección eran marxistas precisa el Comandante: “…había uno que no lo era… Martín Arara, un muchacho trabajador, activo, era inteligente, pero lo que le gustaba era la acción, no se preocupaba por las cosas de ideología, él lo que quería era acción, y el después no se unió más…”.

Frente a tanto dogma que ha prevalecido en la historia movimiento comunista y revolucionario mundial, ante las intolerancias ideológicas y sus consecuencias en divisiones y exclusiones, fijo este testimonio de Fidel sobre Raúl Martínez Arará -combatiente que se autoexcluyó del movimiento revolucionario- como expresión de la apertura, la amplitud y delicadeza de la visión de Fidel. Precisamente por ahí va una clave fundamental para entender el milagro fidelista de tejer la unidad y fundar el nuevo Partido Comunista en 1965, en superación de los sectarismos que pervivieron en todas las organizaciones revolucionarias después del triunfo de enero de 1959.

Sirva esta preciosa mención de Fidel sobre para precisar que Martínez Arará fue el jefe del ataque al cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. Su hermano Mario Martínez Arará, cubrió la retirada, fue apresado a pocos metros del lugar de los hechos y asesinado entre los muros del cuartel. Ñico López -Antonio López Fernández- fue el segundo jefe del asalto.

Cuatro: Raúl, de soldado a jefe de escuadra

En el testimonio del 24 de julio del 2000 el Comandante develó cómo el General de Ejército Raúl Castro Ruz, transitó en el combate de soldado a jefe de escuadra:

“El grupo de Raúl estaba en el Palacio de Justicia… Raúl no era el jefe de esa escuadra… históricamente hay que considerarlo el jefe de esa escuadra porque el salva… Cuando se retiran, los hacen prisioneros, entonces Raúl tiene un arranque de esos, le quita el revolver al hombre que lo tenía hecho prisionero y hace prisionero a aquella gente, entonces salen, el salva la escuadra, porque si aquella gente lo hacen prisioneros lo matan isofactos, como a todos los que hicieron prisioneros en los primeros momentos”

Lester Rodríguez Pérez fue el jefe de la escuadra que ocupó el Palacio de Justicia. Combatiente de la clandestinidad, organizador del 26 de julio en el oriente cubano, participante en el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, capitán del Ejército Rebelde, cumplió importantes misiones dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como ministro y diplomático. Cuando a mediados de la década del noventa mis tareas partidistas me llevaron a Cojimar, tuve la suerte y el honor de conocer y conversar con este héroe. Muy emocionado, me contó en una de nuestras charlas con plena fidelidad ese momento que después escuché narrar a Fidel.

Cinco: Las circunstancias mundiales

En diciembre de 1977 en entrevista que le fue realizada, Fidel profundizó en la dialéctica de lo nacional-internacional, con énfasis en cómo pueden influir las circunstancias mundiales: “Yo pienso –afirmó- que si hubiéramos liquidado a Batista en 1953, el imperialismo nos habría aplastado; porque entre 1953 y 1959 se produjo en el mundo un cambio en la correlación de fuerzas muy importante.

En 1953 “el estado soviético era todavía relativamente débil en esa época. Y hay que ver que a nosotros nos ayudó decisivamente el Estado soviético, que en 1953 no lo habría podido hacer. Esa es mi opinión. Es decir, un triunfo en 1953 posiblemente habría sido frustrado después por el imperialismo. Pero seis años más tarde, era el momento preciso, muy ajustado, en que un cambio en la correlación de fuerzas del mundo nos permitía a nosotros sobrevivir. Tal vez en 1953 no habríamos sobrevivido, si hubiésemos triunfado[6].

Treinta años después, en diálogo con Ignacio Ramonet reitera Fidel estas apreciaciones: “si triunfamos en el Moncada, habríamos triunfado demasiado temprano. Aunque nada estaba calculado, después del triunfo de 1959 el apoyo de la URSS fue fundamental. No habría sido así en 1953. En la URSS prevalecía el espíritu y la política staliniana. Aunque en julio de 1953 Stalin ya había muerto unos meses antes, en marzo de 1953, era aún la época de Stalin. Y Stalin no era Jruschov”[7].

Cuánto para integrar, cuánto para fundamentar cómo la Historia de Cuba es parte inseparable de la historia mundial, de la historia del socialismo. Cuánto para entender el papel de las relaciones internacionales.

Seis: Las rebeliones del 26 de julio

Cuando en 1967 la emisora revolucionaria Radio Habana Cuba trasmitía el discurso conmemorativos del 26, Ernesto Che Guevara en el altiplano de Bolivia reunía a su destacamento guerrillero para escuchar el discurso de Fidel. En su diario leemos:

“Por la noche di una pequeña charla sobre el significado del 26 de julio: rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios”, escribiría luego en su diario de campaña: Eran las “aportaciones fundamentales” de la Revolución Cubana “a la mecánica de los movimientos revolucionarios»[8].

Hoy estamos muy necesitados de conversar y debatir con nuestros jóvenes, y con todos los militantes revolucionarios, con los cuadros, sobre los dogmas que paralizaban en los años cincuenta del pasado siglo, porque las causas que reproducen los dogmas y sus enfermedades se mantienen, en tanto haya lucha emancipatoria y resistencias de los opresores, ideologías y éticas polares en confrontación, hombres y mujeres en desenajenación.

Los dogmas de antaño eran tan fuertes que algunos de sus fantasmas nos llegan hasta el presente. Y se han acuñado nuevos dogmas en las circunstancias, en las realidades de nuestros días.

No siempre las izquierdas entiende la necesidad de la lucha ideológica dentro del propio movimiento revolucionario, la necesidad de que existan espacios para expresar las dudas, los desacuerdos, las propuestas de disenso, el debate, la re educación y la educación ideológica. En el pasado siglo en la URSS y en muchas organizaciones marxistas de orientación soviética, el centralismo democrático perdió su esencia y dialéctica leninista, se debilitó entonces la democracia –desapareció con el estalinismo y sus secuelas- y prevaleció enquistado el centralismo y el autoritarismo.

Notas:

[1] Fidel Castro Ruz: Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2016, p 157.

[2] Fidel Castro Ruz: Fidel habla del Moncada / Mesa Redonda del 24 de julio de 2000. En: https://www.youtube.com/watch?v=vqmF4E2AS0c

[3] El estudio minucioso de Mario Mencía precisa que fueron 158 los combatientes reunidos en Santiago de Cuba. Ver: Mario Mencía: El Moncada la respuesta necesaria. Edición ampliada y modificada, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2013, p 485.

[4] Mario Mencía cita a este criterio una entrevista que Fidel le concedió en 1984. En: Ob. Cit. p 490.

[5] Fidel Castro Ruz: Fidel Castro rememora el Asalto al Cuartel Moncada en la Mesa Redonda. Cubadebate. Mesa Redonda Transmitido el 24 de julio del 2020. En http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/07/26/fidel-rememorando-el-asalto-al-cuartel-moncada-hace-20-anos-en-la-mesa-redonda-video/

[6] Fidel. Soldado de las ideas: La estrategia del Moncada: entrevista con la televisión Sueca. En: http://www. fidelcastro.cu/en/node/28132

[7] Fidel Castro Ruz: Cien horas con Fidel. Ob. Cit., p 157.

[8] Ernesto Che Guevara: El Diario del Che en Bolivia, Instituto del Libro, La Habana, 1969, p 256.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.