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Entrevista a Luis Sepúlveda

«Ser de izquierda es una opción ética frente a la vida»

Fuentes: El Siglo

Luis Sepúlveda ha sostenido que le gusta que lo califiquen más como un contador de historias que como un escritor. Y que es un gran contador de historias, los asistentes a la 24ª Feria Internacional del Libro lo pudimos comprobar al escucharlo, primero en un encuentro con su colega argentino Mempo Giardinelli y luego en […]


Luis Sepúlveda ha sostenido que le gusta que lo califiquen más como un contador de historias que como un escritor. Y que es un gran contador de historias, los asistentes a la 24ª Feria Internacional del Libro lo pudimos comprobar al escucharlo, primero en un encuentro con su colega argentino Mempo Giardinelli y luego en la presentación de su libro «El poder de los sueños», deleitando a los presentes con anécdotas de su vida que en algunos casos involucraban a conocidos personajes de la literatura, como Francisco Coloane y Osvaldo Soriano, entre otros. Se ha declarado un obrero de la literatura, y ha repetido insistentemente que su trabajo está del lado izquierdo de la barricada, convencido que del mismo lado están sus lectores.
La verdad es que es un escritor poco convencional. Los encuentros con sus seguidores más parecen un mitin político que una reunión literaria, no sólo por la cantidad de gente que es capaz de reunir, copando dos veces la sala en la que se encontraba -en el segundo caso el salón principal de la Estación Mapocho-, sino por el tenor de sus opiniones y por uno de los motivos que lo traen nuevamente al país: participar y convocar al Foro Social Chileno que se realizará en nuestro país en paralelo con la APEC.
Por lo mismo, en la conversación que sostuvimos con Luis Sepúlveda se habló poco de literatura y, sí, mucho de contingencia.
Aquí están sus palabras.
– Luego de tres años de ausencia, su venida al país coincide con varios acontecimientos: la publicación del Informe sobre la tortura, la realización de la APEC, el aumento de la votación de la izquierda… ¿Cómo ve el país en comparación con su anterior visita?
«Yo creo que la mayor diferencia es en la calidad de la participación ciudadana. Creo que las últimas elecciones municipales fueron un parámetro. Hay un espectro de la ciudadanía chilena, bastante amplio, que está cansado de estar al margen y está empezando a reclamar su derecho a la participación y eso es muy sano, es esencialmente democrático. Es la prueba de que algo se está moviendo en la sociedad chilena. Luego, es evidente que es un gran paso adelante todo lo que sea conocer y reconocer todo lo que ocurrió bajo los terribles años de la dictadura. Aunque no bastan, las declaraciones de Cheyre son un paso significativo -negar la importancia que tienen sería una tontería. Pero no bastan y creo que no corresponden a un regalo del cielo, sino a la presión ciudadana, a ese anhelo de justicia que no ha cesado durante los 17 años de la dictadura ni estos 14 años de intento de recuperación democrática.
Aún falta una discusión sin ningún truco, sin ninguna carta oculta bajo la mesa. La negociación con la dictadura se hizo de espaldas a la mayoría, se hizo con todas las cartas ocultas. Hasta ahora no sabemos qué es lo que realmente se negoció. ¿Negociaron que iba a haber impunidad? ¿Negociaron que los crímenes a los derechos humanos no iban a ser castigados? ¿Negociaron que los crímenes de latrocinio, los crímenes económicos no iban a ser castigados? ¿Acaso negociaron que aquellos que se enriquecieron con la privatización de las empresas estatales no iban a ser castigados? ¿O negociaron que todas las medidas que se pudiera tomar iban a tener un limite y que era el modelo económico chileno el que no se podía tocar? Hay que abrir la discusión para llegar alguna vez a esas respuestas. De la misma manera como vamos sabiendo quiénes fueron los asesinos, tenemos que saber, bueno: ¿qué diablos se negoció con la dictadura? Porque es una parte tan oscura de nuestra historia como la larga noche de la dictadura; porque fue una negociación escandalosa, en donde los protagonistas comenzaron a presentarse a sí mismos como los únicos que resistieron a la dictadura y habían obligado al dictador a llegar a una situación de ceder, y no fue verdad: la dictadura no tuvo un día de paz y eso lo sabemos. Ahí está la cantidad de muchachas maravillosas y muchachos que fueron asesinado y, claro, esa gente no participó de la negociación, no estuvieron presentes en la mesa».
– Por qué participa en el Foro Social Chileno?
«Yo soy miembro y me siento muy cercano al Foro Social Chileno, creo que es el espacio donde se está dando la discusión más rica y necesaria, que va a permitir sentar las bases de lo que se quiere como proyecto de país, con una amplia participación de la ciudadanía. El Foro es parte de ese enorme esfuerzo colectivo que nace en ese organizadísimo caos que es el movimiento antiglobalización y que tiene sus experiencias más importantes en Porto Alegre. La gente que participa en el Foro viene de una comprensión global de los problemas y empieza a plantear soluciones locales porque justamente se tiene esa comprensión global de los problemas.
Todo el mundo sabe que la economía está sufriendo es estos momentos un receso enorme y que el neoliberalismo en tanto la expresión más perversa del capitalismo, como el arma ejecutora de las últimas perversiones del capitalismo, está generando una situación de gran inestabilidad incluso en el seno de las sociedades capitalistas más desarrolladas. En los Estados Unidos y en Europa ven el fantasma de la deslocalización de las empresas como el gran problema del siglo XXI. Los alemanes acaban de ver la muerte de una ciudad, que es donde estaba localizada la Opel, la ciudad Rodenheim, porque la Opel se va a un país del este de Europa donde producir es más barato. Y ése va a ser un fenómeno imparable: van a deslocalizar las empresas y los países van a dejar de ser competitivos. Se va a desmontar el mito de la competitividad como la sacrosanta ley del mercado, y eso es uno de los grandes desafíos del siglo XXI, y para eso hay que encontrar respuestas inteligentes y ellas no vienen de la macro economía ni de los cálculos matemáticos. Y las economías presentes en la Apec representan eso: cálculos matemáticos de cómo mantener el equilibrio macroeconómico. Pero la vida es otra cosa, la vida es mucho más porfiada, mucho más insistente y reclama de una gran capacidad de innovación y de improvisación y yo siento que en el Foro Social, tanto el chileno como todos, se empieza a pensar en encontrar respuestas a esos grandes retos que vienen».

Bush y la enajenación religiosa

– También viene Bush… ¿Qué siente con la reelección de Bush?
«Bush tiene una base social sustentada en la enajenación religiosa. La derecha norteamericana no milita en el Partido Republicano, milita en sectas religiosas, que son los defensores de lo que ellos llaman los grandes valores de América que en realidad se sintetizan en tres: que los Estados Unidos son los dueños del mundo, los Estados Unidos pueden intervenir donde quieran si sienten amenazada su seguridad y los Estados Unidos son el pueblo elegido de Dios. Esos son los tres valores que sustentan la nación americana y, claro, esos otros 50 y tantos millones de votos de la parte demócrata y la parte progresista de los Estados Unidos dejó pasar una oportunidad enorme al sentarse en una autocomplacencia y no descubrir que la profunda América también existe y es muy fuerte -esa América blanca, agraria y religiosa- y yo creo que va a haber para rato de esa derecha norteamericana porque en los momentos de crisis de la humanidad son justamente las sociedades más avanzadas, entre comillas, las más perezosas a la hora de establecer respuestas nuevas».
– La consigna del movimiento antiglobalización «otro mundo es posible» ya es parte de la izquierda chilena y es el llamado del Foro Social Chileno ¿Qué características debería tener ese mundo posible?
«Yo comparto el pensamiento que dice que otro mundo es posible y estoy pensando en la última de las revoluciones pendientes: la revolución de nuestro imaginario de consumo. Estoy pensando en un proceso que es muy largo, que se trata de hacer una gran pedagogía que diga que el camino emprendido por el liderazgo de la economía capitalista no conduce a una situación sostenible sino que a una situación de casi suicidio. Cuando me defino como un hombre de izquierda, yo entiendo que el ser militante de izquierda es una actitud ética frente a la vida y esa actitud te obliga a aprender mucho de los errores del pasado, por eso me gusta insistir en que el camino de la izquierda tiene que ser un camino no dogmático, muy abierto, no excluyente, no sectario, absolutamente incluyente. El vocabulario sectario que todavía está presente en muchos sectores de la izquierda debe ser definitivamente desterrado, porque, o agrupamos y creamos toda clase de sinergias posibles o la posibilidad de un cambio no va a venir nunca. Y creo que por fortuna la gente que sí quiere imaginarse otro mundo posible más justo, más humano, está por establecer negociaciones, por establecer sinergias, sin renunciar a los principios; por el contrario, enriqueciendo los principios tuyos con la participación de los principios del otro. Y eso es nuevo, eso nunca lo practicó al izquierda y ahora es tiempo de empezar a practicarlo».

«Los años felices»

-Cuando lo entrevistamos hace tres años nos contó que estaba trabajando en un libro generacional que se va a llamar «Los años felices»: ¿cómo va ese libro?
«Es una novela de largo aliento y siento que me falta un año o algo así porque he estado trabajando muy lentamente y la verdad es que me tiene contento porque es una novela muy generacional. Es contar la historia de la militancia, es contar la historia de cientos y de miles de compañeros y compañeras que para mí son lo mejor que tuvo este país. Ahí aparece gente muy querida, que conocí, y gente muy respetada para mí que no conocí pero que son parte de mi santoral laico, como los hermanos Van Schouwen, los hermanos Weibel, gente de mi tiempo de militancia en la Juventudes Comunistas, o mis compañeros luego del Partido Socialista, queridos compañeros del MIR, queridos compañeros de otras organizaciones políticas que forman ese todo que fue la resistencia. Ese todo enorme de gente muy decente que lo dio todo por imaginarse otro país que tenía que ser diferente al que tenemos hoy día».
– Ha dicho en forma recurrente que fue un orgulloso miembro de las Juventudes Comunistas, en tiempos en que muchos ex tratan de ocultar su pasado o lo muestran como pecadillo de juventud…
«Siempre he asumido con mucho orgullo que fui militante de la Jota, y también sé perfectamente por qué me echaron de las Juventudes Comunistas y fue porque tenía una posición, que creo que era mucho más sensata que la que después tuvo el partido. Mi posición era latinoamericanista, estaba mucho más cerca del pensamiento internacionalista del Che que seguir simplemente los dictados que nos daba el hermano mayor. Nunca creí en el hermano mayor. Es más, creo que fui uno de los que fuimos un poquito capaces de prever que lo que existía en los países del Este de Europa no era el socialismo que nosotros queríamos. Queríamos otra cosa, un socialismo con una cara mucho más humana. Una cara mucho más alegre, más de acuerdo a nuestra propia personalidad y a nuestra idiosincrasia…
Eso es parte del pasado de este país y creo que cada uno tiene que asumirlo con ese orgullo. Uno estaba en el momento donde había que estar: me sentiría avergonzado y diría que fue un pecado de juventud si en alguna época de mi vida, siendo yo un tipo que vivía en un barrio proletario, hubiese sido militante de la Democracia Cristiana. Ahí sí, me sentiría avergonzado. Ahí sí, diría que fue un pecado de juventud. Yo vengo de una familia de izquierda y fui militante de la izquierda y ése es uno de los grandes orgullos que me van a acompañar hasta la tumba».
– Su imagen es de un activador: ¿ha tenido momentos de abatimiento?
«No. He conocido momentos muy duros en mi vida pero nunca conocí el abatimiento, tal vez porque tuve una buena formación política desde muy temprano y, entonces, era capaz de explicarme el porqué de las cosas. Ahora, decir que tú eres capaz de explicarte la raíz dialéctica de las cosas suena a religión y a catecismo, pero era capaz de explicarme la causa y el efecto, los cómo y los porqués, y eso me permitía tener el cerebro bastante fresco y bien oxigenado y no caía en esa desazón y en el abatimiento. Hubo, claro, momentos durísimos, cuando sentías que eras el último mohicano, pero uno sabía que la historia está llena de flujos y reflujos y que en un momento determinado, lo viera o no, la izquierda iba tener de nuevo ese enorme flujo porque la izquierda, disguste a quien le disguste, es depositaria de esos valores humanos que son imperecederos y que son los deseos de libertad, igualdad y fraternidad».
Autor de «El viejo que leía novelas de amor» -traducido a los más diversos idiomas marcando un récord de venta a nivel mundial-, «Nombre de torero», «Patagonia Express», «Hotline», «El mundo del fin del mundo», entre otros, llegó a Chile a presentar tres obras más: «Moleskine», una selección de artículos de prensa publicados en diferentes periódicos del mundo, junto a reflexiones y notas del escritor. Otro libro es «El poder de los Sueños», editado por la editorial Aún creemos en los sueños, que en su momento ayudó a fundar. Y un tercer libro que no pudo ser presentado por su autor porque no alcanzó a salir de la aduana, que se llama «Los peores cuentos de los hermanos Grim», escrito a cuatro manos con el escritor uruguayo Mario Delgado Aparaín, «al que voy a ver ahora a Montevideo para presentar el libro juntos y para festejar el triunfo de Tabaré Vásquez, que es una fiesta que nos estamos debiendo».
Entre los proyectos del autor está incursionar nuevamente en cine, llevando a ese formato su novela «Hotline», para lo cual va a trabajar con el actor Oscar Castro como protagonista, en una cinta que piensa rodar «en tierras mapuches» del sur de Chile y en Montevideo.
También en cine, está preparando con el director brasileño Walter Salles una película basada en un relato que le pertenece y «hasta donde sé, Walter ya está parando la pre-producción y creo que quería empezar a filmar por ahí por octubre del próximo año», adelanta el escritor.