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Ser una «buena noticia» con los pobres

Fuentes: Rebelión

En las últimas elecciones presidenciales, Brasil logró regresar a una línea progresista, y también México, Colombia, Bolivia. Perú y Guatemala están luchando en las calles para lograrlo. Pero en las elecciones del domingo pasado, Ecuador, no. Una mayoría de ecuatorianos apoyó con su voto la continuidad y la profundización de las desgracias organizadas por los gobiernos de Lenin Moreno y Guillermo Lasso.

En la primera vuelta gana un joven desconocido, Daniel Noboa, que representa la mayor fortuna del país y una de las más grandes de América Latina. Entre las diversas explicaciones, me llamó la atención la que dice: “Daniel Noboa descartó la confrontación y eso le gustó a la gente”. Por novato, no sabía bien qué hacer ni qué decir: “En el mundo de los ciegos, el tuerto es rey”.  Luego definió, tal como lo había entregado al CNE (Consejo Nacional Electoral), un proyecto de gobierno más neoliberal que el de  Guillermo Lasso y cuya portavoz fue la candidata a la vice presidencia, Verónica Abad. Pero a la mayoría de la gente no le interesó analizar dicho proyecto. Acabo de leer la frase de Simón Bolívar: “La ignorancia de un pueblo es la herramienta ciega de su propia destrucción”.

Esta ignorancia está promovida por todos los demás partidos, la ausencia de partidos de izquierda, los grandes medios de comunicación, la gran mayoría de los maestros y profesores, del clero, de los evangélicos, de los indígenas, de las mujeres, de los jóvenes adictos al celular… Todo eso apoyado y programado por la embajada norteamericana. No dudaron, con la complicidad del gobierno, en asesinar a una docena de personas para lograr su propósito, entre ellas un candidato a la presidencia. Sembraron el odio y la mentira para envenenar la mente de las y los ecuatorianos que no buscan informarse, formarse, escuchar medios de comunicación alternativos, analizar la situación del país y desentrañar sus causas, reconocer en el papa Francisco un férreo denunciador del neoliberalismo, integrarse en organizaciones sociales, volver a la propuesta de sociedad del Bien Vivir y convivir, entender la geopolítica latinoamericana y mundial manejada por Estados Unidos para desplazar a Rusia y China… “No hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.

Entonces fue imposible para la Revolución Ciudadana vencer solo a este ‘monstruo de 12 cabezas’, a pesar de ser el partido más grande y mejor organizado del país con militantes formados, candidatos muy capaces, la figura internacional de Rafael Correa que logró durante 10 años desplazar la derecha y sus cómplices del poder político y de sus inmensos beneficios financieros. La Revolución Ciudadana buscó el poder sin apoyar a los pobres a conformar un poder ciudadano, sin organizar elecciones primarias democráticas para designar a sus representantes, sin emprender una formación política sistemática de militantes y ciudadanos afines. Eso hace que la derecha perversa golea la Revolución Ciudadana por tercera vez: Primero fue la traición de Lenin Moreno, luego la elección de Guillermo Lasso y ahora la victoria de Daniel Noboa. Ahora tienen ‘el sartén por el mango’ para ganar las elecciones de 2025.

¿Cómo enfrentar las desgracias que nos vienen, resistirlas y tratar de revertirlas? Personalmente miro a Jesús de Nazaret que nació en un país colonizado por el imperio romano, en manos de los terratenientes, organizado por una élite que acumulaba el poder político, económico y religioso en complicidad con los romanos. El pueblo esclavo y miserable era mucho más desprotegido que lo somos nosotros hoy. ¿Qué hizo este Jesús cuyo testimonio perdura desde más de 2 milenarios para implantar una dinámica de fraternidad, equidad y fe que dignifique al inmenso Pueblo de los pobres, que llamó el Reino, o sea la vida en plenitud?

Primero Jesús nació pobre, vivió y murió pobre. Sin una real sencillez de vida, nunca vamos a cambiar nada. Luego Jesús pasó 30 años conociendo a su gente, su religión y el origen de la situación miserable de su pueblo. Si no conocemos la de nuestro país, su historia y las causas estructurales y religiosas de nuestras desgracias, nunca nos decidiremos a buscar alternativas a nuestras desgracias. Luego Jesús asumió un proyecto de libertad, equidad y fe liberadora heredado de sus antepasados. Si no tenemos un mínimo de utopías selladas en nuestras raíces no tendremos la fuerza ni la mística para poner a luchar para cambiar las estructuras que nos oprimen. Después Jesús optó por los pobres para reunirlos mediante la cercanía y el cariño, organizando comidas, sanaciones, charlas hechas principalmente de parábolas al alcance de todos. Si no optamos por los pobres y no estamos orgullosos de su sabiduría, su valentía y su fuerza, seguiremos “arando en el mar”.  Jesús encontraba a sus paisanos pobres en sus lugares de vida y de trabajo, en sus fiestas familiares, locales y nacionales para fortalecer la fraternidad, el compartir, la solidaridad, la fe en un Dios padre y madre. Si no nos acercamos a los pobres con cariño, no lograremos que nos conviertan en uno de ellos, no nos transmitirán su dinamismo ni nos dejaremos evangelizar por ellos. Jesús tenía su ‘organización’, o sea, distintos niveles de ‘comunidades’: la de los 12 apóstoles incondicionales, la del grupo de mujeres que lo acompañaban, la de las familias que lo hospedaban a lo largo y ancho del país, la de los 72 ‘militantes’ que le iban a preparar el camino, la de sus 500 discípulos según el decir de san Pablo. Si no estamos organizados en comunidades fraternas, solidarias, alegres y activas, no llegaremos a ninguna parte.

Conclusión: Los pobres desorganizados e inconscientes y los que no optamos por sus causas, seremos castigados por el sistema vigente. ¡A despertar y unirnos!… porque “el Reino no se detiene” y seremos una ‘buena nueva’ con los pobres.

Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.