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Réplica a la respuesta crítica de Víctor Morales

Si el marxismo no es una ciencia, es que es otra cosa

Fuentes: Rebelión

En primer lugar, quiero dar la bienvenida a un físico – Víctor Morales– al mundo de la filosofía. De hecho, la física y la filosofía se tocan y buenos físicos (como Mario Bunge) se han pasado al campo filosófico, con aportaciones muy interesantes – siempre, por supuesto, con un enfoque científico-. Amigo Víctor: el único […]

En primer lugar, quiero dar la bienvenida a un físico – Víctor Morales– al mundo de la filosofía. De hecho, la física y la filosofía se tocan y buenos físicos (como Mario Bunge) se han pasado al campo filosófico, con aportaciones muy interesantes – siempre, por supuesto, con un enfoque científico-.

Amigo Víctor: el único interés que para mí pueden tener el tipo de procesos (boato y pelota) al que te refieres es el psicosociológico. Lo digo por tu planteamiento descalificativo, según el cual «antes de entrar en la cuestión que se ha planteado, es interesante recordar que a la hora de entrar en debates de este ámbito, hay que tener presente que no se está discutiendo del traje de boda de Leticia, ni del final de la liga de fútbol».

La lectura de tu repuesta me hace pensar que no he planteado el problema de modo poco claro. Tendría que haber tratado, por separado, qué es el marxismo y el carácter científico de la obra de Marx. La cuestión es que oigo y leo, en muchas ocasiones, la caracterización del marxismo como ciencia sin una previa definición del marxismo, por lo que me he visto obligado a intentar «matar dos pájaros de un tiro». Convendrás conmigo en que, antes que nada, hemos de saber de qué estamos hablando. Yo estoy de acuerdo con Marx en que a él no lo podemos incluir en el batiburrillo del marxismo; y conozco profundos estudiosos de la obra de Marx -por cierto: no abundan- que por nada del mundo quisieran verse honrados compartiendo el mismo estandarte que ciertos elementos que han ido por la vida de marxistas y que han publicado libros que han sido ampliamente difundidos sin haber leído -o sin haber entendido nunca- El Capital (por no hablar de los que nunca han leído directamente a Marx). No estoy diciendo que nadie que se haya autoproclamado marxista lo haya hecho con mala fe; el camino del marxismo – como el del infierno- está pavimentado de buenas intenciones. Lo que yo sostengo es que el estudio de El Capital es un trabajo intelectual necesario para saber de qué va la obra del genial pensador. Precisamente en esa obra está la clave para conocer el mundo en que vivimos y, por tanto, saber, como tú dices, «cómo arreglar los problemas que nos afectan día a día» (un slogan, por cierto, de olorcillo reformista) y, si nos esmeramos, mucho más: poder enfrentar la tarea de diseñar la sociedad del futuro y llevar a cabo la revolución.

Comparto contigo la inquietud por la «puesta en práctica», pero, precisamente para eso hace falta una buena teoría, y un buen modelo de sociedad hacia el que dirigir nuestros esfuerzos. La buena teoría -que es la de Marx- ya la tenemos: sólo hay que asimilarla bien y, si se puede, desarrollarla; el modelo, no: hay que diseñarlo, científicamente, y tiene que ser transformador y revolucionario; sin propiedad privada, sin explotación entre seres humanos, sin compra-venta de fuerza de trabajo, sin la forma mercancía del producto de la actividad humana, sin la forma dinero de la mercancía ¡si, sin dinero (ni ninguno de sus sucedáneos, claro)! Y, en resumen, sin alienación. Todos ellos detalles sobre los que Marx ya había insistido.

Si tu tesis de que «si hay algo evidente en el marxismo es que no es una interpretación del mundo, sino una guía para la acción» la haces extensiva a Marx, no la comparto. La obra de Marx es un análisis crítico del sistema que conlleva lo que se llama una cosmovisión. A partir de la comprensión de dicho análisis y de la asunción de la cosmovisión que le es propia, surge la necesidad de una línea de acción.

Por otro lado, percibo cierta contradicción en sostener, por un lado, que una misma cosa es una guía para la acción y al mismo tiempo -lo que la convierte en una guía bastante caótica- aceptar su heterogeneidad y variopintez y, por si fuera poco, sugerir que comparte ese rasgo con la ciencia. Como físico sabes que las hipótesis científicas se someten a contrastación y que, cuando algo se demuestra fehacientemente, es aceptado por la comunidad científica -he aquí un rasgo de homogeneidad. Que yo sepa, este no es un hábito con el que se pueda caracterizar al marxismo. Pero es que, además, tu alusión a la heterogeneidad es diacrónica, mientras que mi alusión es de orden sincrónico, por lo que tu argumento carece de referente.

Marx no hacía experimentos. Tal como decía en la Introducción a El Capital, en sus investigaciones no se podía ayudar ni del microscopio ni de los reactivos químicos; la fuerza de abstracción tenía que suplir a ambos. Sin embargo, si que hay quien ha hecho experimentos con la sociedad en muchos países: el FMI y los Chicago Boys , por ejemplo. Experimentos cuya contrastación ha sido dramática, sobre todo para las personas que se han visto reducidas a estadística pura. Pero ya Marx había puesto de manifiesto la imposibilidad, para la economía burguesa, de ser una ciencia: ni tiene entidad metodológica (no cumple los requisitos que la comunidad científica exige a un cuerpo de conocimiento para reconocerlo como ciencia) ni tiene entidad dialéctica (es incapaz de ver la economía de mercado o el sistema como una coyuntura histórica ni de captar los procesos latentes que generan contradicciones). Se supone que una de las funciones de la economía qua ciencia ha de ser la capacidad de mostrar la predecibilidad del sistema: la economía burguesa no ha predicho un solo acontecimiento económico importante. Pero es que, además, la economía burguesa no sabe lo que es la ética ni la moral… ni siquiera sabe lo que es un ser humano. ¿Qué se puede esperar de una ciencia que legitima la explotación del hombre por el hombre?

En resumen: mi postura es que, si en el conjunto de lo que se llama marxismo hay que incluir a Marx, deberíamos proceder a eliminar de este conjunto a todos los autores que no tengan nada en común con él. Además, de los que aún se mantuvieran después de esta eliminatoria -que no serían muchos-, habría que seleccionar aquellos contenidos que realmente enriquecieran y desarrollaran en algún aspecto la teoría marxiana. Solamente entonces se podría plantear la cuestión de si el marxismo es o no es una ciencia.

* Doctor en Filosofía por la Universitat de Barcelona