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Respuesta a Jordi Soler Alomà

Si el marxismo no es una ciencia… ¿Qué es?

Fuentes: Rebelión

Antes de entrar en la cuestión que se ha planteado, es interesante recordar que a la hora de entrar en debates de este ámbito, hay que tener presente que no se está discutiendo del traje de boda de Letizia, ni del final de la liga de fútbol. Se está discutiendo sobre cómo arreglar los problemas […]

Antes de entrar en la cuestión que se ha planteado, es interesante recordar que a la hora de entrar en debates de este ámbito, hay que tener presente que no se está discutiendo del traje de boda de Letizia, ni del final de la liga de fútbol. Se está discutiendo sobre cómo arreglar los problemas que nos afectan día a día. Quedan muy estériles las aportaciones teóricas, si no van acompañadas de una puesta en práctica coherente, o al menos de un intento. Están deslegitimadas disertaciones sobre qué es el marxismo, sin intentar de un modo u otro, llevarlo a la práctica; porque si hay algo evidente en el marxismo es que no es una interpretación del mundo, sino una guía para la acción. Ambas ramas de la lucha revolucionaria deberían estar presentes en todo aquél que pretenda enriquecer estos debates.

Entrando ya en el tema que nos trae aquí, Soler hace una exposición de argumentos para afirmar que el marxismo no es una ciencia, pero que Marx opera de acuerdo con los cánones de la ciencia. Esto que suena contradictorio, se arregla exponiendo una cita del propio Marx según la cuál, él no era marxista. Por otra parte, añade el requisito que según Soler debe cumplir una ciencia: ‘que mantenga cierta homogeneidad de criterios’. Y parece ser esta condición de inhomogeneidad la que no cumple el marxismo para ser una ciencia, ya que hay muchas corrientes distintas que reivindican el marxismo, con gran diversidad de criterios.

No se puede afirmar que un nuevo análisis aplicado con el método científico no sea una ciencia porque de sus enseñanzas surjan diversas escuelas. Porque es que la propia ciencia funciona así precisamente: cuando surge una nueva rama de la ciencia, a continuación surgen distintas interpretaciones, distintas escuelas que cada una interpreta a su modo el trocito de realidad que se intenta explicar. En el transcurso de la Historia, la realidad le va dando la razón a una y quitándosela al resto. Es este el proceso el que hace a una ciencia. Y es precisamente este el proceso en el que se encuentra el marxismo. Pero es que ni más ni menos eso ocurre con cualquier ciencia. Por poner un ejemplo: tras el nacimiento de la física cuántica, existían diversas corrientes que no interpretaban del mismo modo los resultados de esa ciencia recién nacida. Con el paso de los años, la interpretación de la Escuela de Copenhage se llevó el gato al agua. La ciencia es un proceso vivo, no se trata de enumerar unas cuantas leyes y aplicarlas; lo que correspondería más bien a la Ingeniería. Hace falta espíritu crítico, y como bien asegura Soler, gente capaz de pensar por cuenta propia.

Entonces, ¿qué es lo que realmente quiere criticar Soler? Coincido plenamente con él en la rabia que dispara contra los dogmatismos, contra las actitudes de sumisión a unas personas o ideas, contra la ausencia de crítica y de duda de la que hacen gala muchas organizaciones que se reivindican del marxismo. Pero es aquí donde hay que asegurar alto y claro que precisamente esas corrientes abandonan el marxismo en cuanto entran en el dogma, en cuanto abandonan la autocrítica, la libre discusión. En otras palabras: abandonan el marxismo en cuanto abandonan el método científico.

Una crítica más típica y más poderosa que se le hace al marxismo como ciencia es si el sujeto de estudio del marxismo es ‘medible’, y si es capaz de reproducir resultados… es decir, si la ciencia en cuestión es capaz no solo de explicar, si no también de predecir. Podemos encontrar en la ciencia disciplinas que tratan sistemas cuyos comportamientos son difícilmente reproducibles, por ejemplo la Astrofísica, o la Termodinámica. Lo que sí es cierto es que ambas ramas de la física se encuentran ciertas magnitudes que describen los sistemas a estudiar, y estas magnitudes sí reproducen sus comportamientos en condiciones similares. En Astrofísica no podemos realizar experimentos en el laboratorio, pero tenemos en el cielo centenares de miles de experimentos funcionando continuamente, a nuestra disposición para estudiarlos tranquilamente. En Termodinámica podemos combinar, mezclar, transformar, y hacerle todo tipo de perrerías a los sistemas para poder deducir sus leyes generales. Pero por desgracia no podemos hacer lo mismo con la sociedad, ya que tenemos poquísimos experimentos en la Historia para estudiarlos. Solo la mente de un genio podía deducir de tan pocos experimentos las primeras leyes generales de su funcionamiento.

Evidentemente, no podemos esperar que la sociedad se explique como un montón de bolas de billar chocando unas con otras, pero no es descabellado pensar que existen ciertos parámetros que en la sociedad evolucionan del mismo modo en unas mismas circunstancias. De ahí se pueden extraer ciertas leyes generales que nos describan el comportamiento de la sociedad. Ahí se puede hacer ciencia.

Lo que sí debe quedar claro es que el marxismo como ciencia no promete nada, explica el funcionamiento de la sociedad, así como explica la manera en la que evoluciona y cuáles son las herramientas necesarias para el cambio. Y por supuesto debe estar nutrido de un espíritu crítico y de no tener nunca miedo a ponerse a prueba con cualquier otra interpretación.

Víctor Morales, doctorando en Física en la Universidad de Cádiz