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Entrevista a Iñaki Gil de San Vicente

«Si en Euskal Herria se olvida la historia de lucha y resistencia de nuestro pueblo, corremos el peligro de que triunfe definitivamente la normalidad capitalista»

Fuentes: Resumen Latinoamericano

Iñaki Gil de San Vicente es hoy por hoy uno de los más prestigiosos intelectuales del País Vasco, que además tiene amplia proyección internacional. Sus ideas revolucionarias e independentistas, y su clara apuesta por una Euskal Herria socialista generan ampollas en la partidocracia burguesa vasca, pero también fronteras afuera, su pensamiento hace mella en quienes […]

Iñaki Gil de San Vicente es hoy por hoy uno de los más prestigiosos intelectuales del País Vasco, que además tiene amplia proyección internacional. Sus ideas revolucionarias e independentistas, y su clara apuesta por una Euskal Herria socialista generan ampollas en la partidocracia burguesa vasca, pero también fronteras afuera, su pensamiento hace mella en quienes abrevan en atajos socialdemócratas, «posibilistas», neodesarrollistas y reformistas. Esos, que finalmente se inclinan por seguir sosteniendo la actual estructura capitalista.

Conversamos con Gil de San Vicente en el reciente marco de un Seminario Internacional convocado por el MST de Brasil, y estas son sus interesantes reflexiones sobre la crítica situación que se vive en el País Vasco.

-¿Se puede decir que esta crisis actual ha generado pobreza en el País Vasco?

– El concepto de «pobreza» es engañoso y está cargado con elementos ideológicos medievales y burgueses, todos ellos justificadores y defensores de la explotación social. Por esto es muy importante, muy esclarecedor, que el colectivo Elkartzen, inserto en el movimiento popular vasco, insista en la necesidad de definir qué es la pobreza en el capitalismo actual, cual es el umbral de pobreza. Es sabido que existen diversos métodos para medir la pobreza, para definirla, etc., y que la mayoría de ellos apenas tienen en cuenta la totalidad de las condiciones de vida, trabajo y explotación. El grueso de tales métodos busca suavizar y reducir el impacto social de la pobreza.

En realidad, definir la pobreza es un problema de metodología sociopolítica y de crítica a la propiedad privada de las fuerzas productivas: hay que hablar de empobrecimiento más que de pobreza. Y el empobrecimiento hay que verlo tanto en su forma relativa como en su forma absoluta. La primera, la relativa, existe cuando la riqueza de la clase dominante aumenta más que los recursos de las clases explotadas, incrementándose la distancia que les separa. El empobrecimiento absoluto, la segunda, se produce cuando las clases explotadas tienen menos recursos hoy que ayer, es decir, empeora cuantitativa y cualitativamente en todos los sentidos si se compara su presente con su pasado.
El empobrecimiento es absoluto cuando, por ejemplo, conlleva el desahucio, o la pobreza energética y alimentaria, o restricciones culturales y sanitarias por incapacidad de comprar medios de estudio, medicinas, etc. Las mujeres, la infancia y la tercera edad son los grupos sociales más afectados dentro del pueblo trabajador. El empobrecimiento va unido a la precarización e inseguridad vivencial. La precariedad vital es una constante capitalista que se multiplica con el neoliberalismo y, sobre todo, con la mundialización de la ley del valor y del mercado.

La precariedad y el empobrecimiento generan dos grandes bloques de sentimientos contrarios: uno es el de izquierdas cuando existen organizaciones revolucionarias que explican sus causas e impulsan la lucha para recuperar los derechos perdidos según una estrategia orientada a la toma del poder por el pueblo trabajador; y el otro es el del reformismo o centro-derecha con una variante de extrema derecha y neofascismo que crece manipulando en su beneficio la inquietud, la ansiedad y hasta el miedo por el futuro que se alimentan de la precariedad vital, de la inseguridad por el futuro. Todas las formas de racismo y patriarcalismo reaparecen en este segundo bloque.

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