El fascismo, lo estamos viviendo en el Ecuador. Comenzó paulatinamente con el ex presidente Lenin Moreno que no respetó el voto ciudadano y se entregó de cuerpo entero al FMI (Fondo Monetario Internacional) que organizó el saqueo del país a favor de los grandes ricos nacionales e internacionales. Su gobierno pactó con los grupos delincuenciales para matar a jóvenes a diestra y siniestra. Se profundizó con el ex presidente Guillermo Lasso cuyo gobierno pactó con el narcotráfico internacional, la mafia albanesa y los carteles mejicanos y acrecentó sus ganancias bancarias llevándolas en paraísos fiscales como Panamá entre otros. Por no encontrar empleo, muchos jóvenes y adultos apoyaron la venta y el tráfico de drogas. Crecieron la delincuencia, la extorsión, los secuestros, los sicariatos… y la consecuente migración que ha de alcanzar las cifras del año 2001 cuando el feriado bancario del mismo Guillermo Lasso. El llamado ‘plan Fénix’ no es más que un fantasma porque nadie lo conoce ni ha logrado leerlo, pero siguen el aprisionamiento y la matanza de jóvenes por la policía y los militares. Con el actual presidente hemos pasado al mundo de la mentira y del atropello al derecho. Sus promesas de campaña y la mayoría de las intervenciones orales no son más que una sucesión de falacias, apoyadas por los medios de comunicación comerciales, que lastimosamente adormecen una gran mayoría de ecuatorianos.
El “nuevo Ecuador” prometido y afirmado no ha nacido ni nacerá con este gobierno. Siguen la corrupción, la persecución política, la manipulación digital, el desempleo masivo, la inseguridad, la delincuencia, la migración, los apagones, el narcotráfico… porque siguen las ordenes del FMI y el yugo del neoliberalismo. En España acaban de encontrar 13 toneladas de drogas en un barco bananero que salió de Guayaquil.
Estamos en el más puro sistema de una dictadura fascista. El atropello a la Constitución y a los Derechos Humanos es campante: lo vemos con la suspensión de la vice presidenta y a su inmediato remplazo. Los poderes estatales, como son el judicial, el electoral y el Consejo de participación ciudadana obedecen vergonzosamente a los deseos del presidente. El legislativa no se preocupa de los que está pasando en el país: se venden o se esconden mediante palabrerías huecas y ineficaces. No nos queda más que nosotros mismos, o sea, quienes hemos despertado y nombramos como fascista la conducta del presidente. Además, estamos cambiando individual y colectivamente nuestra manera de vivir y convivir.
Estamos claros que el fascismo se puede derrotar. Se debe derrotar porque bien podemos preguntarnos quiénes vamos a poder resistir a corto plazo y si lo que nos está sucediendo no es también un lento genocidio. Muchos ya lo estamos sintiendo y hemos decidido ‘mutar’, cambiar de manera de vivir individual y colectiva, porque las consecuencias de la actual situación es un desastre colectivo: El 1% de la población contra el 99% de la misma. Si miramos bien, por todas partes surgen prácticas individuales y colectivas que ponen en marcha una nueva sociedad que comienza desde las familias. Ya en la década de 1980 un responsable de las Comunidades Eclesiales de Base corregía el lema individualista de León Febrés Cordero en comunitario: “¡Pan, techo y empleo!”, sí, pero en comunidad. En 2015 el papa Francisco retomó el mismo propósito, en su visita a Bolivia, con los famosos 4 ‘T’: “Trabajo, Techo y Tierra para Todos”, sí, pero en Comunidad. Hoy se reconoce cada vez más que ‘sólo en Comunidad’ podremos salir adelante y superar la catástrofe social en la que estamos envueltos para lo peor.
Para cambiar estructuras económicas, políticas, sociales, culturales, eclesiales y ambientales, hemos comenzado a crear nuevas estructuras que sustituyan la que están caducas y perversas. En lo económico el compartir financiero se organiza en pequeños grupos que se multiplican: la repartición de lo que se tiene se hace más solidaria y equitativa. La producción de bienes parte de una propiedad colectiva y de un trabajo común. En lo político, van creciendo los grupos y las organizaciones populares que buscan incidir en los partidos políticos para que estos sean la voz y la defensa de los más necesitados. Grupos independientes se activan y señalan en la Revolución Ciudadana, Pachakutik, el Partido socialista ecuatoriano son una alternativa al neoliberalismo mortífero. En lo social mujeres organizadas son siempre más numerosas y eficaces para defender sus derechos y los derechos humanos. Por muchas partes jóvenes expresan colectiva y creativamente su disconformidad y sus sueños mediante las redes sociales y la cultura artística. En lo eclesial se reconoció que las Comunidades Eclesiales de Base, como ‘Iglesia de los Pobres’, son “un ejemplo de Iglesia sinodal”, es decir, más democrática, liberadora, evangélica, portadora de una mística cósmica. En lo ambiental se aprende a comer y curarse de una manera más natural; cada vez más familias eliminan plásticos, grasas, gaseosas, carne… También reciclan, hacen abono orgánico, cultivan legumbres, plantas y flores.
Está claro que estos grupos somos pequeños y todavía insuficientes para hacer una ola nacional que barra todo lo demencial de nuestra organización nacional. Pero nos mantenemos, crecemos, buscamos ser “sal, luz y fermento”. Es desde lo pequeño y no desde el capital financiero que construimos un nuevo Ecuador, el que soñamos, el que necesitamos y el que viene para quedarse. Sigamos con terquedad para que se multipliquen estas joyas que adelantan el futuro… donde el fascismo sea sólo un mal recuerdo y la dignidad colectiva se haga costumbre.
Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.
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